No deberías fiarte de Yuka, la aplicación de nutrición y cosmética que está arrasando
La aplicación, orientada a guiar las compras de alimentos y productos de belleza, utiliza criterios erróneos. Algunos especialistas aseguran que promueve el alarmismo.
Yuka es la app de moda. Lo dice Google, iTunes o Google Play. Esta aplicación francesa creada “para mejorar la salud de los consumidores” se colocó en lo más alto en primavera de 2019. También lo dice la calle. Cada vez hay más gente que ha oído hablar de Yuka (y si no lo ha hecho, lo hará pronto), y cada vez hay más gente que desenfunda el móvil en el supermercado con el objetivo de valorar un producto y saber sus virtudes (o defectos) antes de comprarlo.
De eso va Yuka, de hacer la ficha de todo aquello con lo que te topes en las estanterías del súper, tanto alimentos como cosméticos, y puntuarle con un malo, mediocre, bueno o excelente en función de sus componentes. Lo explican en su web: busca ayudar a los consumidores “a descifrar las etiquetas de los productos para poder tomar las decisiones más saludables”. De ahí lo de que algunos saquen el teléfono antes de pagar.
En septiembre de 2019, poco después de lanzarse, España registraba ya 350.000 usuarios de Yuka , y en todo el mundo había 12,3 millones. Llegó aquí el 27 de mayo de 2019 y arrancó con una media de 100.000 descargas mensuales. “Es evidente que los consumidores españoles tienen la misma necesidad de transparencia y comprensión de las etiquetas alimentarias y cosméticas que sus vecinos franceses”, decía la francesa Ophélia Bierschwale, fundadora de Yuka, consciente del subidón experimentado por la aplicación entre agosto y septiembre de ese año.
Y no se equivoca. Entre los españoles hay una creciente necesidad de conocer lo que se está comiendo: de hecho, el 62,4% consulta las etiquetas de los productos, según una reciente encuesta de la aseguradora Aegon. El problema es que no se sabe cómo leer esas etiquetas y Yuka tampoco ayuda.
Porque hay malas noticias: los resultados de esta aplicación no sirven para nada o más bien sirven para poco, según especialistas en Nutrición y Dermatología consultados por El HuffPost Life. Ninguno haría caso de las notas de la app.
La cuestión es que los criterios en base a los que Yuka clasifica los alimentos no son del todo válidos, explica la nutricionista Beatriz Robles: “Solo el 60% se corresponde con una clasificación nutricional reconocida. El 40% restante no obedece a criterios científicos ni es objetiva”.
Ese 60% llega de NutriScore, un sistema de clasificación de calidad nutricional que compara productos de la misma categoría y que para Robles puede ser aceptable. El problema viene luego. Porque un 30% de la nota depende de la presencia de aditivos, que califica en ‘sin riesgo’, ‘riesgo limitado’, ‘riesgo moderado’ o ‘riesgo elevado’: “Eso lleva a pensar que hay aditivos peligrosos que debemos evitar cuando todos los que están en el mercado son seguros en las dosis empleadas y están evaluados y reevaluados por la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria)”. El otro 10% tampoco sale bien parado, ya que depende de “si el producto cumple con la normativa ECO, lo que no quiere decir que sea sostenible ni nutricionalmente mejor”.
Menos benevolente es el nutricionista Carlos Ríos, impulsor del movimiento realfooding: “Se valoran los productos según el contenido de elementos considerados negativos —energía, azúcares, grasas saturadas y sodio— y positivos —porcentaje de frutas y verduras, fibras y proteína— pero no se entra en la categoría de producto en concreto ni en sus ingredientes”.
Lo ejemplifica con tres productos: dos yogures griegos de la misma marca, uno natural y otro azucarado, y “unas galletas ultraprocesadas”. Mientras que los dos primeros obtienen un ‘bueno’ como nota, las terceras se llevan un ‘excelente’. “Cuando el azúcar que lleva el yogur griego natural viene de la lactosa y es un buen procesado”, explica.
Los criterios con los que trabaja no son los adecuados y tampoco cuenta con un nutricionista que “valore la categoría o el producto en concreto”, añade Ríos, para el que Yuka puede confundir más que ayudar.
“Por ejemplo, un chocolate negro 85%, que yo considero un buen procesado, tiene la misma calificación que un chocolate blanco, que sería ultraprocesado”, explica. Y luego está la segunda pantalla, en la que se destripan los ingredientes. “A veces la clasificación es mala, pero se puede percibir el producto como positivo. Sucede con los refrescos edulcorados, con un ‘mediocre’ por tener aditivos, pero en los que se destaca de manera positiva su bajo contenido en grasas, azúcares o calorías”.
Tampoco las alternativas que ofrece son la solución. “Nutricionalmente son muy similares y realmente no son más saludables. Entiendo que es porque obtienen una puntuación mejor debido a que llevan otros aditivos que la app considera ‘menos peligrosos’, pero sustituir unas natillas por otras no es hacer una elección mejor”, apunta Robles.
Al final ocurre lo de siempre: la gente “sigue sin saber cómo alimentarse ni cómo generar un hábito de alimentación saludable”, apunta Ríos.
Tampoco las cremas pasan la prueba de Yuka. La app no otorga buenas notas a los cosméticos y los dermatólogos no le dan el aprobado a la aplicación. ”Por lo que he estado viendo es una app que se hace eco del alarmismo que hay ahora con los parabenos, conservantes, etcétera.”, afirma el doctor Antonio Clemente Ruiz de Almirón, miembro de la junta directiva de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
“Cualquier producto cosmético tiene muchos componentes y algunos en altas dosis pueden producir alergias, pero todos pasan exhaustivos controles de Sanidad”, añade el dermatólogo.
Yuka le pone el punto rojo a componentes que en grandes cantidades pueden ser negativos, pero no presenta problemas en dosis mínimas. Luego está el mito de los parabenos: “En sí no son malos, pero son una sustancia alérgena y en algunas personas pueden producir reacción”.
Para Ruiz de Almirón, las personas sanas ni siquiera deberían preocuparse si compran el champú en el supermercado, la farmacia o la parafarmacia. No existen productos naturales como tal, “hasta los de farmacia llevan antioxidades y conservantes” y quizás algunos no pasarían el examen de Yuka. “Lo que hace este tipo de aplicación es promover el alarmismo y no creo que eso sea beneficioso para la gente”, señala el dermatólogo, consciente de que cada vez van a su consulta más pacientes que recurren (erróneamente) a internet para resolver dudas de salud.
El dermatólogo nunca tomaría la app como referencia ni demonizaría los productos de supermercado. “Es verdad que si queremos algo más específico no lo vamos a encontrar, pero una persona sana puede comprar el champú en una gran superficie, otra cosa es que tenga una dermatitis seborreica”, añade.
La diferencia principal es que los productos de farmacia tienen menos componentes alérgenos y producen menos reacciones, de ahí que sean más caros. Antes de fiarse de una aplicación móvil, Ruiz de Almirón apunta que hay otros recursos: el farmacéutico o el dermatólogo están ahí para algo.