Nadie está marginado en esta escuela británica
"Tengo la esperanza de que en el futuro ningún niño LGTB pase por lo que pasamos en los años 80".
Fotografías de Rhiannon Adam
Andrew Moffat nunca pensó que un plan de estudios pudiera ser tan controvertido.
Cuando el colegio de Birmingham en el que da clases decidió incluir un programa sobre diversidad y derechos de la comunidad LGTBQ, los padres de sus alumnos protestaron con animosidad. Aparte del Brexit, la controversia surgida en esta comunidad de mayoría musulmana ha sido una de las noticias de mayor impacto en el Reino Unido este año.
Las protestas pillaron con la guardia completamente baja al profesor que imparte el programa. Empezaron en enero, cuando una madre sacó a su hija de 10 años del Parkfield Community School, alegando que los niños eran demasiado pequeños para aprender en clase sobre matrimonios del mismo sexo.
Moffat, finalista del Varkey Foundation Global Teacher Prize, uno de los premios más prestigiosos del mundo educativo con una dotación económica de 1 millón de dólares, había implantado en su colegio el programa No Outsiders (ningún marginado) basándose en una serie de libros infantiles que promueven la igualdad entre todos los sectores de la sociedad.
Sin embargo, muchos padres furiosos lo acusaron de “alterar la posición moral de los valores familiares” y de “convencer a niños de entornos heterosexuales de que la homosexualidad está bien”.
Moffat aceptó reunirse con la edición británica del HuffPost para hablar sobre lo que supone estar en el centro de la tormenta.
¿Cómo empezó el programa No Outsiders?
Llevaba ocho años dando clase y me había esforzado mucho por fomentar la inteligencia emocional. Trabajaba mucho con libros de ilustraciones y entonces surgió un grupo llamado No Outsiders, creado por el Economic Research Council [ERC, el laboratorio de ideas de tipo económico más antiguo del Reino Unido]. Se trataba de un proyecto académico de dos años acerca de cómo enseñar sobre sexualidad en primaria y era la primera vez que alguien proponía esto. El ERC hizo un llamamiento a profesores de primaria y me uní al grupo. De ahí viene la idea.
No Outsiders estuvo en marcha durante cuatro años y no recibió ninguna queja. ¿Le sorprendió la reacción de este año?
Sí, todo el colegio quedó impactado. Surgió de la nada, sobre todo porque llevábamos cuatro años con un apoyo fantástico de los padres. Durante estos cuatro años, habíamos realizado 38 talleres a los que acudían padres, les echaban un vistazo a los libros y los comentábamos. Decían que les parecía muy, muy importante. Pasar de eso a manifestaciones enormes de padres que se quejaban de que no estaban informados del programa fue impactante.
Los manifestantes le han acusado de promover “creencias personales”. ¿Tiene algo que decir al respecto?
Les diría que yo no promuevo nada, enseño igualdad. Lo que No Outsiders nos permite es enseñar igualdad y diversidad dentro de un marco de trabajo, y ese marco de trabajo consiste en que todos los niños sepan que encajan, ese es el resumen. Lo que quieres es que todos los niños sepan que encajan en el colegio.
Quiero que los niños estén orgullosos de ser quienes son y creo que todos los padres quieren eso para sus niños. No Outsiders es un recurso contra el acoso escolar. Ningún padre quiere que sus hijos sufran acoso.
¿Cuál ha sido su momento más complicado?
Sin duda fue oír a niños y padres coreando “Despidan al señor Moffat” a la salida del colegio. Fue horrible. No se lo desearía a ningún profesor.
¿Cómo ha afrontado los ataques que le han dedicado?
El colegio ha contratado un asesor para mí y me parece estupendo. Lo veo una vez a la semana. Me ha venido muy, muy bien. Y el personal del colegio se ha mantenido muy estable. También veo que No Outsiders funciona en otros colegios de todo el Reino Unido. Todas las semanas voy a un colegio distinto a impartir un taller, y cada vez se suman más, porque funciona.
Y sí, vale, ahora estamos teniendo problemas en mi colegio, pero solo es un colegio y hay cientos de colegios en los que no están teniéndolos, así que seguimos adelante. A los niños les encanta No Outsiders. Creen de verdad en su significado.
¿Tiene algún tipo de simpatía por las familias que se oponen al programa?
Yo no usaría la palabra simpatía, pero comprendo de dónde vienen. Escogí este colegio de forma deliberada hace cuatro años, consciente de que tal vez habría desafíos.
La gente utiliza eso como crítica, pero a mí me parece algo positivo porque quiero lograr un cambio, de modo que me involucré con los ojos bien abiertos, absolutamente convencido de que lograríamos encontrar un modo de avanzar juntos, sin duda. No voy a dejarlo.
