"No me voy a amedrentar, con mis 82 años no he tenido miedo a nadie"
Tomás Plaza ha sido amenazado por la Comunidad de Madrid con la expulsión o el traslado de su residencia de Peñuelas.
Tomás Plaza, un anciano de 82 años que está desde hace un año junto a su mujer en la residencia pública Peñuelas de la Comunidad de Madrid, ha sido uno de los nombres propios en las últimas horas. Este jueves se conoció que el director general de Atención al Mayor y a la Dependencia de la Comunidad de Madrid, Juan José García Ferrer, le había amenazado por carta con su expulsión o con cambiarle de centro.
En la misiva, que le llegó el pasado 8 de septiembre y a la que ha tenido acceso El HuffPost, el responsable avisa a Plaza de que está incumpliendo “las normas contenidas en el Reglamento de Régimen Interior” del centro en el que reside. Desde la Comunidad de Madrid le recriminan su actitud y le instan a que “respete los derechos de los trabajadores y profesionales de la residencia”.
Si no cambia su comportamiento, le advierten que “puede dar lugar a las faltas y sanciones contempladas, entre las que se encuentran la amonestación verbal o escrita, la inhabilitación para formar parte de los órganos de representación, el traslado temporal o la expulsión definitiva”.
Esta amenaza ha llegado como consecuencia de las denuncias que Plaza hace casi a diario, desde que entrara el pasado 29 de octubre de 2021, con el objetivo de mejorar los derechos y los servicios de los residentes. “Casos hay para escribir la Biblia y El Quijote juntos”, asegura este anciano, que paga por estar atendido tanto él como su mujer, dependiente, toda su pensión de casi 900 euros.
Una de las situaciones que más le enfadó y que ya sacó a luz fue cuando nadie limpió a su mujer después de que se hiciera sus necesidades y estuviera casi dos horas sin limpiar. La auxiliar le dijo que no podía porque tenía que dar de comer a las personas del segundo turno.
“Mi mujer había estado ingresada en la UCI por una infección tras una situación similar y no vino. Mi reacción fue ir a la médica y decirle que la primera que iba a pagar iba a ser ella porque iba a ir al ministerio de Sanidad y al Colegio de Médicos a contar el caso. Entonces decidió mandarme a alguien”, explica.
En otra situación, igual de surrealista, Plaza cuenta que se perdió la dentadura de una residente. “Resultó que llevaba la de abajo una señora y la de arriba otra. Para que te hagas una idea”, asegura.
El tema de la alimentación también es algo que afecta diariamente a Plaza, que reconoce que no come lo que dan porque “da asco y es una mierda”. “Tenía una nevera y un microondas para hacerme un caldito o un gazpacho fresco y me lo retiraron, así que me llevo un poco de fuet, queso, fruta o me compro un bocadillo con el dinero que me dan mis hijos”, confiesa.
Además, revela que desde la Comunidad de Madrid le enviaron una citación médica con un informe desfavorable de una psicóloga y dos trabajadoras sociales. Él apunta que está manipulado para que saliera así. “Tengo todo correcto. Solo hay tres personas, que son las trabajadoras sociales, con las que no he hablado nunca, y la psicóloga, que he hablado una vez, que dicen que mis informes no son favorables, cuando todos los demás sí”, subraya.
Sin rodeos contra García Ferrer
Si hay una persona a la que Plaza no duda en criticar ese es Juan José García Ferrer. Ante la postura adoptada por el director general de Atención al Mayor y a la Dependencia de la Comunidad de Madrid, la reacción del anciano no ha podido ser más firme.
Tras estar este jueves en la Asamblea de la Comunidad de Madrid y emocionarse cuando la diputada del PSOE Lorena Morales denunció el caso, Plaza reconoce que tanto él como su hijo abogado contestaron al responsable. Además, aprovecha para definirle con dureza: “Le hemos respondido para que no sea tan pancista y torticero. Siento hablar así, pero me temo que es un pancista indecente que chupa de alguien para hacer lo que ha hecho”.
No tiene miedo a una expulsión o a un traslado. ”¿Cómo me van a trasladar?. Su palabra no tiene ninguna validez. Ya pueden decir mucho los de la derecha, que están queriendo cambiar la ley para que sus amigos ganen más dinero, que detrás de todo hay tribunales de justicia y habrá alguien que recoja lo que traigo”, avisa.
Plaza, que reconoce que en su carta le ha dicho “de todo menos guapo”, detalla que si está molesto lo normal habría sido que le llamara primero para ver qué ocurría y no que le enviara esa carta amenazándole con expulsarle o trasladarle. “Si quiere le diré que cuando tenga el dinero disponible para que nos vayamos a una privada, nos iremos... En fin, este es el país que tenemos”, se resigna.
Además, ya avisa a García Ferrer que no va a cambiar su comportamiento y que va a seguir criticando todo lo que vea que está mal, algo que reconoce haber hecho durante toda su vida.
“No me voy a amedrentar. Con mis 82 años no he tenido miedo a nadie, no he agredido a nadie y si a alguien le molesta que sea tan claro y llame al pan, pan, al vino, vino y a los sinvergüenzas, sinvergüenzas que se aguante porque soy y seguiré siendo así”, afirma rotundo.
Plaza añade para dejarlo todavía más cristalino que va “a seguir denunciando todo hasta el día que no me quede respiración”. “Si le quedan cuatro días a mi mujer y puedo hacer que los viva feliz, ya me considero pagado. Y si es por otro, también lo haré”, sentencia.
Una problemática en las residencias de mayores
Este no es el primer caso que sale de un trato vejatorio hacia los residentes de algunos centros de la Comunidad de Madrid. A la de Peñuelas, además de sus críticas, también son recurrentes las quejas de hijos o nietos de algunos de sus compañeros.
“Muchos son gente mayor que no tienen la cabeza bien, pero sus hijos mandan quejas y quejas constantes, aunque yo creo que las deben de tirar a la papelera y no le llegan nunca al responsable”, asevera Plaza.
Por ello, se alegra de apariciones como la de Mariano Turégano, que a sus 82 años acudió el pasado jueves al pleno municipal del Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes a denunciar las condiciones en las que viven los 140 residentes del Centro de Día de Moscatelares.
Turégano, que afirmó que incluso se habían producido varios ingresos hospitalarios como consecuencias de las altas temperaturas que había en la residencia este verano, criticó con dureza la comida. “Es tan deleznable que estamos horas y horas sin comer nada”.
También reveló como la falta de personal y seguridad ha provocado que personas que no pueden salir solos a la calle, lo hagan “libremente”. “Es la Policía quien después de horas, los encuentra perdidos por algún supermercado y los identifica devolviéndoles al centro”, resumió.
Por eso, Plaza se muestra esperanzado que vayan apareciendo este tipo de portavoces que den luz a lo que ocurre de puertas para adentro. Avanza que probablemente surgirán dos nuevas voces y finaliza retando a García Ferrer: “Si conseguimos que haya más lograremos que se vayan los ladrones”.