“No tengo el cuerpo para mezclas”: por qué la gente prefiere (ahora) AstraZeneca
Muchos de los menores de 60 años descartan Pfizer porque no les gusta la idea de mezclar. Algunos expertos reconocen fallos de comunicación en esta campaña.
Ni sacado de un guión de película. La vacuna de AstraZeneca ha pasado en pocas semanas de ser el ‘patito feo’ —primero por su supuesta menor eficacia y luego por la aparición de trombos asociados a la inyección— a ser la reina de la pista entre quienes tienen derecho a elegir vacuna en España: los profesionales esenciales menores de 60 años que recibieron una primera dosis de AstraZeneca.
De poco han servido los resultados preliminares del estudio CombivacS, que apuntan a una mayor respuesta inmune al ‘mezclar’ AstraZeneca y Pfizer, y la recomendación de Sanidad, que pidió a la población que se pusiera Pfizer como segunda dosis. El Ministerio finalmente aceptó a regañadientes, y a petición de algunas comunidades, permitir a la población optar por una doble dosis de AstraZeneca mediante la firma de un consentimiento.
Varias comunidades, entre otras Madrid y Andalucía, se apartaron del acuerdo ‘oficial’ alcanzado en el Consejo Interterritorial de ofrecer Pfizer de forma prioritaria, pero al margen de esto, los casi dos millones de personas pendientes de su segunda dosis están optando mayoritariamente por repetir con AstraZeneca, según los datos preliminares de varias regiones. ¿Por qué? Principalmente porque lo de mezclar no les da demasiada confianza, tal y como han respondido a El HuffPost tres personas que tienen o han tenido que decidir estos días.
“AstraZeneca 100%, sin dudarlo”
“Yo, AstraZeneca 100%, sin dudarlo”, afirma Carmen, maestra en un pueblo de Ciudad Real. “Me da mucha más confianza ponerme una vacuna que se ha probado en millones de personas que otra que sólo se ha probado en 600 casos”, añade, haciendo referencia al estudio CombivacS del Instituto de Salud Carlos III, que avaló la seguridad y eficacia de mezclar Pfizer y AstraZeneca basándose en los resultados de unos 600 participantes. “Soy muy convencional y muy tradicional como para probar cosas nuevas”, dice la mujer, de 52 años; “no me cabía ninguna duda de que si me daban a elegir, me iba a poner AstraZeneca, y entre mis compañeros, el 99% opina lo mismo que yo”, apostilla.
Entre sus compañeros del colegio, Carmen sólo ha oído de dos que no entrarían en ese porcentaje. “Uno dice que se va a poner Pfizer porque es la que recomiendan ahora las autoridades sanitarias, y otro que se pondrá la que le digan en ese momento, porque él no es quién para decidir”, explica.
La maestra reconoce que “el debate está abierto” entre los maestros. Ella cuenta que al principio se tomó “un poco a risa” todo el lío de AstraZeneca porque no es “nada aprensiva” y nunca sintió miedo, pero en cambio no le gustó “nada”, e incluso le pareció “malévolo”, que la semana pasada el Ministerio de Sanidad confirmara cuatro muertes por trombos en España asociados a la vacuna anglosueca. “No me parece bien que primero nos confundan de la manera que nos están confundiendo y, ahora que la gente está decidiendo en masa ponerse AstraZeneca, digan que ha habido muertos”, lamenta Carmen.
“Todos menos uno decidimos AstraZeneca pese a que lo pasamos mal con la primera dosis”
Juan Francisco, militar de 26 años, ya recibió el viernes pasado su segunda dosis, y también eligió AstraZeneca. “De 20 que nos tuvimos que vacunar, solamente hubo una persona que eligió Pfizer, y fue porque lo pasó realmente mal con la primera dosis”, explica. “Todos menos uno decidimos volver a ponernos AstraZeneca, y eso pese a que la gran mayoría lo pasamos mal con la primera dosis”, recalca el joven.