¿Alguna vez ha pensado en rendirse?
Sí, he tenido mis momentos. Claro que he vacilado, pero creo que eso te hace darte cuenta de por qué este trabajo es tan importante. Lograr un cambio no siempre es sencillo y así es como lograremos que la sociedad avance para que todos sean bien recibidos y todos tengan algo que aportar. Estas protestas no hacen sino demostrar por qué es tan importante esta labor en los colegios.
¿Cuál es la lección más importante que ha aprendido?
He aprendido a no dormirme en los laureles y a estar alerta porque esto no lo vi venir. Llevo una cinta arcoíris alrededor del cuello todos los días. Todo el mundo sabe que soy gay, así que pensaba que no habría ningún problema. Pensaba que todo iría bien, pero se torció muy rápido.
¿Qué diría a los niños LGTBQ que han visto estas protestas o han leído sobre ellas?
Les diría: “No tengáis miedo”. Hay una pequeña mayoría que no está de nuestro lado, pero hay muchísimas más personas que sí. Ojalá pudiera mostrarles los miles de mensajes que he recibido. Mi colegio ha recibido alrededor de cien postales y cartas de desconocidos de todo el mundo diciendo: “Estáis haciendo un trabajo estupendo, seguid así”.
¿Cómo fue el colegio para usted?
Muy difícil. No había referentes. No había personas LGTB en la tele siendo gais sin más y siguiendo con normalidad con sus vidas. De niño buscas quién vas a ser o con quién te sientes identificado y te das cuenta de que no eres como los otros chicos. Realmente te sentías marginado. Salir del armario en el colegio no entraba en mis planes, no era posible.
Supe que era distinto con seis o siete años porque no era como los otros niños, y no tardaron en marginarme. En el instituto ya supe que era gay. Era 1986 o 1987 cuando por fin lo supe. No tuve ninguna duda. Busqué referentes, personas que hubieran dicho que eran homosexuales.
¿Y quiénes fueron esos referentes?
Recuerdo que en 1984, cuando tenía 12 años, el grupo británico de pop Bronski Beat salió del armario. Yo estaba obsesionado con la revista de pop Smash Hits. Aún guardo los números antiguos en mi loft. Eran mi Biblia. Me las leía de cabo a rabo. En 1984, Boy George aún no había salido del armario. Me encantaba. Tenía sus pósteres por las paredes de mi cuarto, pero no pensaba que fuera gay, me parecía interesante. Entonces, la banda Frankie Goes To Hollywood habló sobre su homosexualidad en Smash Hits y Bronski Beat por fin lo hizo también. Incluso se creía que Freddie Mercury era heterosexual cuando yo iba al colegio. Algunos seguidores de Queen se burlaban de mí porque me gustaba el grupo Wham! (risas).
¿Cómo cree que habría sido el colegio si hubiera tenido algo como el programa No Outsiders?
¡Ojalá hubiera tenido algo así! Aunque fuera una simple charla para decirnos que existen personas homosexuales. Saber que hay gente con dos papás o con dos mamás. Pero también habría estado genial conocer a un profesor gay. No salí del armario hasta los 27 años porque me daba mucho miedo. Tampoco se podía hablar de ello porque el acoso era terrible. Recuerdo una clase de inglés cuando tenía 16 años; todas las semanas hacíamos un debate de media hora sobre algún asunto y el tema del VIH salió cuando estábamos hablando de los homosexuales. Recuerdo que un chico de clase dijo: “Habría que poner a todos los gais contra un muro y fusilarlos”, y todo el mundo aplaudió. El profesor no dijo nada. Por eso tener un programa como No Outsiders o un profesor que ha salido del armario puede suponer un gran cambio.
¿Qué esperanzas tiene para el futuro?
Los últimos dos meses han sido los más complicados de mi carrera, pero al mismo tiempo, he vivido algunos de los momentos más reconfortantes por el interés y apoyo que he recibido. Para el futuro, me encantaría ver No Outsiders o algo parecido en las escuelas de primaria y secundaria, pero es en primaria cuando hay que empezar. Pensaba que todo esto desmotivaría a la gente, pero el número de peticiones de formación y colaboraciones ha aumentado y eso es fantástico. La gente no tiene miedo. No ha habido ni un solo colegio que me haya vetado, así que hay esperanza para el futuro. En realidad se trata de lo que he dicho antes sobre crecer en los años 80 y sentirse aislado. No quiero que ningún niño pase por eso. Tengo la esperanza de que en el futuro ningún niño LGTB pase por lo que pasamos en los años 80. Quiero que sepan que no pasa nada, que todo va a ir bien.
Traducción del inglés de Daniel Templeman Sauco