Nacho Carretero: "Hay gente que cree que Pablo Ibar es culpable, pero está en contra de que le condenen a muerte"
El periodista ha presentado con Movistar+ y Miguel Ángel Silvestre 'En el corredor de la muerte', la serie inspirada en su libro.
VITORIA.- Hay que reconocerle algo a Nacho Carretero: el periodista ha conseguido dar luz a un caso del que muy poco se conocía en España, el de Pablo Ibar. Apenas se había hablado del tema hasta que él decidió escribir sobre las circunstancias de este español condenado a la pena capital en Estados Unidos que ha pasado 16 años en el corredor de la muerte por triple asesinato y que lleva encerrado casi 20 años. Movistar+ estrena el 13 de septiembre En el corredor de la muerte, la serie de Miguel Ángel Silvestre inspirada en el libro del gallego y que se ha presentado en el último FesTVal de Vitoria.
El temor de crear una serie basada en una historia tan seria y a la vez sensible es claro: que se frivolizara con ella o que la gente pudiera entender que se está haciendo un show. Sin embargo, el también autor de Fariña se ha liberado de ese miedo en cuanto la ha visto y ha comprobado el respeto con el que se ha tratado, ha explicado.
Ibar consiguió librarse de la pena de muerte en mayo de este año, pero no de la cadena perpetua y la defensa anunció que recurriría la sentencia. Todavía le queda un largo proceso por delante. En el mejor de los escenarios, si el recurso prosperase en el Tribunal Supremo, tendría que esperar al menos cinco o seis años más. Si no, el proceso será mucho más largo. A pesar de ello, nunca ha habido pruebas concluyentes que demuestren su culpabilidad. Sobre todo ello ha hablado Carretero en una entrevista con El HuffPost.
Para ser un caso tan denso y largo, el libro lo cuenta de una manera muy simple. ¿Cómo se puede estructurar una historia tan sensible de esta forma?
Es un ejercicio artesanal que viene de las entrevistas. Fue consecuencia de una idea en origen, construir el libro a partir de mis conversaciones, algunas de ellas off the record. No añado ni un solo adjetivo que no sea transmitido por ellos (los entrevistados), y eso te limita porque no me pongo a divagar, transmito a través de la narración lo que me cuentan. Cuando escribo no pienso mucho, hago lo que me pida la historia.
No piensas aunque la historia sea tan dura... ¿Cómo logras abstraerte o alejarte para, simplemente, contarla?
Es difícil. De hecho, no sé si lo logro. Es mi intención, pero si lo consigo o no lo dirá el lector. No es fácil porque tengo un vínculo emocional con Pablo y la familia y no lo oculto después de tantos años, pero no es incompatible tener ese vínculo emocional y trabajar con rigor. Hablar con ellos me ayudó a no utilizar ni un adjetivo que exagerase. Nunca va a ser una neutralidad absoluta porque es muy difícil, por no decir imposible, y porque poner el foco más en la familia que en otros aspectos ya te da una inclinación, aunque no sea voluntaria.
¿Te encontraste con alguna barrera en Estados Unidos para poder conocer y contar la historia?
El fiscal no quiso hablar conmigo, los detectives no quisieron hablar conmigo —solo uno de ellos off the record—, las familias de las víctimas tampoco quisieron porque era un periodista español. Incluso una de las familiares me dijo que la prensa española no le había hecho ni caso y me dolió mucho, porque había contactado varias veces con ella y me había dicho que no, no me pareció justo. A partir de ahí, con el material que conseguí, intenté hacer el relato lo más aséptico posible.
¿Por parte de las instituciones no hubo ninguna traba?
No, Estados Unidos es un país, o al menos el estado de Florida, cuyo sistema nos puede parecer cruel, conservador, porque nuestra mentalidad europea de justicia es distinta, pero no es institucionalmente opaco: si solicitas un permiso para ir al corredor y hacer una entrevista y cumples todos los requisitos, vas a entrar, y si pides una documentación te la conceden. En ese sentido es un país que funciona bien, mejor que España. Son más transparentes, las trabas que me encontré tenían que ver más con la fiscalía, con la acusación, con la familia de las víctimas. Había un prejuicio hacia mí por ser un periodista español y esa fue una traba importante.
Has sido completamente objetivo, pero has conseguido que todo el mundo se posicione... ¿No es eso influir en la gente?
Si así ha sido estoy feliz, porque es un caso merecedor de ser seguido. Creo que más que posicionarse con Pablo Ibar la gente se posiciona en contra de una situación como la de Pablo Ibar: que alguien pueda ser condenado a muerte. En España la posición contraria a la pena de muerte es muy fuerte y que alguien pueda ser condenado en un escenario como el que él tiene, sin pruebas concluyentes que demuestren su culpabilidad... Se ha generado un debate sobre un caso que hace unos años era desconocido. Cuando empecé a trabajar en esto nadie lo conocía, y a partir de esto la gente tiene las herramientas para debatir, reflexionar y poder opinar.
Hay gente que cree que Pablo Ibar es culpable, pero la mayoría de esa gente está en contra de que le condenen a muerte o incluso de que cumpla la pena que está cumpliendo y de que le estén ocurriendo estas cosas. No es que piense que está bien que crean eso, sino que creo que está bien que se genere el debate.
¿Alguna vez te ha preocupado que se te vea como un activista en este caso?
Yo cuento la historia. Para que se genere ese debate se necesita que la gente lo conozca, que haya luz y que se hable de ello de la forma más objetiva posible, porque en el momento en el que en lugar de periodismo te pongas a hacer activismo y le digas al lector lo que tiene que concluir y les estés pastoreando hacia un final, les generará un rechazo y es contraproducente. Es mucho más efectivo exponer unos hechos en una situación como es esta y generar el debate, y al final la gente se posiciona con Pablo y su familia para que no estén padeciendo lo que están padeciendo.
¿Habrá un libro más con lo que ocurra a partir del recurso?
El proceso va a ser muy largo. Habrá que ver en ese momento dónde estamos todos y cuáles son las circunstancias.