José Mujica: "La izquierda en España no se une ni por decreto"
A pocos días de que expire el plazo para un acuerdo, la expectación traspasa fronteras: el expresidente uruguayo se pregunta con incredulidad qué pasa.
Sin acuerdo de Gobierno desde hace meses y a pocos días de que expire el plazo para que se disuelvan las Cortes si nadie es capaz de garantizar una investidura, la expectación traspasa fronteras. El expresidente uruguayo José Mujica, que se ha ganado un amplio respeto en la escena mundial—más allá de consideraciones ideológicas— por su sencillez y por vivir con la austeridad que predica, se pregunta con incredulidad qué pasa en España: “La izquierda allá no se une ni por decreto”, lamenta.
En su opinión, que expone desde su casa a las afueras de Montevideo, “la plaga de la izquierda ha sido la poca capacidad de juntarse”, a lo que añade que “no sabe negociar; cada sello se cree que las sabe todas y lo único que hace es dividir las fuerzas que deberían estar peleando conjuntamente hombro con hombro por la superación de su pueblo”.
Mientras este segmento antepone su credo ideológico y se separa por pequeñas diferencias—tanto que “tiene enormes dificultades para presentar un frente común”—, “las derechas, que son mucho más prácticas, tienden a juntarse por intereses”, prosigue.
Él, que como ha dicho en alguna ocasión envejeció tratando de formar fuerzas colectivas—o partidos— para incidir en la realidad y mejorar la vida de las personas, afirma a sus 84 años que su país “es uno de los pocos lugares de la tierra donde la izquierda, a pesar de sus contradicciones, ha aprendido a andar junta, porque unidos somos mucho y separados no somos nada”.
Tiene “la humilde autoridad moral” de hablar en nombre de una izquierda que fundó hace casi 50 años el Frente Amplio, con más de 20 organizaciones: “Nos podemos dar el lujo de haber construido una fórmula política que es un combo; hay de todo, desde la Democracia Cristiana al Partido Comunista”.
Esta especie de torre de Babel “no es una máquina perfecta, nos peleamos todos los días, pero funcionamos”, dice el exmandatario. Con tres legislaturas consecutivas en el poder—casi los últimos 15 años—, “nos transformamos en el partido político más fuerte del país, porque logramos la unidad”. Es una unidad que tolera la diversidad, “no la de la aplanadora en la que todos tenemos el mismo verso”, puesto que “las políticas de alianzas deben lograr términos comunes respetando las diferencias y componiendo columnas con gente que tiene matices”.
En este sentido, el presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, cree que Uruguay tiene mucho que aportar a los progresistas gracias a la capacidad que ha tenido la izquierda uruguaya de formar “una colación y un proyecto que ha mantenido la estabilidad y el desarrollo político, económico y social”. Con esta idea, se ha reunido hace poco en España con miembros de Podemos, Izquierda Unida y PSOE.
También ha estado en Portugal con dirigentes del Partido Comunista Portugués y del Bloco de Esquerda, que sustentan al Gobierno encabezado por el partido socialista mediante acuerdos puntuales. Este pacto político, que a veces se pone de ejemplo en nuestro país, “es un avance sustancial en materia de diálogo entre las izquierdas”, según Miranda.
Mujica insiste en que enfrentarse es debilitarse frente a la derecha: “No dividan el cuadro porque se regalan”, y recuerda que Hitler llegó al poder porque la izquierda estaba rota y “Franco se murió en una cama porque se dieron el lujo de pelearse anarquistas, comunistas y socialistas ante la incapacidad de hacer un frente común por una causa superior”.
En Uruguay, que en octubre tiene elecciones—a las que Mujica se presentará como senador por el Movimiento de Participación Popular (integrado en el Frente Amplio)—, se está convocando una coalición electoral entre toda la derecha, algo similar a lo que sería España Suma, la iniciativa del PP que aspira a aglutinar al centro derecha para competir en los nuevos comicios que se celebrarían en noviembre en el caso de que continúe el bloqueo institucional.
Aunque renunció a su acta de senador en agosto del año pasado, responde desde su humilde casa que sigue en campaña, porque la política para él no es una profesión, sino un compromiso, una forma de vida. Considera que la clase política pierde la confianza de la ciudadanía cuando adopta las formas de los sectores privilegiados. Por eso, prefiere vivir como piensa, “liviano de equipaje”, con los valores de la mayoría social.