Ni los vacunados ni los expertos entienden el "despropósito" de AstraZeneca
Del "desamparo" de los que se han quedado "a medias" a las críticas de los epidemiólogos: "¿Para qué existe una autoridad europea si cada país hace una cosa?".
Alberto Carretero estaba “deseandito” que llegara el viernes para que le vacunaran contra el coronavirus. En el colegio donde trabaja, sólo quedaban él —cocinero— y el conserje por recibir la primera dosis. El lunes recibió la convocatoria; tres días después, y sin ningún mensaje oficial de por medio, se ha enterado del cambio de planes. “Me he quedado a 24 horas de la meta”, lamenta este manchego de 36 años.
A última hora de este miércoles, Sanidad anunció que dejaría de administrarse el suero de AstraZeneca a menores de 60 años, tras la confirmación de que había un “posible vínculo” entre esta inyección y casos de trombosis muy infrecuentes. El futuro de los dos millones de personas que ya recibieron una primera dosis está, de momento, en el aire.
De “conejillos de Indias” a defensores de la vacuna “pase lo que pase”
Carmen Velasco, maestra de 52 años, estaba “en el recreo” cuando se ha enterado de la noticia, en torno al mediodía del jueves. Ella recibió la primera dosis hace unas semanas y, al escuchar el cambio de criterio, se ha puesto “negra”. “Estamos muy perdidos”, dice.
La información también ha pillado por sorpresa a sus compañeros, que se dividen entre quienes se ven como “conejillos de Indias” y los que prefieren “ponerse la segunda dosis, pase lo que pase”. “Pero el denominador común es el desconcierto y la rabia que da quedarse sin vacuna. Es un despropósito”, zanja la maestra.
“Este mareo y esta confusión es terrible para la gente, y hace mucho daño a la vacunación en su conjunto”, admite Daniel López Acuña, exdirector de la Acción Sanitaria en Crisis de la OMS. “Hemos visto una actuación muy errática, por parte de la Comisión Europea y a veces de la Organización Mundial de la Salud, en momentos en los que necesitamos más claridad, más certeza y más mensajes unívocos”, critica.
El epidemiólogo se reafirma en el último dictamen de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), que recomendó seguir con la vacunación porque los beneficios superan los posibles riesgos (estas trombosis se han observado en menos de uno por 100.000 habitantes).
“La EMA ha señalado que los episodios de tromboembolismos con bajada de plaquetas pueden ser efectos secundarios de la vacuna, pero son infrecuentes, y muy similares a lo que sucede con la administración de heparina, que, sin embargo, nadie ha dejado de usar”, explica López Acuña.
“Lamentable” que cada país vaya “por su cuenta”
Al epidemiólogo le parece “lamentable” que cada Estado miembro haya ido “por su cuenta”. Los ministros de Sanidad de la UE se reunieron tras la conclusión de la EMA, pero no hubo acuerdo, y en general los países han optado por dejar de usar la vacuna en menores de 60 o de 55 años. “¿Para qué tenemos una autoridad regulatoria europea si después cada quien hace lo que quiere?”, plantea. En su opinión, los países “han respondido más a las percepciones públicas, al ruido y a la atención mediática que al verdadero riesgo epidemiológico”.
La “sobreinformación” es, precisamente, lo que asustó en un principio a Cristina Montaña, profesora de educación infantil de 34 años, al enterarse de que le iban a poner AstraZeneca. Pero cuando le llegó la cita para vacunarse en Semana Santa, lo que sintió fue “un subidón tremendo”. “Estaba contenta de ponérmela, y me centré en pensar que me iban a vacunar mientras que otras personas no tienen esa oportunidad todavía”, cuenta.
La alegría, en cambio, duró poco. Con el nuevo criterio en el plan nacional, la profesora no sólo no sabe qué ocurrirá con su segunda dosis (si la hay), sino que ahora se siente “insegura”. “Da la sensación de que todo se va improvisando, como si no importaran las personas. Ahora me genera mucha inseguridad la idea de que nos vacunen con otra marca”, explica.
Efectivamente, la posibilidad de que reciban una segunda inyección de otra vacuna está sobre la mesa. Sanidad barajó en un principio la opción de dejar a estas personas sólo con una dosis, pero para ello antes habría que comprobar si su inmunización llega al 70%, algo que todavía no está demostrado.
El limbo de 2 millones de personas
De nuevo, dentro de la Unión Europea tampoco hay consenso en esta cuestión. Italia se inclina por que los jóvenes que tengan una dosis AstraZeneca reciban un segundo pinchazo del mismo preparado. Alemania, por su parte, recomienda que los menores de 60 años tengan una segunda dosis de Moderna. España, en cambio, podría acordar que estas personas reciban la vacuna de Pfizer, basándose en que Reino Unido ya inició en enero una estrategia para combinar ambas vacunas en caso de urgencia.
Y todo esto, cuando los sueros de Pfizer y Moderna tienen una tecnología de ARN, totalmente distinta a la que utiliza la de AstraZeneca, de adenovirus atenuados. A la espera de conocer la decisión definitiva de Sanidad, al epidemiólogo Daniel López Acuña le parece que “no tiene mucho sentido lógico” la idea de mezclar dos tipos de vacunas distintas. “Habrá que estudiar todavía si esto funciona”, señala. No obstante, tampoco le parecería adecuado dejar a las personas con una sola dosis: “Sería dejarlas colgadas”.
Eso mismo es lo que siente Laura del Río, farmacéutica de 31 años, cuando se pregunta qué pasará dentro de tres semanas, cuando le habría tocado recibir la segunda dosis de AstraZeneca. A ella ya le costó convencerse de vacunarse porque entendía que el preparado de AstraZeneca no tenía el mismo grado de eficacia que otras vacunas, pero prefirió eso antes que nada. “Desde luego, si antes tenía dudas, ahora muchas más”, dice.
“Aunque la incidencia [de casos de trombosis] sea mínima, existe. Si llego a tener antes toda esta información, seguramente no me habría vacunado”, reconoce la farmacéutica. Cuando se vacunó, Laura no tuvo más efectos adversos que los “normales”, explica: “Algo de fiebre, dolor de cabeza, náuseas y mareos”.
“Me parece injusto que nos dejen a medias”
Pero ahora sus compañeras y ella se sienten “desamparadas”. No han sido informadas del cambio de plan, así que no tienen “ni idea” de lo que va a pasar con ellas dentro de unas semanas.
Esta misma mañana, han sido desconvocadas miles de citas a menores de 60 años en toda España —sólo 600 en la Comunidad de Madrid— ante el anuncio de Sanidad a última hora del miércoles.
“Es una incertidumbre total”, reitera Laura, que sostiene que estando “tan expuestas” como personal en contacto con enfermos, deberían estar “lo más inmunizadas posible”. “Me parece injusto que nos dejen a medias”, lamenta.
En general, la mayoría de las personas consultadas cree que finalmente se atendrá a lo que decida Sanidad. “Si consideran que es mejor ponerse otra vacuna, pues habrá que ponérsela”, comenta Cristina Montaña.
Mientras tanto, Alberto Carretero, el cocinero que se quedó a las puertas de la inmunización, esperará con ansias una alternativa. “Creo que soy el único tonto de España que estaba deseando que lo vacunaran”, bromea. “Es menor el riesgo de una vacuna que el riesgo de que te enganche el covid”.