No, no puedes negarte a que tu hijo vaya al cole por el coronavirus
Sólo hay una excepción, pero la decisión final nunca corresponde a los padres.
La incierta vuelta al cole, llena de preguntas y con escasas respuestas, está generando auténticos quebraderos de cabeza en los hogares españoles. Una vez que ha quedado prácticamente descartada la opción de retrasar el inicio del curso escolar y con todas las cartas apostando por el modelo presencial, los grupos de WhatsApp de padres son ahora un auténtico polvorín donde surge una opción alternativa: ¿Puede un padre negarse a que su hijo vaya al colegio? ¿Puede solicitar la escolarización online?
La cuestión gana peso después de que, la semana pasada, un estudio publicado en The Journal of Pediatrics pusiese de nuevo a los padres en alerta al detectar que la carga viral en niños contagiados por coronavirus es el triple que en los adultos. El miedo a que el virus venga del cole aumenta, pese a que los expertos advierten de que este informe no cambia nada.
“Tenemos la seguridad de que los niños transmiten peor el virus que los adultos, aunque su carga viral sea mayor”, asegura el pediatra Quique Bassat, del Instituto de Salud Global de Barcelona y portavoz de la Asociación Española de Pediatría (AEPed). Es la conclusión que recoge un reciente estudio del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, que apunta que los menores de 10 años transmiten el virus seis veces menos que los adultos. A partir de esa edad, y siempre hablando en términos de coronavirus, se comportarían como adultos, de ahí que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiende el uso de mascarillas a partir de los 11 años.
La salud por delante... pero sólo en algunos casos
La decisión de que un niño vaya o no a clase no es competencia de los padres. Se trata de una cuestión mucho más compleja de lo que parece, señala la abogada experta en extranjería y familia, Sandra Herranz Terrero. “Entran en juego dos derechos fundamentales: el derecho a la vida y a la educación”, ambos recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
En el caso actual se prioriza la Educación, mientras que el derecho a la Salud Pública sería la excepción. “Por ejemplo, si mi hijo tiene una dermatitis aguda —lo que dificulta llevar a cabo las medidas preventivas necesarias para evitar el coronavirus como el uso de geles hidroalcohólicos o de mascarilla—, pondría en riesgo su salud. En ese caso podría solicitar la formación online y que no fuese a clase. En el resto de los niños no habría esa opción”, resume.
Herranz se refiere a los alumnos de enseñanza obligatoria —Primaria y E.S.O.— para los que no hay posibilidad de evitar ir a clase si definitivamente el cole vuelve de manera presencial, ni siquiera si conviven con personas de riesgo como un enfermo de cáncer o un mayor de 65 años. “Ahí sólo tendrían la opción de extremar las medidas higiénicas”, continúa.
Otro escenario distinto es en el que se mueven los alumnos de Infantil, de 0 a 6 años, o de Bachillerato que ya hayan hecho la E.S.O. “Ninguno de esos dos ciclos es obligatorio, aunque sí es verdad que en los más pequeños se recomienda la asistencia para ayudar a la integración y desarrollo”, apunta.
El médico tiene la penúltima palabra
No es el padre o la madre quien decide si un niño puede quedarse en casa porque su asistencia al colegio pudiese entrañar un riesgo para su salud física. La última palabra la tiene la Consejería de Educación, y la penúltima su pediatra de Atención Primaria.
“En un caso así hace falta un informe clínico, sellado por la Gerencia Asistencial de Atención Primaria, que acredite que el menor tiene una patología y que la asistencia a clase puede poner en riesgo su salud”, explica la abogada Sandra Herranz. En estas circunstancias, el curso se realizaría de manera telemática, ya que prevalecería el derecho a la vida frente a la educación presencial.
Tampoco el médico tiene la última palabra, sino que es una decisión de la Comunidad Autónoma, que debe estudiar el informe —remitido por vía telemática en los plazos del 1 al 20 de julio o del 1 al 20 de septiembre— y decidir en última instancia si el menor puede cursar sus estudios online mientras la pandemia no esté controlada.
Qué pasa cuando dejas a tu hijo en casa
La opción de saltarse las clases no es, en ningún caso, una buena idea. En términos legales podría llegar a vulnerarse el artículo 226 del Código Penal, ya que si el absentismo es continuado los padres podrían ser juzgados por un delito de abandono de la familia y perder la custodia de los hijos. Es una situación extrema, pero podría llegar a ocurrir.
“El centro está obligado a dar un reporte a las autoridades si hay un absentismo escolar continuado sin causa”, explica Herranz. “Asuntos Sociales tiene entonces que tomar cartas en el asunto y visitar la casa para saber por qué el niño no está asistiendo a clase”, continúa. “Se podría quedar ahí, como un abuso, o ir más allá y quitar la custodia a los padres”.
Las mismas oportunidades y una forma de detectar problemas
Sobre la importancia del presentismo insiste María Carmen Morillas, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), para la que las características actuales de la educación online vulneran el derecho a la educación de los menores: “Si algo ha quedado claro en el inicio de la pandemia es que la asistencia es fundamental para garantizar la igualdad de oportunidades”.
“Se nos está olvidando poner sobre la mesa el interés superior del menor”, continúa. Este texto garantiza, tanto en el ámbito público como privado, “la protección del derecho a la vida, supervivencia y desarrollo del menor y la satisfacción de sus necesidades básicas, tanto materiales, físicas y educativas como emocionales y afectivas”.
En este sentido Morillas asegura que, aunque no es obligatoria, la asistencia a clase es clave en infantil. “Cumple una función educativa indiscutible, ya que a edades tempranas es cuando se detectan las dificultades en el aprendizaje o incluso a nivel motor y además se establecen las bases de la educación futura”, apunta.
Desde la Asociación Española de Pediatría también insisten en la importancia de la escolarización presencial. “El desarrollo neurológico es mucho mayor si la educación es cara a cara”, apunta Basset, que asegura que como padre entiende el miedo generalizado y manda un mensaje tranquilizador. “Los niños son los que menos se contagian y también los que peor transmiten el virus. Si se hace de manera segura, con las medidas higiénicas pertinentes, no tendríamos por qué temer la vuelta al cole”.