Nuestras relaciones mejorarán si nos damos un tiempo con la tecnología
Propósito de año nuevo: priorizar las conexiones humanas en lugar de las virtuales.
Cada año, entre mis propósitos de año nuevo se encuentra cuidar más mis conexiones con las personas. Este propósito cobra más fuerza cuando hablo con personas adictas al móvil que parecen preferir mirar a una pantalla que mantener una conversación decente.
No me extraña que haya tantas personas que comparten este sentimiento. De hecho, una encuesta llevada a cabo en 2017 por StatisticBrain reveló que un 22,8 % de los 1129 encuestados se planteaban propósitos asociados a las relaciones. Sin embargo, nuestra dependencia de la tecnología se ha convertido en un obstáculo para ese fin. El Pew Research Center muestra que el 42% de las parejas estadounidenses confiesan estar distraídas por sus móviles, el 18% se quejan del tiempo que pasa su pareja conectada, y el 8% se preocupa directamente por lo que su pareja hace en internet.
Estas estadísticas sostienen la hipótesis de la "tecnointerferencia". Hoy en día, para encontrar pareja hacemos lo siguiente: leemos una breve biografía, vemos una selfie, deslizamos el dedo hacia la derecha y quedamos. Antes de la cita, cogemos un Uber para ir al restaurante, pero solo uno que tenga buenas reseñas en Yelp. Empezamos a hablar, pero esa conversación se ve interrumpida por la foto de rigor para Instagram cuando nos traen el plato a la mesa. Después, hablamos de alguna serie de Netflix. Para parecer interesante, citamos algunos titulares que hemos leído en el feed de Twitter. Y no tardamos mucho en escribir a nuestros amigos para comentar cómo va la cita.
Este escenario es ejemplo de que comemos, dormimos y respiramos rodeados de la tecnología. Se ha convertido en nuestra pareja más íntima. Nos acompaña a la hora de la cena, a la cama, a la oficina e incluso al baño. Y esta dependencia perjudica gravemente las relaciones.
De acuerdo con los investigadores de la Universidad Baylor (Estados Unidos), el phubbing (entendido como el acto de un individuo de ignorar su entorno por concentrarse en el móvil) crea un conflicto que puede derivar en una menor satisfacción en las relaciones. De hecho, el phubbing puede acarrear una menor satisfacción en la vida en general e incluso depresión.
Esto se acentúa aún más por el hecho de que, cuando estamos en una relación, no publicar nada sobre tu media naranja o no comprobar si te ha escrito constantemente parece denotar una gran falta de interés. Al fin y al cabo, vivimos en un mundo en el que las relaciones no valen hasta que son oficiales en Facebook. Por supuesto, la solución no es venirte arriba y proclamar tu amor por todo lo alto en las redes. Al contrario, a todos nos vendría bien un poco de desintoxicación digital.
El doctor David Greenfield, profesor de psiquiatría en la Universidad de Connecticut propone una solución para ir empezando. Ha creado un test sobre adicción al móvil (en inglés) para dilucidar hasta qué punto dependemos de nuestro teléfono.
Entre todos podemos elegir dar prioridad a las relaciones humanas y dejar las virtuales en segundo plano. A continuación se incluyen varios consejos sobre cómo hacerlo.
Vayamos donde vayamos, estamos conectados a través de nuestros móviles. La pregunta "¿Cuál es la contraseña del wifi?" se ha convertido en un saludo habitual allá donde vamos. Para evitar estos problemas, las parejas deberían acordar en qué sitios y en qué momentos van a evitar el uso de sus dispositivos electrónicos. En esos momentos, el objetivo será compartir tiempo de calidad sin ningún tipo de "tecnointerferencia".
Nuestros dispositivos son capaces de saber los pasos que damos, las horas que dormimos, qué están haciendo nuestros amigos, a qué hora tenemos una cita y dónde estamos en cada momento. Las aplicaciones pueden bombardearnos con notificaciones, lo que conduce a un comportamiento ansioso por saber qué son y nos encerramos en un círculo vicioso de dopamina. Empezamos a ansiar la sensación de satisfacción que nos crea la dopamina, un neurotransmisor que se libera durante algunas acciones como hacer ejercicio o plantearnos y cumplir nuestros objetivos. Por tanto, deberíamos evitar las notificaciones para no caer en la tentación.
No podemos tratar este propósito de año nuevo como si fuera uno más. Cuesta mucho esfuerzo crear hábitos, y puede resultar demasiado satisfactorio gritar a los cuatro vientos que vas a desintoxicarte de la tecnología, de modo que ten cuidado. El objetivo debería ser establecer lugares libres de tecnología en momentos puntuales. Por ejemplo, podemos probar a eliminar la tecnología cuando estamos comiendo con otras personas, preparándonos para ir a dormir o viajando juntos. Esto nos dará espacio y tiempo para crear y cuidar relaciones profundas con otras personas.
Y recuerda, no te enfades cada vez que tu pareja coja el móvil. Debemos ser estratégicos y tener paciencia: solo entonces podremos conectar con otros humanos en lugar de con el wifi.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Canadá y ha sido traducido del inglés por María Ginés Grao.