El Orgullo 'yolander': arcoíris, abanico de Locomía y "ternura"
Así ha sido la presentación del movimiento Sumar.
Bienvenidos al Orgullo ‘yolander’. Este viernes por la tarde ha nacido el movimiento ciudadano Sumar, entre banderas arcoíris, limonada, calor abrasador de julio asfáltico madrileño y al grito de “presidenta, presidenta”. Y las promesas de un país lleno de “ternura” para los próximos diez años y sin resignación: “Las derechas no tienen que gobernar”.
La plaza del Matadero de Madrid ha sido el templo de este nuevo Orgullo en una ciudad imbuida en el espíritu de la gran fiesta LGTBi. Y se ha notado desde la inmensa cola que se formaba una hora antes de que arrancara el acto de Yolanda Díaz. Banderas LGTBi, abanicos multiculores, caras pintadas. Y hasta ha sonado La Revolución Sexual, de La Casa Azul. Va a suceder el verano del amor...
Porque la vicepresidenta segunda es una mujer orgullosa: “Orgullosa del Orgullo”, “orgullosa de nuestro país”. Hasta con un abanico de Locomía (uno de los regalos de la fiesta de décimo aniversario de El Huffpost de la semana pasada). Pero, venga, sumemos desde el principio de la tarde. El escenario ya estaba preparado, dominando el blanco y el magenta -con sus chaise longues y taburete incluido-. Ay, el caloret y el sol de justicia. Nervios en la cola -ordenada y sin pillaje- pero tapándose las cabezas con bolsas de tela y de la compra o abanicos.
Más de 5.000 personas se han acercado hasta el Matadero, según fuentes de la Organización. Con mucha presencia femenina y jóvenes dispuestos a aplaudir, luego haremos el ranking. ¿Qué pasa ahí? ¡Anda! Un puesto de limonadas gratis con vaso oficial Unión, Ilusionar, Sumar. Y con código QR, por información que no falte.
A las negritas, que se van sumando ya conocidos (aunque las ministras de Unidas Podemos no tenían invitación). Ojo, que por allí aparece Juan Carlos Monedero en su versión summer. Fíjate bien: ya está sentado James Rhodes, que se ha traído su camarón de fotos para reportajear todo. No puede faltar nunca un secretario de Estado en cualquier acto en la capital, recontamos por aquí a Joaquín Pérez Rey y Enrique Santiago. En primerita fila se ve a Lys Duval, también a Belén Gopegui.
Afinen el oído que se escucha también mucho catalán, porque en Sumar hay muchos ‘comuns’. En grupito están Ernest Urtasun, Aina Vidal y Joan Mena, entre otros. Pero gana a todos en popularidad al llegar Petra Martínez (léase Fina de La que se avecina). El covid ha dejado fuera a algunos invitados como Bob Pop y Luis Tosar.
Pero, tranquilos, que hay vídeos para los que no han podido venir. Pantallazo con Antonio de la Torre, Kiko Veneno, María Márquez, Carla Galeote, Bernardo Atxaga y Manuel Rivas. Todos en vilo para escuchar a Díaz, ¿qué iba a decir después de tanto tiempo?
Venga, que ya llega casi su pregón. Pero antes la presentadora Nerea Pérez de las Heras da paso a representantes de la sociedad civil: Irene Rubiera (jurista y activista ecologista), Valeria Castro (emprendedora digital), Fernando García (rider y sindicalista), Miguel Ángel Castellón (representante de la lucha de los trabajadores de Amazon), Carmen Rodríguez (profesora de la Universidad de Málaga), Carolina Elías (abogada defensora de los derechos de las mujeres migrantes empleadas del hogar) y Belén González (psiquiatra).
El termómetro de su intervenciones, en forma de aplauso, ya deja claro lo que demandan los ‘sumandos’: educación pública, sanidad pública, salud mental, defensa de los derechos de los trabajadores, derechos humanos.
20.45. Llega el gran momento, lo que esperan los ‘yolanders’. La vicepresidenta ya en acción. Blusa de color rosa palo, pantalón blanco y unas Converse blancas (guiños a los colores de Sumar). Díaz tiene muchos ‘fans’, desata pasión entre muchos de sus seguidores con gritos de “presidenta” (se acabaron los “sí se puede”). “Yolanda, te quiero”, se desgañita una mujer. “Yo también os quiero”, responde desde el escenario.
Y Díaz ya ha despejado parte de las cartas: se trata de un “movimiento ciudadano”, va más allá de los partidos, con la idea de firmar un “nuevo contrato social democrático” para la próxima década. Y con varias promesas, pero una principalmente: la democracia tiene que llegar también a los impuestos. Traduciendo, los ricos tienen que pagar más, no pueden “independizarse” de la sociedad.
La gallega tenía claro desde el principio otra cosa, hay que ilusionar al electorado progresista, en las formas y en el fondo. Porque esto va de “ternura”. A algunos les pueda sonar naif, pero esto es clave ante una izquierda desmovilizada que sufre en sus bolsillos la inflación. Con un giro además que se ha notado desde que ha subido, ya esa izquierda a la izquierda del PSOE quiere un rostro más amable después de los últimos años de Pablo Iglesias.
Con el micro en la mano y paseando por el escenario, de izquierda a derecha, intentando ampliar espectros, siempre transversal. Con un discurso con una declaración de intenciones, estructurado en tres partes principalmente: qué es Sumar, el diagnóstico del país y arengar a la gente para ilusionarse. “No me resigno”, clamaba. La vicepresidenta estuvo hasta bien entrada la noche anterior pensando sus palabras. Y con una ilusión: que vinieran sus amigas de Galicia. No le han fallado y apenas unas horas después viajaban a Madrid. Con ellas ha entrado en la plaza del Matadero, donde se ha sorprendido al ver tanta gente. No lo esperaba.
Casi media hora de intervención. Aplausos, histeria fan. El Orgullo ‘yolander’ ya ha nacido. Y empieza el musicón: de La Revolución sexual a Ateo. No podía faltar: A quién le importa. Díaz ya empieza a sumar, aunque se ha quedado afónica al final de la noche. Eso siempre pasa en el Orgullo.