Melania, ¿ya eres libre?
La nueva vida de la exprimera dama está llena de incógnitas.
El look con el que Melania Trump abandonó la Casa Blanca este miércoles fue una declaración de intenciones. La ex primera dama de Estados Unidos se marchó junto a su marido, Donald Trump, vestida de luto (en contraste con una enorme sonrisa), y aterrizó en Florida con colores mucho más festivos. Un símbolo de la liberación que ha supuesto para ella su salida.
Se siente tan, tan libre, que ya se ha alejado (más) del expresidente, tal y como muchos han interpretado. Aquí la prueba:
Un nuevo desplante, como los muchos desaires y malas caras que ha dirigido a su marido y que han aumentado los rumores de divorcio, como sucedió en noviembre.
Entonces, ya se sabía que el próximo en ocupar la residencia presidencial sería Joe Biden, y Omarosa Manigault Newman, exasesora de Donald Trump, aseguró que Melania estaba “contando los minutos” para divorciarse del magnate, y que sus planes de hacerlo se remontan al comienzo de su legislatura en 2016. Si no lo hizo antes fue porque su marido “castigaría de alguna forma” esa “humillación”.
La falta de amor de los Trump siempre ha sido vox populi por esos momentos incómodos en sus apariciones públicas. A eso se suman la lista de supuestas amantes del magnate, entre ellas Karen McDougal, que aseguró que le llevó al dormitorio de Melania en 2006, poco después de que naciese su hijo.
Incluso el propio Trump reconoció en 2019 que cree que su mujer no lloraría si le disparasen en un intento de asesinato. Tampoco parece que Melania haya recibido muchas atenciones por parte de su marido, a tenor de lo que contó en 2005. El republicano aseguraba que con tanto trabajo, lo último que quería al llegar a casa era “trabajar en una relación”.
La pareja duerme en habitaciones separadas desde hace mucho, como contó la reportera de la CNN Kate Bennett en Melania, libre: la biografía no autorizada, y durante su estancia en la residencia presidencial ella apenas se presentaba en el Ala Oeste. De hecho, su dormitorio estaba en la segunda planta, en la que hacía una vida prácticamente independiente que podrá mantener en Florida, donde también cuenta con su propio espacio en la mansión.
Quizás Melania de más detalles de todo esto en sus memorias. La exmodelo de 50 años está negociando con una editorial la publicación del libro, centrado en sus cuatro años como primera dama, como publica Page Six. Este proyecto podría prolongar más su agonía de verse atrapada en el matrimonio, porque Donald Trump habría dado su aprobación para el lanzamiento de esta biografía autorizada.
Lo que supondría el divorcio
Algunos medios internacionales interpretan el hermetismo de la eslovena como la confirmación del divorcio de un matrimonio de 15 años que ha sido calificado como transaccional y se plantean cómo será su etapa post-Trump.
Melania ha sido previsora y se ha guardado las espaldas. En caso de divorcio, su futuro financiero y el de su hijo Barron (14 años) estaría asegurado. La pareja firmó un acuerdo prematrimonial que fue modificado justo antes de que ella llegara a Washington: tardó cinco meses en mudarse a la Casa Blanca por la renegociación, mientras que Trump ya estaba instalado allí.
La excusa oficial para retrasarse era que su hijo en común, que entonces tenía 10 años, terminase el curso escolar. Sin embargo, la periodista del Washington Post Mary Jordan lo desmintió en su biografía no autorizada The Art of Her Deal. En ella cuenta que las nuevas cláusulas del contrato prenupcial benefician a la exprimera dama y garantizan que Barron salga tan beneficiado como sus cuatro hermanos en la repartición de la fortuna de su padre.
Melania podría embolsarse 50 millones de dólares, además de quedarse con la custodia de su hijo, si se divorciara, según publica Mirror. Si la exmodelo decidiese prolongar el matrimonio, podría negociar nuevamente el acuerdo prenupcial para incluir cláusulas de penalización por mala conducta, como el supuesto romance de Donald con la estrella porno Stormy Daniels, apunta el diario.
