Nueve expresiones que exportamos de acontecimientos históricos y no lo sabes
¿Quién no se ha ido nunca por los cerros de Úbeda o ha armado la de San Quintín?
La sociedad se construye sobre el suelo firme de un lenguaje y, al mismo tiempo, el lenguaje se origina en la sociedad. Jean Jacques Rousseau ya se fijó en el siglo XVIII en esta conexión y a día de hoy es inevitable para los estudiosos del lengua no reparar en los vínculos que subyacen entre esta, la cultura y el devenir su gente.
En nuestra lengua hay innumerables palabras y expresiones que se refieren a hechos históricos, como el Día D, que nade de u fecha señalada: el Desembarco en Normandía. “La D es la inicial de day, denominación habitual de los días en que daba comienzo cualquier operación militar. A la D se añadían símbolos matemáticos para referirse a los días previos o sucesivos, de este modo D-3 se entendía como el tercer día antes de la operación o el D+1, el siguiente a la misma. Por eso, aquel 6 de junio de 1944 pasó a ser por antonomasia el Día D”, explica Alberto Buitrago, autor de Diccionario de dichos y frases hechas.
Estos son nueve ejemplos más de expresiones y palabras exportadas de acontecimientos históricos que probablemente hayas usado alguna vez sin saber de dónde procedía.
1. “Está la cosa que va a arder Troya”
Esta expresión evoca un gran escándalo, una confusión o una discusión. Tal y como explica Buitrago, parte evidentemente de la Guerra de Troya y de la estrategia que siguió Agamenón, que introdujo en la ciudad un gran caballo hueco de madera con “relleno sorpresa”. Relacionadas con este conflicto conservamos otras expresiones como “canto de sirenas”, “talón de Aquiles”, “ser una odisea” o “las verdades del pastor”.
2. “Al final, se armó la de San Quintín”
Este enunciado también alude a una gran trifulca y tiene su origen en la batalla que tuvo lugar el 10 de agosto de 1557, festividad de san Lorenzo, en la ciudad francesa de San Quintín. En esa contienda, los tercios españoles derrotaron con estrépito a los franceses y, en conmemoración de esa victoria, Felipe II ordenó la construcción del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. El rey exigió que la disposición de los patios interiores del edificio imitase una parrilla, el instrumento en el que había sido torturado el santo.
3. “Siempre se va por los cerros de Úbeda”
Se dice que alguien “se va por los cerros de Úbeda” cuando acaba con divagaciones o digresiones innecesarias o, dicho de otra forma, no va al grano. El dicho tiene su origen en la reconquista de la ciudad de Úbeda, acontecida en 1234, explica el profesor de la Universidad de Salamanca.
″Parece ser que uno de los lugartenientes del rey Fernando III, el Santo, un tal Alvar Fáñez, el Mozo, se esfumó –dicen las malas lenguas que a causa de su cobardía y las menos malas que por un lance amoroso con una bella musulmana– horas antes de entrar en combate y regresó a la ciudad una vez terminada la batalla para celebrar los fastos de la victoria. Al preguntarle el rey dónde había estado, contestó que se había perdido por los cerros de Úbeda”, explica Buitrago.
4. “Más se perdió en Cuba”
En realidad, la expresión completa es más se perdió en Cuba y vinieron cantando. El uso más recurrente es como consuelo ante un fracaso o un golpe de mala suerte, “aunque la realidad es que poco consuelo podía hallarse en la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas”, concreta Buitrago. La mención a este país se remonta a 1898, fecha del final de cuatrocientos años de imperio ultramarino español.
5. “Es más viejo que Cascorro”
Esta es una de las muchas expresiones que dispone el español para aludir a la avanzada edad de algo o de alguien y está vinculada con la conocida plaza madrileña de Cascorro.
Todo proviene de la hazaña de Eloy Gonzalo García, un soldado que el 26 de septiembre de 1896, en plena guerra de Cuba, incendió el fuerte de la localidad de Cascorro, en la provincia de Camagüey, donde se había atrincherado un grupo de independentistas. “Se cuenta que alegando su condición de huérfano y asegurando que nadie lo esperaba en España, se ofreció voluntario para incendiar la posición. Tomó una lata de petróleo, se ató una cuerda a la cintura para que sus compañeros pudieran recuperar su cuerpo en caso de que muriera y consiguió prender fuego a la posición”, cuenta el docente. Esta aventura le valió el sobrenombre de “el héroe de Cascorro” y en su honor se erigió en Madrid en 1902 una escultura que lo representa con la lata y la cuerda a la cintura.
6. “No se ganó Zamora en una hora”
En 1072, el rey Sancho II de Castilla sometió a asedio a Zamora con la pretensión de arrebatársela a su hermana Urraca, que la había recibido en testamento de su padre, Fernando I de León. No lo consiguió y Urraca terminó entregando la ciudad a su otro hermano, Alfonso VI.
De este episodio nace esta frase, usada para dar a entender que no es conveniente precipitar los acontecimientos y que hay situaciones que requieren grandes dosis de paciencia.
7. “Vamos a quemar las naves”
A veces, para resolver situaciones complicadas, tenemos que tomar una resolución extrema y nos toca quemar las naves. Esta expresión tiene su origen en 1518, cuando Hernán Cortés emprendió la conquista de México con 11 naves que partieron de Santiago de Cuba y arribaron a la actual Veracruz. Su decisión era tal que cuenta que quemó los barcos para evitar que los soldados desertaran.
8. “Que salga el sol por Antequera”
O, dicho de otra forma, no hay posibilidad de vuelta atrás. Explica el profesor de la Universidad de Salamanca que el dicho completo era Salga el Sol por Antequera y póngase por donde quiera y que se originó durante la reconquista. “Por 1491, cuando se decidió lanzar el último asalto a Granada, el campamento de los Reyes Católicos estaba instalado en la localidad de Santa Fe, al este de Antequera, ciudad de la provincia de Málaga, por lo que era (y es) imposible que el sol pudiera (y pueda) salir por allí”.
9. “Fue una victoria pírrica”
El adjetivo pírrico, según recoge el diccionario, se refiere a un triunfo o victoria “obtenidos con más daño del vencedor que del vencido” y no por poco margen. La palabra proviene de Pirro El Pelirrojo (318-272 a.C.), rey de Epiro, una antigua región de los Balcanes que organizó un potente ejército para invadir Roma, explica Buitrago.
El monarca desembarcó y los romanos salieron a su encuentro pero “el invasor, en cruenta batalla, acabó doblegando al ejército más poderoso del mundo”, arrasando al ejercito romano y perdiendo a más de 4.000 hombres. Cuenta la leyenda que, contemplando aquel “victorioso desastre”, Pirro exclamó: “Si consigo otra victoria como esta tendré que regresar solo a casa”. Finalmente, y tras otro “penoso éxito”, acabó firmando una tregua con Roma y luchando contra cartagineses, macedonios y espartanos.