El propio Juan Francisco estuvo al menos 24 horas ‘fuera de combate’ después de recibir el primer pinchazo, que le provocó fiebre, malestar y dolor articular. Sin embargo, “la gente no quiere mezclar, y más o menos ha habido unanimidad en eso”, afirma. “La gente tiene el pensamiento, no digo el conocimiento, de que mezclar es malo, sobre todo siendo vacunas que tienen diferentes formas de actuar en el organismo”, opina.
Juan Francisco lo achaca, en parte, al “desconocimiento”, y esta ‘crítica’ va en línea con la que se apunta desde Sanidad para explicar por qué aproximadamente el 90% de los menores de 60 años está eligiendo AstraZeneca, según los datos aportados por varias comunidades. El Ministerio habla de un fallo de “comunicación”, y algunos epidemiólogos coinciden en este análisis, aunque sostienen que Sanidad probablemente tiene más datos de los que ha ofrecido para recomendar Pfizer en contra de lo que piden organismos como la Agencia Europea del Medicamento (EMA) o la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Ha fallado la comunicación”
“Los primeros datos que muestran la elección mayoritaria de la gente por AstraZeneca son una señal llamativa de cómo ha fallado la comunicación de algunas decisiones en esta pandemia”, afirma José Jonay Ojeda, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y portavoz de SESPAS. “Muchas decisiones han venido condicionadas por pura logística y disponibilidad de vacunas y, en cambio, lo que ha llegado a la opinión pública han sido otras cosas”, reflexiona el epidemiólogo, que pide “estudiar qué ha fallado, porque todo apunta a que no lo hemos comunicado bien”.
Ojeda admite que entre sus colegas al principio había dudas de por qué se prefería aconsejar “la administración cruzada de dosis”, pero una vez hubo acuerdo sobre esto en el Consejo Interterritorial, la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), como la mayoría de expertos, optó por insistir en que “ambas opciones son efectivas y son seguras”, y por animar a la población a “completar la pauta vacunal” en cualquier caso.
Ahora, Ojeda se siente “bastante sorprendido” por “los primeros números” que apuntan al “poco peso que está teniendo la decisión del Interterritorial” entre quienes deben elegir segunda dosis. Parece que “la gente está tomando decisiones con muchas otras informaciones”, plantea.
Salvador Macip, doctor en Medicina e investigador de la Universidad de Leicester, también apunta a que este giro en el guión sobre AstraZeneca se debe en parte a cómo ha cambiado en este último año “el hábito informativo de los ciudadanos”. “Ahora, quien más quien menos sigue en la tele, en la radio o en las redes sociales a unos cuantos científicos, y a veces confía más en ellos que en el Gobierno”, sostiene. Su teoría es que si esos científicos han defendido AstraZeneca, la gente habrá seguido su propuesta.
“No tengo el cuerpo para más experimentos”
El caso de Juan Manuel es algo más complejo. Este profesor de 33 años residente en Granada todavía tiene que decidir entre Pfizer y AstraZeneca, y no oculta su preocupación. “Estoy en una situación rara, porque desde que me puse la primera dosis de AstraZeneca he ido desarrollando una sintomatología rara, y llevo casi dos meses de médicos”, explica. Ni Juan Manuel ni sus médicos saben todavía de dónde viene su malestar, pero él duda de si ponerse una segunda dosis por si pudiera generarle más síntomas.
De momento, en su colegio les han dado “dos consentimientos para que firmemos si cogemos cualquiera de las dos opciones”, comenta el profesor, que espera poder consultarlo con su médico antes de decidir. “Es un marrón gordo que sin pruebas y ni idea de medicina nos obliguen a título individual a decidir qué hacer”, lamenta.
Con todo, la opción de AstraZeneca va ganando peso en su cabeza. “Creo que al final me iré por AstraZeneca, porque dicen que los efectos se reducen como a la décima potencia en el segundo pinchazo… y no tengo el cuerpo para más experimentos”, dice Juan Manuel. Por cierto, Juan Francisco, el militar de 26 años que lo pasó regular con la primera dosis de AstraZeneca, volvió a tener los mismos síntomas con la segunda, “pero más leves”.