A qué se dedicará ahora
Mientras que el divorcio no sea un hecho, los Trump se han instalado en Palm Beach (Florida), en la recién reformada mansión Mar-a-Lago. Según la revista People, Melania está buscando colegio para su hijo allí. Su nueva residencia es la misma vivienda en la que se casaron en 2005, un Monumento Histórico Nacional con 118 habitaciones y que cuenta con un club de golf privado. Con tantas estancias, es fácil evitar cruzarse las caras.
Mientras que Donald Trump tiene suficientes ocupaciones con su emporio empresarial —especialmente tras haber perdido 900 millones de euros en los últimos cuatro años—, la primera dama de la sonrisa hierática se ha quedado libre de obligaciones al deshacerse de su agenda institucional y ya no tiene por qué fingir ningún papel. ¿Y ahora qué?
Los medios han descartado que Melania vaya a crear una organización para la protección de la infancia y para apoyar a los militares y sus familias, una causa en la que se implicó durante sus funciones como primera dama. Algo que contrasta con el resto de esposas de los expresidentes, que suelen seguir involucradas en los asuntos por los que mostraron interés durante su estancia en la Casa Blanca.
Por el momento sólo se espera que colabore en el diseño de la biblioteca presidencial de Trump, como adelantó su marido. Se trata del depósito que preserva los papeles, expedientes, colecciones y otros materiales históricos de cada uno de los presidentes de Estados Unidos.
Seis años antes de convertirse en primera dama, Melania Trump lanzó su propia línea de joyas (Melania Timepieces and Jewelry), además de una colección de lociones para el cuidado de la piel. En 2017, cuando ya residía en la Casa Blanca, las compañías con las que trabajaba para la comercialización de ambas colecciones rompieron su vinculación con ella.
Su deseo frustrado de regresar a Nueva York
Varios medios estadounidenses aseguraban hace unas semanas que lo más probable es que ella regresara a Nueva York, como quería, donde la pareja vivía antes de instalarse en la Casa Blanca.
Sin embargo, los Trump no son bienvenidos en la ciudad, como dejó claro el alcalde Bill de Blasio al anunciar que cancelará los contratos con la empresa de Trump —relacionados con el sector turístico— por el asalto al Capitolio impulsado por el republicano.
“La ciudad de Nueva York no hace negocios con insurrectos”.
Dichos contratos suponen para la Organización Trump ingresos de cerca de 14 millones de euros. El Ayuntamiento puede permitirse la rescisión con una compañía si su responsable ha llevado a cabo “actividades criminales”.
Además, su popularidad en Nueva York ya estaba tocada y cayó en picado cuando Trump se refirió a ella como una “ciudad anarquista”. Por eso, de momento parece que los deseos de Melania no se cumplirán y tendrá que quedarse en Palm Beach junto al exmandatario y su hijo en común.
Su pésima relación con Ivanka Trump
Ivanka Trump y su marido, Jared Kushner, tienen las puertas de Mar-a-Lago cerradas mientras Melania resida en la mansión de Florida. La relación del ojito derecho del expresidente con su mujer es gélida. Fuentes cercanas a Ivanka declararon a CNN que “su relación con su madrastra, está en ruinas”. El origen de la enemistad, apunta Stephanie Wolkooff, está en un choque de egos.
Según un artículo de The Washington Post, Melania tuvo que trabajar duramente para darse a conocer como modelo, mientras que Ivanka no. Las tensiones, aseguran, existen desde un principio por esto.
Además, al parecer, Melania frustró la ilusión de Ivanka de convertirse en la mujer más importante de la Casa Blanca, y Melania se refiere a ella en la intimidad como “princesa” en tono peyorativo. Los deseos de Ivanka por cobrar protagonismo eran tan intensos, que habría propuesto cambiar el nombre de la Oficina de la Primera Dama por Oficina de la Primera Familia, pero Melania no lo permitió.
De la relación de Melania con el resto de los hijos de Trump poco se sabe. Es otra de las muchas incógnitas de su hermética vida. Visto el horizonte de la vida de la exprimera dama, que nadie rompa de momento el cartel de ‘Free Melania’.