La historia del Moscow Mule, el ‘cóctel-hit’ de Bad Bunny en 2022
Una borrachera de señores y la necesidad de hacer hueco en el sótano de un bar son los dos posibles orígenes de este brebaje.
Cientos de millones de personas ya saben que con “dos tragos” de Moscow Mule, el cantante puertorriqueño Bad Bunny se pone bien “bellaco”. La canción es un hit que ya han escuchado 324 millones de personas en la plataforma de música Spotify desde mayo, cuando el artista sacó su último disco ‘Un verano sin ti’.
Sin embargo ¿Cuál es la historia de esta bebida que mezcla cerveza de jengibre, vodka y zumo de lima? ¿Y por qué se sirve en una taza de cobre?
Una bebida estadounidense
No, no se creó en Rusia, a pesar de llevar vodka y hacer referencia a la capital de ese país. Todo pasó a finales de los años 30 y principios de los 40. Hay varias versiones.
Una de ellas involucra a un tipo al que todos llamaban Jack (pero que en realidad se llamaba John Morgan), dueño del restaurante Cock ‘n’ Bull, en Hollywood. Le acompañaban John Martin, comercial de vodka Smirnoff para Heublein Brothers y Rudolph Kunett, un expatriado ruso y presidente de la comisión de vodka de Heublein.
La primera referencia sobre el origen del cóctel la dio el New York Herald Tribune, en 1948. Los tres se encontraban tomando algo y “potenciando su ingenio inventivo” (Lo que también puede traducirse por “llevábamos una buena merla encima”). Entonces Jack y Kunet pensaron que sería divertido mezclar el vodka con cerveza de jengibre. Por los loles. La mezcla les puso a volar y, después de echarle un poco de zumo de lima y hielo, parieron el primer Moscow Mule de la historia.
La working class version: lo inventó el camarero
El Wall Street Journal en 2007, publicó una nueva versión de la historia. En este caso el origen de la bebida se atribuye a Wes Price, el jefe de camareros del bar de Jack. Y no tuvo nada que ver con una borrachera, sino con la necesidad de ordenar el sótano del bar y liberar espacio.
“Solo quería limpiar, deshacerme de las existencias muertas”, cita el rotativo estadounidense al camarero. ¿Y cuáles eran las existencias muertas? ¡Bingo! Cerveza de jengibre y vodka. El barman afirmaba que la primera persona a la que se lo sirvió fue a Broderick Crawford, el actor estadounidense ganador del premio Óscar a mejor actor por ‘Todos los hombres del rey’. “Se prendió como un incendio forestal”, aseguraba el maître.
Otra versión conjuga las dos anteriores. Jack no era capaz de vender la cerveza de jengibre (en esta versión la cerveza era artesanal) que tenía en el sótano. Al tiempo, se encontró con John Martin, el comercial de vodka (en esta versión, Kunet desaparece de la ecuación), que no era capaz de que los estadounidenses se aficionaran al vodka Smirnoff, marca que trataba de introducir en el mercado (era muy difícil bajar a los yankees del whisky y la ginebra).
Cuando se encontraron y, esta vez sí, con la ayuda del chief waiter Wes Price, mezclaron un poco todo, brindaron, se emocionaron y seguramente fundieron a negro.
La jarra de cobre
Nuevamente hay varias versiones y motivos por los que esta bebida se sirve en una tacita de cobre. Los más puristas mantienen en foros de coctelería conversaciones bizantinas sobre la conveniencia de ese material debido a la acidez de los ingredientes. Sin embargo, también se afirma que eran los recipientes que Jack usaba en su bar antes del nacimiento de la “Mula de Moscú”.
Algunas webs especializadas como World Best Bars, sitúan el origen del uso de la taza de cobre en un capítulo que retuerce aún más la mitología en torno a esta bebida. Resulta que poco después de inventar la bebida, apareció por la puerta Sophie Berezinski, mujer de origen ruso cuya familia había dirigido una fábrica de productos de cobre… ¿Y que tenía Berezenski? Había heredado los restos de un inventario de productos de cobre que incluía una buena cantidad de jarras. Y ya estaría.