Ouka Leele: "La censura es como un circo"
La fotógrafa habla de su último evento 'Hay que saltar al vacío' junto a Jerónimo Maeso, sobre cultura, las redes sociales y sus proyectos artísticos.
Bárbara Allende Gil de Biedma tiene 61 años. Pero lleva más de 40 siendo Ouka Leele detrás del objetivo de su cámara y de su pincel. Los años no pasan para ella, ni para su obra. Se reinventa cada día y en lugar de asentarse piensa en "saltar al vacío", improvisar. De hecho, su última intervención es una improvisación pictórica titulada Hay que jugar al vacíocon el músico Jerónimo Maeso al piano en la galería La ley de Snell, ubicada el madrileño barrio de Malasaña en Madrid.
Allí nos reunimos con la artista, que nos recibe sonriente y sin dejar de inmortalizar cada instante, incluso con la cámara del móvil, con la que retrata al cachorro de los galeristas. "Estoy muy ilusionada con este proyecto", señala antes de repasar cómo estructurar las obras dentro de la improvisación pictórica que llevará a cabo este viernes 20 de julio y que repetirá, al agotarse las entradas para el evento, el próximo día 27. "Los momentos de locura son los que producen arte", recalca la fotógrafa, que aunque dio el salto a la fama durante la Movida madrileña, consiguió el Premio Nacional de Fotografía mucho después, en 2005.
Prácticamente desde que empezó se plantea cambiar la cámara por el pincel de forma definitiva, pero en lugar de abandonar disciplinas solo quiere sumar y mantenerse joven, no "anquilosada".
¿Cómo es cambiar la preparación tan clara de tus obras y tus fotografías por esta improvisación junto a Jerónimo Maeso?
Es muy excitante. A Jerónimo Maeso lo escuché tocar el otro día que estuvimos ensayando. Le di cuatro notas y de eso sacó una maravilla. Le dije: "No quiero dibujar, solo quiero escucharte". Me inspiraba muchísimo, aunque sé que él lo tiene muy fácil, con cualquier cosa improvisa, pero el trabajo de un artista es más interior, lo sueles hacer sola, no con público mirando. Da un poco de vértigo, pero fue tan bonito el rato que estuve con él que creo que puede salir algo precioso. Sí sé por experiencia que en todos los talleres que he dado o cuando firmo libros en la Feria del Libro, en los que hago dibujos en lugar de dedicatorias, que se crea un silencio casi sagrado porque quieren verte pintar. Se quedan todos mirando como si le hubieses dado una infusión que les deja en éxtasis, relajadísimos. Creo que va a ser una experiencia preciosa para todos, que el público esté mirando es una maravilla, pero creo que también van a interactuar y a aportar cosas.
¿Y cómo vas a dejar que interactúen? ¿Cómo va a reaccionar el público?
Vamos a vaciarnos todos y vamos a saltar al vacío. Incluso te impone también una galería en blanco, que después va a exponer el resultado durante dos meses. No sé si el público que participe lo verá de alguna forma cuando venga, con recuerdos, incluso sintiéndose parte del cuadro, y la gente que entre sin haber estado lo verá de otra, que no sabrán de dónde viene ese dibujo.
¿Tienes ideas preconcebidas? ¿Cómo te preparas para una improvisación así?
No, hay que ser fieles al título del evento. Hay que vaciarse de todo antes. Somos un canal abierto al arte. Es que llevo muchos años trabajando en esto y me resulta más fácil. Al principio, controlaba mucho más y lo tenía todo más preparado, medido, pensado, nadie se podía salir del guion. Hasta que me di cuenta de que eso era lo mejor, que lo inesperado es ese punto de locura que se necesita. Lo veo en las fotos de Man Ray, por ejemplo, hay arte, pero también hay algo que se sale, momentos de locura, eso que produce arte y espero que pase el viernes y vivamos una experiencia increíble y el resultado sea exponible, museístico.
¿Y el título del evento? ¿Qué es "jugar al vacío"?
Pues hay una anécdota muy curiosa, estábamos sentados en la galería hace unos días y habíamos pensado varios títulos. Pero entonces, entró una mariposa blanca y les conté que cuando mi madre murió y pensaba en ella, siempre aparecía una mariposa blanca, en edificios, en sitios inverosímiles. Entonces me acordé de lo último que me dijo: "Hay que jugar al vacío". En ese momento no lo entendía y me lo repitió varias veces antes de morir, o sea que me quería decir eso. Lo tuve como una inercia, se lo conté a ellos y vimos que era el título de la exposición. Hay que vaciarse para poder jugar y hacer lo que le apetezca.
¿Y que el artista sea un lienzo en blanco?
Hace poco vi que en la frase de Sócrates "Yo solo sé que no sé nada", no quiere decir que no supiese nada, sino que se ponía en esa actitud de vacío que no quiere saber nada, no quiere decir nada. Se queda vacío para que la sabiduría hable por su boca, él mismo no sabe lo que va a decir, pero transmite conocimiento. De eso se trata, que el conocimiento fluya. Siempre digo que el artista tiene que ser como una flauta, como los huesos del cuerpo, que pasa el aire y suena la música.
¿Te ves dejando definitivamente la cámara por el pincel?
Siempre lo pienso, pero lo llevo haciendo 40 años Cada cosa tiene su lenguaje y el lenguaje de la cámara me gusta mucho. De hecho, aparte de esta performance vamos a hacer otros dos eventos: uno con fotografía y otro con poesía, siempre con Jerónimo Maeso al piano. Uno con la palabra y la fotografía, que va a ser como acercar el retrato al público, que van a retratarse si quieren conmigo, todos inspirados por la música, y esos retratos se los pueden llevar en el momento por un precio bastante módico, que mis retratos suelen ser caros. Un retrato al vacío, instantáneo y cercano. No lo intervendré ni nada, porque una foto mía de las que se conocen por ahí igual he tardado meses en pintarla.
