Sumergirse en boles de ensaladas con verduras crujientes suena apetitoso después de una temporada de contundentes (e interminables) comidas, pero al cabo de un mes, esa sensación refrescante puede desvanecerse por aburrimiento gastronómico. Lo bueno es que hay solución, y muy fácil: se trata de diversificar el repertorio.
Justo cuando pensabas que habías probado todas las variantes posibles, llega el HuffPost a recordarte que hay, literalmente, un mundo entero de ensaladas que seguramente no conocías.
Hemos recopilado ocho opciones interesantes y deliciosas que, además, son fáciles de hacer. Desde el supersano tabulé hasta la más indulgente panzanella, estas exóticas recetas darán a tus cenas y comidas un toque viajero.
El fiambre es único por su historia y por el volumen de su lista de ingredientes. En Guatemala se suele preparar el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos. Desde hace siglos, las familias pasan este día visitando a sus difuntos en el cementerio. La gente lleva diferentes platos para compartir entre sí, y todos ellos se mezclan hasta convertirse en uno: el fiambre.
Este plato tiene una media de 50 ingredientes, y entre ellos suele haber espárragos, coles de Bruselas, coliflor, maíz, cebolla, habas, pollo, chorizo, salchichas, salami, huevo cocido y queso fresco. Existen varias versiones: el fiambre rojo, con remolacha; el blanco, sin ella; y una variante en la que los ingredientes se sirven por separado y cada cual los mezcla a su gusto. La clave es aderezar la ensalada con un buen aliño de vinagre y mostaza un día antes de consumirla para que los sabores se asienten bien.
Como muchas otras ensaladas de otros países, el solterito tiene una larga historia que viene de crear un plato con lo que uno tenga en la cocina. La palabra "solterito" da una idea del supuesto significado de la ensalada: se trata de preparar algo SIMPLE, es decir, perfecto para un soltero con pocas dotes culinarias.
El solterito varía de una región a otra: algunas recetas cambian las judías verdes por cerdo como fuente de proteína. Las habas y el maíz (choclo) siempre están en la lista de ingredientes, entre los que también se incluyen trozos de queso fresco, rocoto (un tipo de pimiento rojo picante), tomates, aceitunas y cebolla morada, todo ello bien picado y aliñado con una vinagreta de perejil o cilantro.
La combinación de queso feta con tomates, pepino y cebolla, conocida como horiatiki, surgió en los años 60 o 70 en el barrio Plaka de Atenas como respuesta a las restricciones del Gobierno sobre el precio de las "ensaladas simples". El trozo de feta transformaba una modesta mezcla de hortalizas en una especialidad por la que los restaurantes podían cobrar más. Sin embargo, la idea de unir queso blanco con hortalizas ácidas no era nueva: el origen del tomate y el feta como aperitivo de agricultores queda reflejado en el propio nombre horiatiki, que significa 'ensalada del campesino'.
Algunas variantes regionales incluyen otros tipos de queso blanco o aceitunas, alcaparras y pimiento verde, pero el horiatiki tiene sus reglas: nada de lechuga (es un plato de verano y la lechuga sólo crece en Grecia en invierno), no hay que mezclarla mucho antes de servir, el queso debe ir en una sola pieza encima de la ensalada, el tomate y el pepino deben ir cortados en trozos grandes y no en cubitos, no tiene que llevar pimiento rojo y debe servirse en una ensaladera baja con pan (no pita).
Gado-gado se traduce como "mezclar-mezclar" en betawi malayo, el idioma hablado en la capital de Indonesia, Yakarta. Es el tipo de plato diseñado para funcionar bien con cualquier resto que tengas en la cocina: el gado-gado sólo requiere un surtido de verduras crudas o ligeramente cocidas. Se le puede añadir huevo cocido, tempeh, tofu frito o asado, mungo (una especie de legumbre asiática) o todo lo anterior.
Junto con el gado-gado a veces se sirve lontong o ketupat, un tipo de tortita de arroz. Y como aliño, un ingrediente clave: salsa de cacahuete. Preparar la salsa es la única parte del proceso que quizás lleve más tiempo, pero es necesaria para ligar todos los sabores diferentes del gago-gado con un toque dulce.
El larb se considera una ensalada, pero atraerá a cualquier carnívoro. La clave de esta receta es la carne, independientemente de si se utiliza pollo, ternera, pato, pescado o cerdo (aunque también se puede sustituir por champiñones). El plato suele asociarse con el norte de Tailandia, pero en realidad se originó en el vecino de Tailandia, Laos, donde se considera el plato nacional del país.
En el larb se mezcla la acidez cítrica (a diferencia de la cocina thai del sur, que prefiere los curries con leche de coco, el zumo de lima es un clásico del norte), con salado, dulce, amargo y picante, lo que supone un buen obsequio para las papilas gustativas. Para prepararlo, pica la carne que elijas y alíñala con salsa de pescado, zumo de lima, chiles y menta. Puedes añadirle algo de verde en forma de chalotas y citronela, y servir con cogollos de lechuga y arroz glutinoso.
A estas alturas ya habrás pillado que la mayoría de las ensaladas del mundo surgieron hace varias generaciones, cuando nuestros antepasados trataron de dar uso a las sobras y otros ingredientes aleatorios que tenían en la despensa. En la Toscana, la gente se dio cuenta de que el pan duro podía gozar de una segunda vida si se troceaba, se aliñaba con aceite y se le incorporaba el dulzor alegre de unos tomates.
Vale, puede que esta ensalada no sea de las más ligeras (teniendo en cuenta que cambia la lechuga por pan), pero es irresistiblemente fácil de hacer y está deliciosa. Una vez que tengas un pan contundente, unos buenos tomates y aceite de oliva virgen extra, puedes ponerte creativo. Añade mozzarella o ricotta, melocotón, pimiento, cebolla, alcaparras, ajo y, por supuesto, hortalizas fuertes, como el rábano.
Si alguna vez has pedido un surtido de entrantes (o mezze) en un restaurante de Oriente Medio, probablemente hayas probado el tabulé. Es la mezcla refrescante de perejil y bulgur que acompaña tan bien al hummus y al pan de pita. El tabulé ofrece un amplio abanico de sabores que combinan a la perfección. Además de perejil y bulgur, el plato lleva tomate, cebolla y menta, con un toque de limón y aceite de oliva.
La receta se remonta a la Edad Media, cuando la crearon los habitantes de las montañas de Líbano y Siria. Un dato curioso: en 2009, un grupo de 350 personas trabajaron juntas para preparar el mayor bol de tabulé, de 4.324 kilos, en Israel.
El rosolli es un componente tradicional de la cena de Nochebuena en Finlandia, pero su combinación fresca de sabores viene bien en cualquier época del año.
Lo fundamental del rosolli es la mezcla de dulce, almidonado y avinagrado, que siempre comienza con un trío de tubérculos; normalmente remolacha, zanahoria y patata. Los pepinillos aportan sabor ácido y las cebollas, un toque picante. Para el aliño se mezcla crema agria o crème fraîche y un vinagre cremoso. Quizás porque la remolacha lo tiñe todo de rosa, el rosolli suele servirse en capas: cada hortaliza se trocea y se va apilando. Además, los comensales más aventureros le añaden arenques encurtidos.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' EEUU y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano
▶️ Ingredientes (para 2 personas): cuatro muslitos de pollo (dos por persona), una cebolla, tomate triturado (dos o tres cucharadas), ciruelas pasas sin hueso (al gusto), una pera conferencia, un botellín pequeño de c...