No pienso avergonzarme de mi cuerpo
Durante toda mi vida he luchado contra mi cuerpo.
Aunque nunca he sufrido un trastorno alimentario ni nada parecido, tampoco he tenido una imagen positiva de mí misma. De hecho, me atrevería a decir que, durante mucho tiempo, padecí un trastorno dismórfico corporal. La imagen que tenía de mí misma distaba enormemente de cómo me veían los demás. Me buscaba defectos y, cuando los encontraba, los magnificaba y ya no me los podía sacar de la cabeza.
No ha sido hasta hace pocos meses, a través del ejercicio y la estimulación de la conciencia propia, cuando por fin me he encontrado en paz con mi cuerpo. Aún me queda trabajo por hacer, pero, por lo menos, ya veo lo importante: mi cuerpo es una máquina poderosa y capaz de muchas cosas, pese a sus imperfecciones. Ya no me siento incómoda. Por primera vez que yo recuerde, no me da ningún reparo llevar pantalones cortos. Ni tops de tirantes. Ni siquiera bikinis.
Sin embargo, hace poco tuve una experiencia que me hizo avergonzarme por sentirme cómoda con mi cuerpo. Participé en una competición acuática un día de casi 30º y llevé puesto un bikini. Me había asegurado con antelación de que no pasaba nada por llevarlo y así me lo hicieron saber. Al acabar la competición, nos dijeron que nos habían hecho fotos a todos los participantes.
Aunque empecé la competición con algo más de ropa, me la acabé quitando porque se empapó y me quedé en bikini. Hacía un calor húmedo, así que ir en bikini no era nada del otro mundo. Al cruzar la meta, sonreí para hacerme la foto y ni siquiera se me pasó por la cabeza un instante la ropa que llevaba puesta.
Unos días después de la competición, recibí un correo electrónico de los organizadores: las fotos en bikini no podían ser incluidas en su página de Facebook junto con las otras fotos de la jornada. Me quedé desconcertada al leerlo, pero decidí dejarlo pasar y no responder nada.
Aun así, fueron pasando los días y seguía arrastrando en mi mente lo sucedido. Sentía que me estaban intentando avergonzar por llevar un bikini, por ser una mujer que vive cómoda con su cuerpo. Subieron a su Facebook casi todas las fotos de los demás participantes, incluso fotos de mujeres que llevaban pantalones cortos y la parte superior del bikini o fotos de hombres sin camiseta y con bañador. Aún estoy intentando averiguar cuál es la diferencia con mi bikini.
Al no subir la foto a su Facebook, me estaban diciendo que había algo malo con mi aspecto o con mi actitud hacia mi cuerpo. Me estaban diciendo que debería pensármelo dos veces antes de llevar puesto un bikini en público. Sentí que me estaban criticando por sentirme a gusto con mi cuerpo, algo me que ha costado conseguir toda mi vida, literalmente. Ya sé que no es ese el motivo por el que decidieron no subir las fotos con bikinis, pero así es como lo sentí.
Años atrás, me habría callado ante esta situación y habría dejado que alimentara mis pensamientos negativos hacia mí misma y me habría hecho replantearme si debería olvidarme de llevar bikinis. Pero ahora soy diferente. He luchado mucho para llegar a este punto de autoaceptación y sé que no soy la única mujer en esta situación, de modo que no quiero dejar pasar lo que ocurrió, no quiero barrerlo bajo la alfombra ni mucho menos normalizarlo.
La triste verdad es que, como mujeres, la sociedad nos acribilla a mensajes de que debemos ser atractivas, pero no demasiado (ese es otro asunto aparte). Esa es la delgada línea sobre la que se supone que debemos hacer equilibrios. Y os lo garantizo, es imposible mantener el equilibrio sobre esa línea, así que ¿para qué intentarlo?
Si eres de esas personas que se sienten incómodas con su cuerpo o lo ven de forma distinta a los demás, te reto a que reconsideres por qué piensas así. Apuesto a que es porque alguien te ha dicho que no debes sentirte bien con ese cuerpo o porque la sociedad te ha hecho creer que, si tu cuerpo no es perfecto, tienes que acomplejarte por ello. Y eso es mentira.
Y si eres de esas personas que se sienten cómodas con su cuerpo, sigue llevando la ropa que te haga sentir a gusto e ignora todas aquellas experiencias que te intenten convencer de lo contrario. No dejes que los demás decidan por ti. No dejes que los ignorantes te avergüencen por sentirte bien con tu cuerpo. A fin de cuentas, la única persona que debería sentirse a gusto con tu ropa y tu apariencia eres tú.
Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.