Mónica Naranjo: “Hay personas celosas por naturaleza. Es una enfermedad”
La cantante presenta 'Amor con fianza' en Netflix y confiesa que ella misma ha pasado por el Eye Detect, la 'máquina de la verdad' a la que intentó engañar.
“Sí, sí, sí. En este sí”. Hasta tres veces repite Mónica Naranjo, presentadora de Amor con fianza, que llega el 11 de noviembre a Netflix, que no tendría la más mínima duda en participar en el reality si fuese una persona anónima.
“Imagínate que quiero decidir si tener hijos con mi pareja, algo que te cambia la vida entera. Si en algún momento he sentido que me la ha liado, pues seguramente antes de dar el paso iría a un lugar como este, que me ofrece la posibilidad de poner claridad. Si tuviera motivos iría seguro. ¿Voy a tener un hijo con un señor del que descubres que ha mantenido una vida paralela con otra persona? Te destroza la vida, y encima tienes que mantener el vínculo con él porque has creado una familia”, argumenta.
Eso es Amor con fianza. Seis parejas reunidas en una villa que deben poner a prueba la sinceridad de su relación y, en lugar de hogueras como en La isla de las tentaciones —cuya primera edición también presentó la cantante—, se someten al sistema Eye Detect, que mide las reacciones involuntarias del ojo al mentir. Las respuestas y el veredicto de esa ‘máquina de la verdad’ las ven todos juntos, reunidos en una especie de ‘gala’.
El sistema Eye Detect, explica la artista, poco tiene que ver con la máquina de Conchita, la poligrafista de Sábado Deluxe: “No, no. Este software está muchísimo más evolucionado, es infalible, ¿eh? Todo esto está muy evolucionado, esta tecnología es la última. Ten en cuenta que a veces en ese tipo de máquinas hay un pufo de duda, aquí no”.
Tanto le ha sorprendido, que ella misma quiso probarlo. Y lo confiesa entre risas (aunque antes de hacerlo se lo piensa): le preguntaron si había mantenido una relación con Ana Milán —en su momento, esa historia fue un boom por sus declaraciones en Mónica y el sexo—.
“No falla, intenté jugar un poco, engañar, pero no. A ver, es que estamos hablando de un software que se utiliza en Estados Unidos para poder lidiar con los delitos de sangre, o sea, no hay fallo”, subraya.
En Amor con fianza hay un bote común, 100.000 euros. La verdad suma dinero, la mentira resta. ¿Qué lo diferencia de La isla de las tentaciones si hablamos de parejas en una villa, expuestos a tentaciones y exnovios/as? Para empezar, todos son anónimos. El factor sorpresa que se pierde con personajes ya vistos en otros realities se mantiene en Amor con fianza.
Cierto es que “tiene muchísimos elementos muy parecidos a otros realities”, pero lo destacable, además de que los concursantes no son conocidos, “es que hay una máquina de la verdad infalible, y ver esas ceremonias con esas verdades o esas mentiras no tiene precio. Yo que las he vivido pasaba por un ‘tierra trágame’. Una persona que tiene tablas en la televisión va a saber hacer la interpretación o comedirse, pero ellos no, es terrible”, comenta la artista.
De hecho, la presentadora confiesa que lo ha pasado mal. “Ves a la pareja completamente destrozada y no puedes evitar no sentir nada cuando ves a una persona afligida, perdida. Claro que te afecta”, relata, pero el programa ha sabido compensarlo de alguna forma: “Lo bueno que ha tenido para mí este formato es que se me ha dejado acercarme bastante. Cuando he podido entrar, he entrado. También desde la voluntad, porque he podido calmarles, abrazarles, darles un poquito de aliento y, sobre todo, enseñarles un poco el camino. Y una vez que me he ido del set los he visto más tranquilos, y el resto de la noche han podido dormir”.
Por supuesto, hay unas pautas, un guión “como base”, pero todo ha sido “totalmente libre”, según la presentadora. Lo que no han querido es “jugar con la morbosidad, sino con la verdad y la autenticidad. Al trabajar con un equipo sano no pueden haber ese tipo de cosas, es imposible. Cuando trabajas con un equipo retorcido, claro”, insiste.
Y por normal que sea, Amor con fianza cuenta con algo poco habitual en los realities, una pareja homosexual. ”¡Menos mal!”, exclama Mónica Naranjo: “Ya son muchísimos los diferentes tipos de familia, hay que darles cara, hay que evidenciarlo. El público es muy extenso y parte de ese público son ellos también”.
La artista no ha dejado la música, pese a que haya quien critique que ‘ahora’ se dedica a los realities. “Hay que empezar a ver la versatilidad en los seres humanos, no solo hacemos bien una cosa, no tenemos porqué centrar nuestra energía solo en un punto, podemos centrarla en muchísimos otros para trabajar y crear. Yo hago música, hago tele, pero me encantaría que vieras cómo cocino. Cocino que te cagas. ¿Por qué cerrarnos?”, explica convencida.
Y si no se cierra a las ofertas laborales, tampoco lo hace con los formatos, y defiende los realities a capa y espada. “Hay un target de público que quiere desconectar, que enciende la televisión o se mete en la plataforma y dice ‘pues yo no quiero pensar’. Ves un formato de estos y te hace desconectar y cambiar la energía. Es muy importante irse a la cama habiendo cambiado la energía después de un día un poco intenso”, sentencia.
A eso suma que “la gente ve estos realities porque tienen verdad, son entretenidos, son sexies. He vivido momentos en los que me he dado cuenta de que parte del público joven se puede ver reflejado, ver el problema de ellos en esas parejas y decir ’hostia, estamos fallando aquí”, aclara.
Eso sí, hay un factor prácticamente común en todas estas parejas jóvenes: los celos. Aunque la artista no cree que sea algo inherente a la juventud: “Los celos están en todas las edades. La persona que es celosa lo es siempre, y hay otras que empiezan a sentir celos porque sienten que su pareja está haciendo cosas que... no”.
¿Lo es Mónica Naranjo? “Si me preguntas a mí si soy celosa, por naturaleza no, pero si mi pareja hace algo que me provoque tener celos, te diré que sí. Hay de todo: estás en una fiesta, ves a tu pareja demasiado encantada con alguien y eso te va a provocar inseguridad, y por lo tanto celos. Pero bueno, que hay personas celosas por naturaleza y que lo van a ser siempre. Es una enfermedad, ¿eh?”, responde.
Y en Amor con fianza “está todo servido”, revela: “Imagínate la cara que tiene la persona cuando de repente aparece un ex, y además una persona que ha sido importante en su vida. Pues hay reacciones en las que uno está encantado y otro encabronado. Es maravilloso, es fantasía”.
Ella se ha tomado la licencia de aconsejarles, pese a los 100.000 euros, porque en su lugar lo que más le importaría sería “poner fin a las dudas” y saber “si realmente vale la pena seguir o no con la relación”.
Lo ha hecho porque los quiere. “Y les quiero bien. Estableces con ellos un vínculo afectivo y muy neutral. Quieres hasta al que más la lía, porque sabes que la lía pero que en el fondo es una buena persona, porque le faltan años y experiencia”, finaliza la presentadora.