Si en la ciudad las mujeres lo tienen difícil, en los pueblos mucho más
María Sánchez publica 'Tierra de mujeres', donde reivindica otra visión de los pueblos y de sus mujeres: "Hay mucho paternalismo".
A María Sánchez (Córdoba, 1989) no le tiembla la voz (ni el pulso) a la hora de decir y escribir que "los habitantes de los pueblos son ciudadanos de segunda". Y "si ya de por sí el medio rural no existe en nuestro día a día ni en nuestra narrativa, ¿qué pasa con sus mujeres? Son invisibles".
Sánchez, que es veterinaria de campo, escritora, poeta, tuitera y autora del ensayo Tierra de mujeres (Seix Barral), está harta de que los pueblos sólo salgan en los medios por desastres, de que sus habitantes sigan siendo comparados con Los santos inocentesde Miguel Delibes y de que programas como España Directo o Aquí la Tierra simplifiquen a las personas del campo. También está harta de reportajes de pueblos fantasma, de que la gente piense que no se puede ser ganadera y hacerse las uñas... y de mucho más. Confiesa que le "encantaría montar una página recopilando titulares sobre el medio rural. Diría: 'Así habláis de nosotros". Lo bueno es que esta imagen general se puede cambiar: "Basta con revisarse, que no pasa nada".
Ella misma ha tenido que revisarse. De pequeña, sus únicos referentes eran los hombres de su familia; su madre era justo lo que ella no quería ser. "Ha tenido que venir el feminismo a mi vida para darme cuenta de lo que pasaba... Hostias, ¿por qué quería parecerme a mi padre y no a mi madre? ¿Por qué siempre he dado importancia a los hombres de mi familia y no a las mujeres?", plantea. Ahora es cuando piensa "en lo injusta" que ha sido con su madre. "En mi adolescencia no la podía ni ver". Pero cuando entiendes las "circunstancias de cada persona y de dónde viene", cuando piensas que a esa persona "la quitaron del colegio para trabajar y siempre se le ha negado la capacidad de decidir", la perspectiva cambia mucho. "¿Vas a ir a decir a esa mujer cómo y cuándo tiene que hacer las cosas? Eso es muy paternalista y cada persona persona tiene sus tiempos", advierte.
Algo parecido ocurre con "el feminismo rural; no le puedes exigir lo mismo que al feminismo urbano". "En un pueblo te conoce todo el mundo, hay otras dinámicas y otras formas de relacionarse", explica. Sánchez reconoce que el pasado 8 de marzo se quedó un poco decepcionada al ver tan "pocas" mujeres manifestándose en los pueblos, pero aclara: "No es lo mismo salir a la manifestación en Madrid, que no te conoce nadie, que en un pueblo, donde sales y ya llevas el letrero de 'soy yo, soy feminista y estoy aquí reivindicando". "Tendría que haberlo visto al revés. Hay que sentirse orgulloso de esas mujeres, aunque fueran poquitas. Además este año van a ser más", celebra.
Las que se manifiesten serán mujeres que sienten el respaldo de las demás y que, juntas, reclamarán que la visibilización y la igualdad no sólo llegue a la urbe, sino al mundo rural. Porque las mujeres también trabajan en el campo, aunque no figuren. "En mi asociación [la Asociación de Criadores de Ganado Caprino de Raza Florida], somos prácticamente todo mujeres veterinarias y en la facultad el 90% son alumnas. Y aunque la mayoría de mujeres de campo no estén al mando, no tengan la titularidad, sí están ahí trabajando. No están ahí sólo para ayudar. Trabajan con el marido, con el padre, con el hermano..., pero luego no figuran. Son fantasmas", critica Sánchez.
