Nos construimos gracias y a pesar de nuestra familia
En toda familia hay historias de hijos no deseados, peleas por herencias, infidelidades, suicidios… y en la gran mayoría se esfuerzan por esconder estas historias.
Estos días hemos echado de menos, o de más, a la familia. O incluso lo seguimos haciendo.
Lo bueno de hablar de familia es que puedes incluir a las personas que te criaron, a las que te dieron alimento en forma de papilla y de caricias, o a las que has encontrado en tu camino y te han ayudado en el trabajo, en las rupturas y en las mudanzas.
Una buena familia tiene tanto amor para darnos y tanto poder destructivo sobre nosotros que sin ella no sabríamos vivir.
Sí, la familia tiene el mismo poder creativo que destructivo.
Y si no tienes muy claro este último punto, vamos a hablar del miedo. Ese gran miedo que hay en tu familia: miedo al qué dirán, miedo a la ruina, miedo a la enfermedad, miedo al miedo…
Si es un miedo que ha pasado de generación en generación es como un miembro más de la familia. Un tío abuelo que dejó huella pero del que nadie habla.
La vida se ha condicionado a la existencia de ese miedo.
Mejor dicho, tu vida se ha condicionado a la existencia de ese miedo. Porque si no intuyeras que hay algo que no está bien en tu vida no habrías llegado a estas líneas.
Lo más seguro es que hace varias generaciones hubiera un suceso en la familia que marcó un antes y un después. Pudo ser una muerte por causas injustificadas, una pelea que abrió una brecha en la familia, un embarazo que había que esconder… por no hablar de una guerra que partiera la familia en dos bandos.
Ese hecho les cambió los planes por completo y desde ese momento empezaron a pensar y sentir la vida de una forma diferente. Sus gafas de ver el mundo cambiaron de color.
Y con una intención positiva, transmitieron a sus hijos la importancia de evitar que eso volviera a suceder.
Quizás no habría vuelto a suceder jamás, pero todos los esfuerzos se pusieron desde entonces en tapar, disimular o cambiar el rumbo indiscutible de la vida. Y como lo más probable es que no contasen con el apoyo psicológico que necesitaban, lo hicieron lo mejor que pudieron pero no alcanzó para aliviar el trauma y reducir el miedo y la vergüenza.
De esta forma se construyen las estructuras invisibles de las familias. Con mucho amor, por supuesto, pero también con mucho dolor silenciado.
En toda familia hay historias de hijos no deseados, peleas por herencias, infidelidades, suicidios… y en la gran mayoría se esfuerzan por esconder estas historias. A tu abuela le gusta contarte lo buena que era en aquello, pero no se sienta contigo a decirte que su primer gran amor le dejó al enterarse de que estaba embarazada y tuvo que abortar a escondidas.
Esta y tantas otras historias que han podido suceder en tu familia pueden estar en el origen de pensamientos del tipo “no merezco que me quieran”, “los hombres tienen más derechos que las mujeres”, “es mejor esconder tus sentimientos”, “para conseguir lo que quiero tengo que esforzarme mucho”, “no puedo confiar en nadie”, “el amor te hace sufrir…”.
Y si una historia de ese calibre desestabilizó por completo a la familia, ¿cómo no avisar a los descendientes de su peligro?
Esa historia que no se cuenta con palabras de forma explícita, se transmite de forma inconsciente de una generación a otra siempre con la intención de ayudar a los que están por venir.
Pero a día de hoy, ¿estamos en el mismo peligro? ¿Es necesario que ese aviso se siga manteniendo vivo en el siglo XXI? ¿Es útil esa forma de pensar hoy?
Todos tenemos un legado familiar a nuestras espaldas, más maquillado o menos, más brillante o menos, pero todos tenemos también la capacidad de liberarnos de esa carga y actualizar nuestro sistema operativo particular cuando nos está dando error.
Hay momentos en los que querer a tu familia supone encontrar tu sitio y diferenciarte de sus miedos y pensamientos siendo uno más, pero distinto al mismo tiempo.
Si hay un miedo que te paraliza o un bloqueo mental que te impide acercarte a tus metas, quizás sea interesante que analices tu novela familiar. Te has construido gracias y a pesar de ellos. Derriba las partes de esa construcción que ya no sirven y construye una nueva desde tu consciencia de hoy.