Muere a los 90 años el torero Jaime Ostos
Ha fallecido de un infarto en Colombia, donde se encontraba de viaje con su mujer.
El torero Jaime Ostos ha fallecido este sábado a los 90 años en Colombia, donde se encontraba con su mujer de viaje, según informa ABC, que cita a su hijo.
Según las primeras informaciones, habría sufrido un infarto mientras dormía.
El estado de salud de Ostos, que pasaba las fiestas de Navidad en Colombia en compañía de su esposa, María Ángeles Grajal, era especialmente delicado en los últimos tiempos.
Había superado una infección de coronavirus. Tuvo un edema pulmonar en 2019 y fue ingresado en un hospital madrileño por una grave lesión de espalda en 2020.
Nacido en Écija (Sevilla, sur español), Jaime Ostos Carmona fue conocido en los círculos taurinos por su valor, hasta el punto de popularizarse con el alias de “Jaime Corazón de León”.
Era miembro de una familia acomodada de labradores y su vocación taurina se acabó imponiendo a la carrera de aviador civil para la que había llegado a preparase.
Vistió el primer traje de luces en su localidad natal el 1 de junio de 1952 junto a su paisano Bartolomé Jiménez Torres; al año siguiente ya toreaba con picadores, aunque tuvo que esperar hasta 1955 para lograr la regularidad necesaria y acceder al doctorado el 13 de octubre de 1956 en Zaragoza de manos de Miguel Báez, Litri, que le cedió un toro de Urquijo en presencia de Antonio Ordóñez.
La temporada de 1958 sería la de su verdadera consolidación profesional: el 17 de mayo de aquel año confirmó la alternativa de manos de Antonio Bienvenida, con Gregorio Sánchez de testigo, estoqueando un toro de Juan Cobaleda.
En los siguientes años se mantuvo en los puestos de vanguardia y llegó a encabezar el escalafón de los matadores en 1962 junto a una de las figuras del momento, el sevillano Diego Puerta.
El 17 de julio de 1963 recibió una grave cornada en Tarazona (noreste), que lo tuvo varios días entre la vida y la muerte.
Aquella tremenda cornada no le impidió seguir en la primera línea del toreo entre 1964 y 1966, aunque acabaría adscrito a ese grupo de matadores asiduos a las llamadas corridas duras.
Su lenguaje taurino, según el testimonio de los críticos de la época, se fundaba en un valor sin cuento, desnudo, no sólo de estética, sino también de cualquier efectismo tremendista.
Ostos fue castigadísimo por los toros; el rosario interminable de heridas iría minando progresivamente la contundencia estoqueadora de sus mejores años, así como ese sitio de valiente que se había ganado.
Esas circunstancias acabarían postergándolo a matar los hierros menos apetecidos, disminuyendo progresivamente el número de sus actuaciones, hasta llegar a una sola corrida en la temporada de 1971.
Sin embargo, a partir de 1972 y hasta 1980 torearía intermitentemente, llegando a pisar con dignidad los ruedos de Sevilla y Madrid.
Posteriormente acabaría enfundándose aún el traje de torero en ruedos sin trascendencia en contadas ocasiones y sin que se llegara a producir una retirada formal.
Su última actuación fue el 1 de noviembre de 1986 en Arcos de la Frontera (Cádiz, sur) sin la menor repercusión taurina, aunque esa decadencia profesional coincidió con su presencia multiplicada en las revistas y los programas del corazón después de su segundo matrimonio, con la doctora María Ángeles Grajal.
El periodista y escritor Néstor Luján lo definió como un “torero de valor agigantado, de una creciente torpeza técnica y de una gran honradez en el momento de herir. Es una figura audaz, sellado con sangre de infinitas cornadas”.