Tuviste a Soy una pringada de modelo para una serie de cuadros expuestos en ARCO 2018. ¿Crees que los youtubers se parecen a los personajes que había en La Movida?
Sí, hay algo que me recuerda a ellos. Son autodidactas, autocreadores. Ella ha salido de su casa de grabarse en su cama y hacer vídeos para YouTube. Creo que no sabía lo que le esperaba. Creo que era por necesidad, por mostrarse al mundo. Ella también es muy sincera diciendo las cosas y tiene mucho arte. Ha llegado a la gente así y al final ha llegado donde quería: está dirigiendo su propia serie y actuando. Me parece muy bonito. Además para esos retratos, la junté con Ángela Molina —que no la pudieron poner en el stand de ARCO, pero era la que yo quería— e hice una foto enorme de las dos en una mesa de merienda totalmente surrealista, con muchas cosas de plata y demás. Al empezar la sesión Soy una pringada se fue directa a la cocina, sin hablar mucho, y cogió una botella de ketchup, una lata de Coca-Cola, Cola Cao y una botella de ginebra o algo así. Y le dije: "Me has fastidiado el bodegón". A lo que me respondió: "Quien lo quiera que lo tome porque este es mi mundo".
A su lado en la foto, Ángela parece un ángel, un ser etéreo, tan delgadita que parece irreal. Se unen como dos generaciones, a mí me hace pensar mucho porque todavía no sé muy bien qué quiere decir. Con la botella de ginebra Ángela se mosqueó un poco, me dijo: "Es que yo no bebo, no quiero participar en esto, no quiero salir con una botella de alcohol que, además está a mi lado". Después borré la etiqueta con Photoshop y la llené de hojas verdes parece la bebida de un hada o algo así.
¿Crees que estamos dando pasos atrás en la libertad de expresión en comparación con la época de La Movida? Por ejemplo, con la censura de la obra de Santiago Sierra en ARCO o con lo de Valtonyc.
Al final es marketing. La censura es un poco un circo. Estoy escéptica últimamente. Creo que es todo como El show de Truman. Todo está planeado. También me pasa un poco con Facebook, algo que para mí es nuevo, que no soy nativa digital. Me vicié un poco a Facebook y hablaba mucho, creaba debates y demás. Ahora me da miedo, ya no digo lo que pienso, porque sí que me han crucificado un poco. Me he dado cuenta que si hablo en Facebook, después aparece en los periódicos. Me lo han dicho. "La famosa fotógrafa mira lo que dice de la homeopatía", porque hice un homenaje al Doctor Hammer, que para mí tendría que ser Premio Nobel de Medicina, pero como ahora la homeopatía es una mierda... Es una medicina muy suave que ha curado a mucha gente, pero solo un artículo te tira por tierra.
Hay gente que entra ahí con nombres raros y están deseando que te mueras por poner eso y es un poco feo. Pero no me gusta que me hagan callarme. Las redes sociales representan un mundo complicado, pasa como con los políticos. Pueden estar haciendo un trabajo buenísimo ahora y le sacan trapos sucios de hace 20 años solo mirando en Internet, es un poco peligroso.
¿Entonces tienes mala relación con las redes sociales?
También me pasa que subo una foto de una mujer desnuda en la playa, que es arte, y me cierran esa red social hasta que digo "ay, lo siento mucho, no lo voy a volver a hacer". Cuando es arte. ¿Por qué el cuerpo humano es malo y después puedes sacar la violencia que te dé la gana y nadie te censura?
Después de que tu documental La mirada de Ouka Leele estuviese nominado al Goya, ¿te planteas dar salto al cine?
El cine me gusta mucho, de hecho, es de las primeras cosas que hice, pero son palabras mayores. La fotografía, el arte, la música, lo puede hacer uno en casa, el cine necesita una industria, un montón de gente, mucho dinero. Ese es otro reto: me gustaría hacer una película al menos en mi vida. Hago cortos, hago mis cosas a veces, pero nunca he hecho un largometraje. Para el documental de Rafael Gordon estuve siete años: entre la grabación, la música y tal. Pero fue algo muy bonito.
¿Crees que las grandes ferias de arte, como ARCO, por ejemplo, sirven para visibilizar a otros artistas o solo para recalcar los grandes nombres?
Cuando uno es joven tiene que hacer cosas distintas, quizás marcarse un camino que hasta ahora no existe. Te cuelas por ahí porque tienes que darte a conocer. Si no eres el primo del galerista de turno, no te exhiben. A veces esos caminos no existen, mira la Pringada. Ella quería dedicarse al cine y no fue a una escuela al uso. Hizo un camino que no era el ortodoxo.
Cuando empezaba, en mi primera exposición en Madrid, mi hermano pequeño y los amigos pegaron el cartel que había hecho por toda la ciudad y encima una pegatina fosforescente que ponía: "Por fin en Madrid las fotografías de Ouka Leele". Como si fuese un circo que viene de Rusia, o algo así. Como si tuviese 80 años y por fin llegaba a Madrid y tenía 18. Era la primera vez que exponía, pero la gente pensaba "joe, qué será esto que por fin llega a Madrid".
Al final es todo marketing.
Sobre todo, cuando eres joven te arriesgas más, por eso me gusta arriesgarme porque si no me quedo anquilosada.