El Vaticano entierra la era de los dos pontífices ante la presencia de 65.000 almas
El Papa Francisco preside este jueves el funeral de Benedicto XVI. Una ceremonia solemne que se celebrará en la basílica de San Pedro.
Después de tres días de capilla ardiente, el Vaticano se prepara para cerrar con el funeral por Benedicto XVI una etapa insólita en el seno de la iglesia católica: la convivencia de dos pontífices.
Seis días después de la muerte del papa emérito a los 95 años, en los que casi 200.000 personas se han acercado hasta la basílica de San Pedro para despedirlo, el Papa Francisco presidirá este jueves una ceremonia solemne que se iniciará a las 9:30 horas en la basílica de San Pedro del Vaticano.
Se espera la asistencia de más de 65.000 personas a las exequias en memoria de Joseph Ratzinger , entre ellas, algunas de las autoridades españolas: la reina Sofía, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan José Omella, y la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá.
En el altar, además del Papa Francisco -que celebrará la misa con casi 4.000 sacerdotes- estará el cardenal decano, Giovanni Battista Re. Más de 1.000 periodistas de más de 30 países se han acreditado para cubrir el histórico evento que marcará el cierre de una era en el Vaticano.
Se esperan numerosos representantes ecuménicos, entre ellos los metropolitanos Emmanuel de Calcedonia y Policarpo de Italia, por el patriarcado Ecuménico de Constantinopla, así como el presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Exteriores del Patriarcado de Moscú, el Metropolitano Antonio de Volokolamsk. Sin embargado, una notada ausencia será la del Patriarca Kirill.
El funeral seguirá paso a paso lo que marca el rito Ordo exequiarum Romani Pontificis, el mismo que se usaría si fuera un pontífice reinante, como ya se hizo en el funeral de san Juan Pablo II en 2005, aunque con algunos cambios. “La base es la misma, pero hay algunos elementos que dan originalidad al rito” y “otros elementos que faltan referidos a los más específicos de un Papa reinante”, explicó el director de la oficina de prensa del Vaticano, Matteo Bruni.
Por ejemplo se prescindirán de las oraciones de súplicas finales, las de la Iglesia de Roma y las Iglesias orientales, que son muy específicas del Papa activo. La ceremonia será “solemne, pero sobria”, tal y como ha confirmado el Vaticano en respeto de la voluntad del difunto papa emérito y solo asistirán de forma oficial las delegaciones de gobierno y presidencia de Italia y Alemania. El resto lo hacen a título personal.
En representación de Alemania, patria natal de Ratzinger, estará el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente de ese país, Frank-Walter Steinmeier, y por parte de Italia, el presidente Sergio Mattarella y la primera ministra Giorgia Meloni. Además de la Reina Sofía de España, asistirán los reyes Felipe de Bélgica y su esposa, la Reina Matilde, nueve jefes de Estado y cuatro primeros ministros.
También está previsto que al menos media docena de obispos españoles asistan al funeral entre ellos, el presidente, vicepresidente y secretario general de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y el obispo auxiliar de Toledo, César García Magán, respectivamente, que acudirán en representación de la Conferencia Episcopal Española.
Para la veneración pública, Benedicto XVI descansaba sobre un catafalco, cubierto por una tela de terciopelo rojo y sostenido por dos almohadillas, con una casulla roja y lleva en la cabeza una mitra blanca adornada. Entre sus manos entrelazaba un rosario.
A diferencia de sus predecesores, no llevaba el palio papal, la cinta de lana con cruces que se pone sobre los hombros y que simboliza la potestad de gobierno en una determinada jurisdicción. De hecho, será enterrado sin vestirlo, y, en cambio, será colocado en el ataúd como se hace con los obispos eméritos.
Tampoco luce en el dedo el anillo del pescador que usó durante el pontificado. En el pasado, para evitar que alguien pudiera falsificarlo, se procedía a su destrucción inmediata justo después de confirmar su muerte. Pero en el caso de Benedicto XVI, su anillo papal fue destruido en 2013, cuando anunció su renuncia. Lo mismo sucede con la cruz pastoral, el bastón rematado con una cruz que tiene un significado paralelo al del palio.
Las puertas de la basílica de San Pedro se cerraron este miércoles a las 19:00 y se comenzó a preparar el cuerpo para el sepelio. Amigos íntimos de Benedicto XVI, entre ellos su secretario personal, Georg Gänswein, quien ha permanecido a su lado todos estos años, han estado presentes para velar su cuerpo tal y como hicieron en la capilla ardiente instalada en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano cuando falleció el pasado sábado.
Gänswein, que en una entrevista ha declarado que el Papa Emérito leyó el motu proprio Traditionis Custodes del Papa Francisco que limita en la práctica la celebración de la Misa tradicional en latín, “con dolor en el corazón”, ha sido el encargado de cubrir con un velo de seda blanca. Un gesto que ya se hizo durante el funeral de san Juan Pablo II en 2005. En aquella ocasión, el funeral duró tres horas y fue presidido por el entonces Decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Joseph Ratzinger.
El féretro con los restos mortales de Benedicto XVI será trasladado a la plaza de San Pedro a las 8.50 horas para el rezo del Rosario por parte de todos los fieles, poco antes de que llegue el Papa Francisco para la celebración.
Sus restos han sido colocados en un ataúd de ciprés. Ese es el que estará en la plaza de San Pedro para el funeral. Al acabar la ceremonia, este ataúd será trasladado de nuevo a la basílica de San Pedro y se introducirá en otros dos féretros, que se contienen el uno a otro. De manera que la primera capa del triple ataúd está elaborada en ciprés, mientras que la capa del medio será de zinc y la tercera estará tallada en roble. Tanto la preparación del cuerpo para el sepelio, previo al funeral como el último pasaje serán privados, y, por tanto, no está previsto que haya ni cámaras ni periodistas.
En el ataúd además se colocarán las monedas acuñadas entre 2005 y 2013, las de su pontificado que acabó en renuncia. Entretanto, en un tubo metálico, se introducirán algunos textos con los hechos más destacados de su biografía como Benedicto XVI.
Los restos mortales de Benedicto XVI ocuparán la tumba de su antecesor, Juan Pablo II, en la cripta bajo la basílica de San Pedro. De esta manera, el cuerpo del difunto papa emérito descansará en las grutas vaticanas juntos a los de otros pontífices.
En 2011, tras haber sido proclamado beato, el cuerpo de san Juan Pablo II fue trasladado desde la tumba que ahora ocupará el papa emérito hasta la superficie de la basílica hasta una capilla para permitir una mayor afluencia de fieles. Desde entonces los restos mortales del papa polaco reposan en la capilla de San Sebastián, que se encuentra en la parte derecha, entrando a la basílica de San Pedro, entre la que acoge a la ‘Piedad’, de Miguel Ángel, y la Capilla del Santísimo.