No tan rápido, Juncker
El economista de cabecera de Merkel se opone a la propuesta de "euro para todos"
Clemens Fuest es uno de los economistas que susurran al oído de Angela Merkel. Preside el IFO, el instituto con base en Munich que cada mes toma la temperatura a cerca de 7.000 empresas: así elabora su reputado índice de confianza. Es un oráculo para los políticos alemanes. Si, como el pasado mes de junio, el índice rompe un techo histórico y se coloca en 115 puntos, es fácil deducir que los alemanes, contentos con la marcha de la economía, votarán a Merkel el próximo domingo para que nada tuerza su optimismo. Los sondeos electorales confirman esa tendencia.
Pero Fuest es capaz de olfatear tormentas en el horizonte, y parece espeluznado con la última propuesta de Jean-Claude Juncker de 'euro para todos'. "Creo que introducir el euro en todos los países de la UE es un absoluto error, primero hay que dotarse de un marco estable en la eurozona. Imaginemos otra crisis, esta vez en Italia. Si también Italia necesita acudir al MEDE -el Mecanismo de Estabilidad diseñado tras la crisis griega de 2010 para salvar el euro-, muchos dirán que no quieren ser gobernados por Bruselas, y eso podría romper el euro. Y si los italianos siguen con la economía estancada, acabarán echando la culpa al euro y se querrán ir."
En un encuentro en Berlín con los directores editoriales europeos del HuffPost, Fuest clama por reformas encaminadas a la descentralización de la política fiscal y del control de la deuda por los Estados. Todo lo contrario por lo que ha abogado el presidente de la Comisión Europea en su discurso de la pasada semana, y en abierta divergencia con las propuestas del presidente francés, Emmanuel Macron.
"¿Un ministro de finanzas para la eurozona? ¿Para qué? ¿Para manejar un presupuesto que no existe?", se pregunta Fuest. "Los alemanes esperarán de él más disciplina en la eurozona. Y los italianos le pedirán una mayor redistribución de los fondos, así que el pobre poco va a conseguir. Además, el problema fundamental es que este ministro no tendrá legitimidad democrática. ¿Quién le elige? Al final, volvemos al problema de la soberanía nacional".
Sobre el Brexit, Fuest no prevé una catástrofe para el Reino Unido. Los cálculos de IFO sí anticipan un impacto negativo en el PIB británico del 3% o 4% a lo largo de una década, pero esa ralentización del crecimiento no tienen por qué notarla los británicos en el bolsillo. Tampoco contempla grandes problemas en la estrecha relación entre las poderosas industrias automovilísticas británicas y germanas. "A nadie le interesa un Brexit duro: yo apostaría por un estado de transición permanente, algo similar al estatus que tiene Noruega con la UE, pero mejorado." Una idea que empieza a circular con fuerza, también en el Reino Unido y en Bruselas, vista la complejidad de las negociaciones. A estas alturas, nadie da un euro -ni una libra esterlina- por que la ruptura definitiva se produzca en la fecha prevista, en marzo de 2019.