'El Irlandés': Scorsese se hace una injusticia a sí mismo
A pesar de los hurras de los críticos, la actuación de De Niro es aburrida y poco inspirada.
Después de años de espera, se estrenó El Irlandés, en Netflix, y en algunos cines de algunos países. Definitivamente la existencia de esta película (casi miniserie) es un motivo para celebrar, ya que es un proyecto largamente acariciado por el director Martin Scorsese y por el actor Robert De Niro, con una historia accidentada y años de gestación.
Es una buena película, pero no una gran película, y no es una obra maestra. No nos encontramos aquí al Martin Scorsese revitalizado de la magnífica y si obra maestra, El Lobo de Wall Street, sino a un Martin Scorsese con momentos brillantes y entretenidos pero también en un auto-homenaje que pareciera una visita por un Museo de Cera de su trayectoria, con hasta Robert De Niro en estatua rejuvenecida por los efectos especiales.
Obvio es que vale la pena verla. Así que primero la historia y los aciertos: El Irlandés casi no se hizo. Los costos de producción prohibitivos de una película de época, en estos tiempos en que la audiencia adulta ya no va al cine como iba, hacía que cualquier estudio temblara ante la inversión de más de 150 millones de dólares que exigía esta épica histórica, basada en un libro de Charles Brandt sobre la vida del gángster, Frank Sheeran, I Heard You Paint Houses (cuya traducción no literal sería algo así como Me dijeron que te dedicabas a pintar casas).
Es una de esas historias con final feliz que a veces pasan en Hollywood. Netflix llegó a salvar el proyecto de Scorsese y De Niro antes de que naufragara y crea las condiciones para que exista una nuevo obra del dúo director-actor que generaron clásicos como Malas Calles, Taxi Driver, New York New York, El rey de la comedia, Buenos Muchachos (en España Uno de los nuestros), El cabo del miedo y Casino, entre muchas otras.
Desafortunadamente, a una semana de haber visto la película en una sala de cine y de haber sido cautivado por la maestría narrativa de Scorsese en algunas escenas y secuencias, y por la actuación formidable de Al Pacino como Jimmy Hoffa, no creo que El Irlandés sea una obra maestra, ni tampoco una de las grandes películas de Scorsese. Es una buena película, con varios momentos de grandeza, pero también es excesivamente larga sin justificación, por ende tediosa y sentimental, y construida alrededor de una aburrida actuación de Robert De Niro y una fantástica y explosiva de Al Pacino.
¿De qué trata El Irlandés? Es sobre un libro basado en las memorias de Frank Sheeran, un gángster de poca monta que le confesó al escritor Charles Brandt ser el asesino del legendario jefe sindicalista estadounidense, Jimmy Hoffa. ¿Quién era Jimmy Hoffa? El jefe sindicalista más poderoso de su época, líder de los Teamsters, básicamente todos los conductores de camión que transportaban bienes en Estados Unidos en los 50s y 60s. Hoffa era una figura temible, acérrimo enemigo de los Hermanos Kennedy y con bien conocidos lazos con la mafia.
En los 70s Hoffa desapareció, y poco después se le dio por muerto. A la fecha, nunca se ha sabido a ciencia cierta quién mató a Hoffa, aunque se presume que fue la mafia. Su desaparición y muerte fueron (¿son?) unos de los grandes misterios del siglo XX en los Estados Unidos, y ya habían sido objeto de una película, llamada Hoffa, protagonizada por Jack Nicholson como Hoffa y dirigida por Danny DeVito en 1992.
Sin duda, un punto admirable de El Irlandés es que vuelve a poner a Hoffa en el mapa y nos recuerda las conexiones íntimas entre poder político y poder criminal a lo largo del siglo XX, y específicamente que en el Camelot de los Kennedy no todo eran ideales y pureza. Claro que eso también lo puede hacer un programa de History Channel en una hora o menos, pero El Irlandés nos da el lujo de presentárnoslo en una producción de primer nivel con algunos de los grandes actores del siglo XX (aunque quizá no del XXI): De Niro, Pacino y el regreso de Joe Pesci (para quien hubiera estado esperando su regreso).
Un punto importante a mencionar, es que la historia de Sheeran ha sido duramente cuestionada y que la mayoría de los expertos dudan que él realmente es el que haya matado a Jimmy Hoffa. Pero eso, de entrada, no le quita validez a la historia. Al final cuando hablamos de historia, nunca podemos saber qué versión de la historia es cierta, y lo que Scorsese nos plantea es un panorama de crimen, corrupción y política con la destreza y maestría visual a la que nos tiene acostumbrados. No hay amistad ni relación que resista y que no sea corrompida y finalmente destruida por una vida criminal.
Muchos leen en esta película de Scorsese una autocrítica a sus películas anteriores de gángsters, en las que por momentos el cineasta ha parecido glorificar al criminal, desde Taxi Driver hasta Casino. Y probablemente lo es, aunque sus gángsters terminaban mal desde Buenos Muchachos y Casino. El crimen no acaba bien no es precisamente una revelación. ¿Entonces con qué nos quedamos?