La cuestión de la titularidad compartida en las tierras de labriego es bastante sangrante. Por ejemplo, muchas agricultoras no entienden que, pese a trabajar mano a mano con su marido o con su padre, ellas no tengan derecho a presentar los papeles para recibir subvenciones de la Política Agrícola Común de la UE (PAC) porque sólo aparece el hombre como titular. "Es brutal", admite la veterinaria. "Tú y yo ahora estamos en una edad, en una sociedad y en una época en la que no nos importa pedir a nuestra pareja que estemos los dos en los documentos, aunque él haya heredado las tierras, porque las trabajamos los dos. Pero es distinto plantearle a una mujer de 50 años que se ha criado en un ambiente de machismo que le diga a su marido que ponga los papeles a su nombre". "Y dentro de las mujeres rurales, si hablamos de las inmigrantes hay que añadir otra capa más de invisibilización", lamenta.
Es hora de quitarse la venda con los pueblos y sus mujeres. A María Sánchez le han llegado a decir: "Ah, ¿pero que usas Twitter? No serás tanto de campo entonces". O: "Pues para ser de campo te gustan mucho los tacones". "¿Qué pasa? ¿Que soy menos mujer rural por arreglarme? A mis ganaderas también se lo dicen. Tengo una ganadera del 93 muy coqueta. ¿Y qué pasa? ¿Que por trabajar en una granja no puede hacerse las uñas? Hay que romper esos tópicos y esas falsas postales", reclama.
Consciente del problema de la despoblación rural en España, donde más de la mitad del territorio se considera desierto demográfico, María Sánchez propone "trabajar entre todos, ponernos cara a cara y ver qué necesita el campo". "Que no se decida desde un despacho en Madrid", sugiere.
"No pretendo que haya un colegio en cada pueblo, pero sí que haya facilidades para que quien quiera irse allí a vivir tenga un autobús que lleve a los niños al colegio o tenga un pediatra", aclara. "Y creo que se puede. Miro a Francia, y allí hay mucha gente que se está yendo a los pueblos a vivir. Mi mejor amiga vive en Francia en un pueblo de 200 habitantes y es profesora". La autora está convencida de que "se vive mil veces mejor en un pueblo que en una ciudad". Y cita los inconvenientes de la capital: "La subida de los alquileres, la forma de relacionarse, el tráfico, la contaminación...".
"Quizá en las ciudades pueden aprender algo de cómo se vive en el pueblo", afirma. Por ejemplo, sororidad (aunque no se le llame por ese nombre). "Mi abuela que vive sola y apenas puede andar siempre tiene su puerta abierta. Si le pasa algo y no nos lo quiere contar por teléfono, nos llama la vecina para avisarnos de si se ha mareado o ha tenido que ir al médico", relata Sánchez. "Y también están las mujeres que van a casa de la vecina con su ollita caliente. Ese intercambio de alimentos, de productos del huerto, ese estar pendiente las unas de las otras es muy de pueblo", describe.
La autora tiene puestas sus esperanzas en las nuevas generaciones, "en Greta [Thunberg] y en todos los jóvenes que se están manifestando contra el cambio climático". "Siempre somos muy paternalistas con los que vienen, pero en esto tenemos que aprender de ellos", opina. Y apoyarlos y darles los medios necesarios, claro. "En un estudio, el 80% de los niños reconocían imágenes de Pokémon y menos del 50% a los animales y los árboles de su área. ¿Cómo van a cuidar eso si no lo conocen?", denuncia.
Por eso a María Sánchez le gustaría ver "más libros del medio rural escritos por mujeres", algo que hasta hace poco era casi inexistente. "Si nos han enseñado a avergonzarnos de dónde venimos, ¿cómo íbamos a ponerlo en valor y a reivindicarlo? Si las mujeres tuvieron que irse del colegio para trabajar en el campo y ni siquiera tenían un trabajo reconocido, ¿cómo se iban a plantear dedicarse a una labor cultural?", reflexiona.
Lo que ella tiene claro es que Tierra de mujeres no existiría si no lo hubiera escrito una mujer y que sería muy, muy distinto si lo hubiera escrito un urbanita. Tendría "una visión paternalista, pobre, vacía, nostálgica, muy plana; esa es la literatura que siempre se ha escrito del campo", añade.
¿Y qué planes tiene la autora para el próximo 8-M? "Haré huelga, por supuesto".