No te engañes, lo tuyo no es una vida saludable
Una vida saludable no es buscar a otros para que te digan qué hacer y qué no hacer. Qué comer y qué no comer. Cuánto ejercicio hacer y cómo. Una vida saludable no es culpar a las pastillas de que no te hacen efecto, o de que para arreglarte una cosa te estropean otra.
Una vida saludable es ser responsable.
Ser responsable de lo que comes y con qué emociones comes. Y antes has visitado a un nutricionista si quieres, que te ha dado unas pautas alimenticias pero eres tú quien eliges conscientemente seguir esas pautas con el único propósito de ser fiel a ti misma o a ti mismo en tu decisión de alimentarte sanamente.
La decisión de comer bien, de cuidar a tu cuerpo a través de la comida, de saborear y disfrutar del tiempo que dedicas a nutrirte es tuya. La decisión de decir "no" a ciertos hábitos alimenticios surge de ti. No evites la bolsa de magdalenas pensando en la bronca que te va a caer de tu nutricionista cuando le digas en la siguiente consulta que te comiste seis de tirón. Si te comes toda la bolsa de magdalenas que tu abuela te ha puesto delante es porque lo has decidido tú, no para que ella no se enfade o porque estabas muy triste.
No tomes más zumos detox con estrés, por favor. No te angusties pensando que tu cuerpo está lleno de tóxicos dañinos que tienes que eliminar cuanto antes o sufrirás una cadena de desgracias internas.
Si haces una dieta desintoxicante que sea confiando en la inteligencia de tu biología y no volcando cientos de pensamientos negativos sobre tu propio organismo.
Acompaña a tu cuerpo en su labor de mantener el equilibrio interno con alimentos depurativos desde la satisfacción de estar favoreciendo a tu salud.
Una vida saludable es hacer ejercicio físico porque tu mente y tu cuerpo lo agradecen. No es comprarse la última tendencia de ropa fluorescente para pasearse por el gimnasio o por el parque. Es salir a correr porque te superas en cada carrera, no porque tu vecina tiene los glúteos más firmes que tú.
Si vas a hacer deporte que sea por disfrutar con tu equipo, por tener un objetivo que alcanzar, porque la disciplina es necesaria para mantener una mente en orden, por estrechar lazos con gente con la que aparentemente no tienes nada en común.
Una vida saludable no es culpar al médico por no entender lo que te pasa, por hacerte esperar meses hasta la siguiente visita o por recetarte algo que no ha producido los efectos que tú esperabas.
Una vida saludable pasa por comprender el mensaje de tu cuerpo, por escucharlo, atenderlo y entender que hay una situación estresante que ha originado una cadena de reacciones fisiológicas que rompen el orden interno. A esas reacciones fisiológicas el médico va a llevar al orden a través de un tratamiento o técnica concretos.
Recuerda que es tu responsabilidad atender al origen emocional de tu malestar. ¡Y no porque yo lo diga! Si no porque hace siglos que los padres de la medicina moderna avisaron que la mente influye sobre nuestros estados físicos.
Sé consciente de qué pensamientos te quitan la paz, la armonía y la tranquilidad porque ahí está el origen del desequilibrio físico.
Llevar una vida saludable es comprender que nuestro cuerpo es el resultado de millones de años de adaptación a situaciones críticas como sequías, hambrunas o guerras, y que de todas esas situaciones límites hemos sobrevivido gracias a la capacidad de adaptación de nuestra biología.
Las situaciones límites de hoy no son tan diferentes de aquellas. Sí en el contexto pero no en la esencia. Nuestros ancestros que vivían en las cavernas no pagaban hipoteca, por suerte, pero su vida peligraba si un depredador entraba a su "hogar" y arrasaba con todo y con todos. El peligro a perder a la familia por no poder mantener un hogar seguro estaba y está hoy.
Nuestra biología se adapta al estrés, sí, pero ¿qué haces tú para reducir tus niveles de estrés que tanto afectan a tu cuerpo?
Así que vivir una vida saludable es vivir de adentro hacia afuera. Comprendiéndonos, escuchándonos y tomando decisiones conscientes para asegurarnos una vida equilibrada desde nuestra mente y emociones hasta nuestro cuerpo.
Si no atendemos lo que sucede en nuestra mente y sólo cuidamos al cuerpo para salir bien en el selfi rompemos el equilibrio interno.
Escuchar al cuerpo te permite comer sano porque él mismo te pide evitar ciertos alimentos o tomar fruta fresca después de un exceso. Te lo pide de forma natural, compruébalo.
Cuando escuchas al cuerpo vuelves andando a casa porque estirar las piernas y caminar por la calle te libera la mente de las cargas del trabajo.
Si escuchas a tu biología tomarás sólo la medicación que necesitas, no tomarás pastillas para parchear un dolor o malestar. Ayudarás a tu cuerpo a realizar sus procesos sin entorpecerlos.