Un grave problema de la película es que nunca logramos conocer realmente al protagonista, Frank Sheeran. Sí, el punto de El Irlandés, es que es un hombre relativamente mediocre y gris, pero es difícil sostener una película de tres horas y media con un personaje mediocre y gris. Uno de los puntos que ha llamado la atención de la película es la nueva tecnología que se usó para quitarle la edad a De Niro, a Pacino y a Joe Pesci, permitiendo a los actores ochentones aparecer de la mitad de su edad. Y sin embargo, la tecnología no sustituye a la energía, y De Niro decepciona en el papel principal.
A pesar de los hurras de los críticos, la actuación de De Niro es aburrida y poco inspirada. Después de triunfales actuaciones en las décadas de los 70s a los 90s, el actor tiene más de 20 años haciendo cualquier papel que se le atraviesa en frente y sus tics y sus expresiones nos la sabemos de memoria. Varias veces, al verlo interpretando al hombre de 40 años, uno piensa qué tan diferente (para bien) hubiera sido la película con un actor de la edad interpretando el papel. El guionista, el director y el actor nunca hacen un esfuerzo serio por entender a este personaje, un error abismal en una película de tres horas y media. Frank Sheeran podría ser un personaje de relleno en Los Sopranos.
El desequilibrio se compensa con una extraordinaria actuación de Al Pacino en el papel de Jimmy Hoffa. Aunque Al Pacino ha también tenido una carrera dispareja en los últimos años, sus elecciones han sido mucho más interesantes que las de De Niro, y es un actor que aún a su edad sigue apareciendo en teatro, y se nota en la energía volcánica que le imprime al papel. Con el Hoffa de Pacino entiendes como el líder sindical movía a los obreros, a los mafiosos, a los políticos. Es una actuación electrizante. Pacino es el corazón de la película y mientras él está en la pantalla, trae complejidad y ambigüedad al monstruo necesario de los sindicatos, al hombre idealista y corrupto a la vez. Digamos que El Irlandés le da la oportunidad a Al Pacino de hacer El Rey Lear, y Pacino no la deja pasar.
La tragedia de la película reside en esta relación de amistad entre Frank Sheeran y Jimmy Hoffa. La mafia le asigna a Hoffa a Frank Sheeran como un matón guarda espaldas, los hombres se vuelven amigos, sus familias se frecuentan y Hoffa se vuelve el padrino de la silenciosa hija de Sheeran al grado de que la niña prefiere al líder sindicalista que a su propio padre. Entonces, la tragedia final es que Sheeran sea el que jale el gatillo que finalmente mata a Hoffa, su jefe y su amigo. Impactante, sin duda. Pero nuevamente, cuando llega este momento, a pesar de que hemos pasado casi tres horas en compañía del personaje de De Niro, el impacto emocional no es tan grande, porque el personaje de De Niro es un enigma, un cero a la izquierda. Aunque la relación entre los personajes es de gran amistad, rara vez vemos esta amistad de forma conmovedora o profunda.
Algún crítico estadounidense dijo con ironía que el personaje de De Niro es como un Forrest Gump que sólo cumple en estar presente en algunos de los asesinatos y crímenes más importantes de la historia de Estados Unidos.
La muerte de Hoffa a las tres horas nos deja todavía con una injustificable media hora en que vemos la decadencia y la vejez de un no muy arrepentido Frank Sheeran. Hay un intento algo fallido durante toda la película de establecer que la hija de Frank Sheeran desprecia la profesión de su padre, pero de nuevo, no hay ningún intento de explorar la relación a profundidad. De hecho ha sido un tema de controversia que la actriz Anna Paquin apenas habla durante toda la película. Las relaciones entre las familias criminales no son fáciles, nos plantea la película. Si, ya sabemos, vimos El Padrino, Buenos Muchachos (en España Uno de los nuestros), Casino, Breaking Bad, Ozark y/o cualquier serie nueva del género que se estrene en Netflix o en Amazon Prime, casi cada mes.
El irlandés es tan larga e incluye tantos detalles innecesarios que de pronto da la impresión de estar viendo una serie de televisión como Los Sopranos o Mad Men, pero sin las escenas cruciales en las que logramos entender a Tony Soprano o Don Draper, y todo aquello que los mueve. De la energía incendiaria de El Lobo de Wall Street, la contemplación de Silencio, Scorsese se hace una injusticia a sí mismo construyéndose una especie de mausoleo, con destellos brillantes, pero funerarios.
Y sin embargo, no deja de ser el trabajo de un maestro, y mejor que la mayoría de las películas que hay allá afuera. Hay que verla para debatirla. Estará nominada a muchos Globos de Oro y a muchos Oscar, y probablemente ganará varios. Pero esperábamos más de Scorsese y parece que cuando hace poco, el director decía que Leonardo DiCaprio le dio un nuevo aliento, tenía toda la razón. Ahora a esperar con entusiasmo su siguiente colaboración con DiCaprio, una colaboración que nos ha dado algunas de las mejores películas de los últimos 20 años.
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