Muere el dibujante Quino, creador de 'Mafalda', a los 88 años
Que paren el mundo, que nos queremos bajar.
Si Mafalda ya quería parar el mundo y bajarse en los años 60, este miércoles ha conseguido que lo hagamos todos con la noticia más triste. Mafalda se queda huérfana. Su ‘padre’ el dibujante Joaquín Salvador Lavado, conocido como Quino, ha muerto a los 88 años, según ha confirmado su editor Daniel Divinsky.
El creador de Mafalda habría sufrido un accidente cerebrovascular hace unos días de cuyas complicaciones no se habría recuperado, según ha informado Clarín. El artista gráfico se ganó el reconocimiento internacional por las tiras cómicas protagonizadas por la icónica e irreverente niña que hemos visto desde tiras cómicas de los años 60 a imágenes de Facebook.
Quino llegó a conseguir, gracias a su ‘hija’, el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2014 por el “enorme valor educativo” y la “dimensión universal” de sus historietas. Y, sobre todo, sigue siendo recordado a día de hoy por jóvenes y mayores.
Más allá de recibir el afamado galardón en Oviedo y de residir en España durante años, el vínculo de Quino con la Península Ibérica es mucho más. Hijo de inmigrantes andaluces, nació en la ciudad de Mendoza el 17 de julio de 1932 (registrado el 17 de agosto), aunque el nombre de Joaquín le duró poco más que el registro. Desde su nacimiento fue apodado Quino para distinguirlo de su tío Joaquín Tejón, pintor y también diseñador gráfico.
Su nacimiento, aunque al otro lado del charco, estuvo marcado también por lo que ocurría en España. “La Guerra Civil española me marcó muchísimo”, contó el propio dibujante en el documental Buscando a Quino (2020).
“Muy pronto empecé a preguntarme sobre el bien y el mal, Abel y Caín. Y Dios, que distingue entre lo que está bien y lo que está mal. Bueno, ese es el rol que se le ha adjudicado, no sé si con razón o no. Habría que preguntarle a él”, dijo en su última entrevista en 2018, especialmente para este largometraje. Quino era el espejo de las reflexiones de Mafalda.
A los 13 años se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de Mendoza, aunque abandonaría la práctica académica poco después para iniciar su andanza en el humor y las historietas. Con 18 años se mudó a Buenos Aires y empezó a dibujar tiras cómicas, a lo que se dedicaría el resto de su vida.
En su entorno familiar y desde muy joven, al igual que sucede con Mafalda, Quino se empezó a cuestionar las razones por las que existía la autoridad y por qué no había más justicia social. Y aunque eso fuera en los años 50, más de 70 años después sigue siendo necesario.
En 1954 publicó su primera tira cómica en el semanario argentino Esto es. Nueve años después, en 1963 salió su primer libro Mundo Quino, aunque todavía Mafalda no había nacido.
De hecho y aunque sea sorprendente, el origen de Mafalda poco tiene que ver con las reflexiones sociales y los derechos humanos, más bien con la publicidad y el capitalismo.
Fue un encargo publicitario por el que Quino tenía que introducir sutilmente publicidad encubierta en sus tiras cómicas. La empresa de lavadoras Mansfield le pidió el personaje de una niña anodina cuyo nombre empezara por ‘M’. Afortunadamente, esta campaña no llegó a ver la luz y la primera aparición de la irreverente niña de flequillo recto y lazo fue el 29 de septiembre de 1964 en la revista Primera Plana en forma de tira cómica, como se ha quedado para la posteridad.
“Mafalda fue hecha a pedido. Me pidieron que creara un personaje para una campaña de publicidad de electrodomésticos. Se trataba de armar una publicidad encubierta para que el personaje apareciera siempre en el diario. La temática anticapitalista posterior fue como una forma de hacerse perdonar por esos inicios tan capitalistas”, dijo en más de una ocasión sobre su icónico personaje.
Años después de su nacimiento, esa niña que iba a ser algo así como un nuevo muñeco de Michelín, escuchaba decir a su amigo Manolito una de las frases que más define al sistema capitalista: “Nadie puede amasar una fortuna sin hacer harina a los demás”.
Su primer libro no se publicó en España hasta 1970 y, tal y como sucedió en Argentina, Mafalda se convirtió en un símbolo de la juventud progresista e inconformista, por lo que la censura franquista lo tachó como contenido “para adultos”.
Mafalda mostraba sin tapujos “el mundo de los adultos” desde los ojos de los niños, de forma irreverente, irónica y preguntona. La inocencia necesaria para “arreglar el mundo”. Mafalda sigue siendo un símbolo intergeneracional que busca la paz mundial, se preocupa por los derechos humanos y que el propio Quino calificó en su momento como “espejo de la clase media Argentina y de la juventud progresista”.
Quino estuvo desarrollando las historias de su maravillosa ‘hija’ hasta 1973, según contó él mismo, por agotársele las ideas. Pero eso no pudo con él, entonces y, tras el golpe de Estado en Argentina en 1976, se trasladó a Milán (Italia) desde donde siguió elaborando viñetas de humor.
En 1990 adquirió la nacionalidad española y vivió entre Madrid y Buenos Aires. Sus últimos trabajos, ¡Qué presente impresentable! (2005), La aventura de comer (2007) y ¿Quién anda ahí? (2013), eran dirigidos a un público más adulto aunque manteniendo las ácidas reflexiones de Mafalda.
Solo volvió a dibujar a su icónico personaje a petición de UNICEF en 2018 como parte de una campaña divulgativa de los Derechos del niño. Desde hace unos años el autor, que se había mudado a su Mendoza natal a finales de 2017 y que se quedó viudo, sufría problemas de salud aunque siguió presente en los homenajes a su obra.
Tras conocer la noticia de su fallecimiento, las redes sociales se han volcado y han recordado algunas de las viñetas, entre ellas muchas que podrían aplicarse en cualquier parlamento hoy en día. Más empatía, más Mafalda.