Yo, yo, yo y luego yo
El narcisismo, al igual que el sobrepeso, es una de las grandes epidemias de nuestro tiempo.
Una persona absorta en sí misma, convencida de la importancia de su existencia y con una necesidad patológica de recibir muestras de atención y admiración por parte de los demás es, sin duda, un miembro del selecto club de los narcisistas.
Seguramente este tipo de personas ha habido desde que el ser humano ha poblado la Tierra, sin embargo, tardamos mucho en acuñar este término. El primero en hacerlo fue un médico británico que vivió en la primera mitad del siglo XX, Havelock Ellis (1859-1939).
Incapaz de amar a otro que no sea él
El mito griego nos cuenta que Narciso era un joven muy hermoso del que se quedaban prendadas las mujeres y a las que, sistemáticamente, rechazaba. En la nómina de estas féminas se encontraba la ninfa Eco, a la que la diosa Hera había condenado a repetir las últimas palabras de todo aquello que pronunciara. Por este motivo Eco era incapaz de poder expresar su amor a Narciso.
Al parecer cierto día, mientras Narciso caminaba por un bosque se encontró con la ninfa a la que rechazó cruelmente, por lo que la ninfa, desolada, se refugió en una cueva en donde se consumió hasta que tan sólo quedó su voz.
Némesis, la diosa de la venganza, decidió castigar a Narciso por su soberbia y petulancia, haciendo que se enamorase de su propia imagen reflejada en una fuente. Sin poder resistirse al encanto de su belleza el joven se tiró al agua y murió ahogado. En el lugar donde cayó Narciso surgió una preciosa flor a la que se conoce desde entonces con el nombre de este singular personaje mitológico.
Un trastorno que produce infelicidad
Las personas narcisistas tienen un sentido desmesurado de su propia importancia y carecen de empatía por los demás. Unos rasgos que generan problemas en el trabajo, en las relaciones personales y en la escuela. Por otra parte, cuando no reciben la admiración ni los favores que piensan que les corresponden por derecho se sienten decepcionados e infelices.
Un estudio realizado por investigadores del hospital de La Charité demostró que debajo de este trastorno de la personalidad hay una anomalía cerebral. Con ayuda de la resonancia magnética cerebral midieron el grosor de la corteza cerebral y observaron que estas personas tienen una reducción tanto del grosor como del volumen de la ínsula.
La ínsula es una región de la corteza cerebral que se encuentra enterrada en el fondo de la cisura de Silvio, en la región en la que confluyen los lóbulos frontal, parietal y temporal. Esta zona es un lugar de conexión entre el sistema límbico, el encargado de las emociones, y el neocórtex, la zona cerebral comisionada de la capacidad de razonamiento.
La generación del yo
Vivimos anclados en la cultura del yo. Un egocentrismo que hace creer a los narcisistas que pertenecen a una categoría especial, que tienen un talento y unas habilidades excepcionales, cuando realmente no es así.
Los continuos selfies y la búsqueda permanente de los like pueden ser dos ejes sobre los que pivoten la inflación de la autoestima y la grandeza del yo. No es baladí que selfie se convirtiese en la palabra del año 2013 en la lengua de Shakespeare.
Algunos estudiosos han señalado que los sujetos con personalidades más narcisistas se sienten más inseguros que el resto de la población y que tienden a actualizar repetidamente sus estados de Facebook, publicando fotos de ellos mismos y usando frases o lemas que les ensalce, al tiempo que publican con mayor asiduidad en sus cuentas de twitter. Lo que ellos no saben es que cuando desaparezcan no darán origen a ninguna flor…