Nos sobran los motivos para no celebrar el Día Mundial del Refugiado
Según los datos de ACNUR recién publicados, hay en el planeta 65,6 millones de personas desplazadas de manera forzosa. Es decir 60 personas cada 3 minutos tiene que dejarlo todo para proteger sus vidas dando un salto al vacío sin retorno, donde la red de seguridad para amortiguar la caída deberían ser los derechos humanos y la políticas de asilo. Sin embargo, Europa ha retirado las redes y ha instalado muros, vallas y alambradas.
En 2016, al menos 5.098 personas fallecieron en el Mediterráneo cuando intentaban alcanzar las costas europeas. Se trata de la cifra más elevada registrada hasta el momento y representa un dramático incremento respecto a los años anteriores. Es un drama que no cesa: En lo que llevamos de año, han perdido la vida más de 1.800. Por tanto, estamos camino de seguir batiendo los records de la vergüenza, en un siglo XXI en el que más de 40.000 personas han fallecido en ese Mare Mortum que 'fue la cuna de la sociedad occidental y se está convirtiendo en el gran sarcófago de la misma'.
La Unión Europea ha impuesto la refronterización del Mediterráneo, como consecuencia de la creación de un proyecto político ineficaz e insostenible que ha demostrado su fracaso, ninguneando los derechos humanos y a las personas más vulnerables, dejando así un agujero negro y una herida abierta en nuestro sistema de derecho, que solo nos lleva a incrementar una tragedia sin precedentes.
A lo largo de 2016, hemos presenciado cómo los 28 Estados miembros de la UE siguieron dando una vuelta de tuerca más a la impermeabilización de las fronteras. Presionados por el avance electoral de los partidos xenófobos y anti-inmigración, los líderes europeos no dudaron en poner en marcha acuerdos iniciados en 2015, como la famosa Agenda Europea de Migración, para resolver la mal llamada "crisis de refugiados".
La primera medida fueron los acuerdos de reubicación y reasentamiento que, aunque en términos de mínimos, podía ser una solución parcial para paliar la situación de miles de personas que habían llegado a las costas griegas e italianas, o que permanecían en países de Oriente Medio. Sin embargo, la falta de compromiso de los estados ha llevado a un fracaso evidente de la medida, con tan solo un 20% de cumplimiento como media europea y un cicatero 7'5% en el caso de España, quedando apenas 3 meses para el plazo establecido.
Muchos pretextos han sido utilizados para intentar justificar el incumplimiento. El Gobierno de España ha alegado en muchas ocasiones la dificultad y complejidad del proceso, que no negamos, y la supuesta ineficacia de Grecia que no es capaz de gestionarlo. Pero hemos sido testigos de cómo nuestro país no agilizaba las peticiones mensuales de grupos de reubicados, de cómo estuvimos meses y meses sin recibir a ninguna persona y sin muestra alguna de poner en marcha vías legales y seguras garantizando la llegada.
La firma de un acuerdo UE-Turquía fue el siguiente golpe de efecto que entraña una grave vulneración del derecho de asilo y en general de los derechos humanos. Provocó la reducción inmediata de llegadas a Grecia, Sin embargo, como efecto se produjo a su vez un cambio de ruta por el Mediterráneo Central, mucho más larga, peligrosa y mortífera. Es vergonzoso que en los informes mensuales emitidos por la Comisión Europea se siga hablando del éxito del acuerdo por el logro de la reducción de llegadas, sin valorar al mismo nivel el impacto en el incremento del número de fallecimientos en el mar como consecuencia directa del acuerdo y la situación en la que malviven miles de personas refugiadas en Turquía sin garantía alguna.
Otra de las medidas, no explícita pero sí implícita, fue convertir a Grecia en una ratonera para las personas refugiadas, donde quedan atrapadas en condiciones infrahumanas en campos improvisados que no cumplen ninguno de los criterios de la Directiva de Acogida que la UE establece para todos sus estados miembros.
A ello ha ayudado el cierre de las fronteras de todos los países de los Balcanes vecinos a Grecia, y la posición geográfica de este Estado rodeado de países no pertenecientes a Schenguen, provocando de este modo la desconexión territorial y el asilamiento de Grecia respecto al resto de países Schenguen de la UE.
Con todo ello, vemos cómo cada vez se cierra más el círculo que estrangula el derecho de asilo en Europa y lo convierte en papel mojado mientras los derechos humanos se desvanecen y quedan relegados en nombre de una falsa seguridad que nos amenaza a todos.
En 2016, más de 1,2 millones de personas solicitaron asilo en Europa, de los cuales el 59% lo hicieron en Alemania, con 745.265 solicitudes. Le siguieron Italia, Francia y Grecia. España registró el mayor número de solicitudes de su historia reciente: 15.755, con un incremento del 5,5% respecto a 2015. Pero esto representa tan solo 1 solicitante de asilo por cada 3.000 habitantes y poco más del 1%, de las peticiones de asilo de toda Europa. Desde la aprobación de la primera Ley de Asilo en España en 1984, nuestro país ha recibido en 33 años 225.000 solicitudes de asilo aproximadamente, un número inapreciable si se compara con las cifras que reciben nuestros países vecinos en un solo año
De las peticiones de asilo resueltas a lo largo de 2016, España otorgó alguna forma de protección a 6.855 personas, un 67% de resoluciones favorables, rechazando así 3 de cada 10 solicitudes de asilo. De ellas, 6.160 procedían de Siria, es decir, casi un 95%. Desde CEAR no podemos dejar de manifestar nuestra preocupación porque no se garantiza el mismo reconocimiento a quienes huyen de otros conflictos, menos visibles y mediáticos, pero igual de graves. Por ello llegamos a la conclusión de que en España si no eres sirio, tienes pocas posibilidades de recibir protección internacional.
Por último, la situación en nuestra Frontera Sur sigue siendo, como poco, preocupante. En Melilla, las 2.440 solicitudes de asilo recibidas suponen la mitad que el año anterior y en Ceuta apenas 220 personas pidieron asilo el pasado año. En ambos casos, llama la atención las dificultades para acceder a las oficinas de asilo abiertas en los perímetros fronterizos. En Melilla, por ejemplo, el acceso que funciona en Beni Enzar es inaccesible para las personas de origen subsahariano y las personas de origen sirio acceden a través de sobornos o pagando por pasaportes falsos que les permitan llegar hasta el lado español de la frontera. Curiosamente, vemos cómo en Ceuta no se registró ni una sola solicitud en la oficina de El Tarajal.
No podemos olvidar que hay miles de personas que han encontrado refugio en nuestro país, y que pese al dolor de la huida forzada, se han sentido acogidos y están reconstruyendo sus vidas en España y en Europa. Pero mientras éstas representen solo la excepción y no la norma, desde CEAR no podemos celebrar el Día Mundial del Refugiado más que para seguir denunciando cada vez que se niega un derecho humano fundamental como es el Derecho de Asilo. Para ello hoy lanzamos la campaña 'Tu silla, su refugio', donde 60 artistas del mundo de la música, la cultura, la comunicación y el deporte han decorado una silla que simboliza la acogida de esas 60 personas que cada tres minutos se ven obligadas a huir, dejando todo atrás para poner a salvo sus vidas.