Mónica García, una médica para curar Sol
Así es la candidata de Más Madrid que gana cada día más fuerza.
“Estamos colapsados, la situación del hospital es extrema”. Esto confesaba Mónica García en pleno mes de marzo del año pasado, con las UCI llenas en el hospital Doce de Octubre. La anestesista no había visto nada así en su vida. Y con una imagen que nunca olvidará de aquellos días: los pacientes solos, sin sus familias. Con otra rabia siempre en su interior: los años de recortes y el sistema cada día más mermado de la sanidad pública madrileña.
Esta médica tiene claro que eso sólo se puede cambiar desde la política. Por eso entró en este mundo a través de las reivindicaciones de la Marea Blanca, dando el salto a las instituciones tras el 15-M. Confiesa siempre que se embarcó al ver cómo aumentaban las listas de espera y cómo los fondos buitre se llevaban el dinero. Ahora afronta “incombustible”, como dicen en su entorno, este 4-M.
Lo público es una filosofía de vida para ella. Quiere llegar a la Puerta del Sol con Más Madrid para cambiar el modelo establecido por el Partido Popular desde hace 26 años en la Comunidad y las encuestas no le van nada mal y al alza: es tercera, tras el PP y el PSOE, con bastante diferencia sobre Unidas Podemos. Supuestamente los ‘morados’ eran sus grandes rivales para este 4-M en el mismo espectro, pero ella se disputa más votos con los socialistas desorientados por la estrategia de Ángel Gabilondo y La Moncloa. Cada día que pasa y se conoce más su figura, argumentan desde Más Madrid, llenan de más papeletas la bolsa. Y la campaña ha cambiado radicalmente desde el debate de la Cadena SER, con la izquierda pensando ahora que puede lograrlo.
García no pensó hace un par de años que sería la cabeza de cartel precisamente. Entonces la lista la lideraba un desterrado Íñigo Errejón, que duraría poco en la Asamblea para dar el salto otra vez al ruedo nacional con la repetición de elecciones del 10-N. Pero desde entonces se convirtió en el gran azote de la oposición frente a Isabel Díaz Ayuso, sus ‘cara a cara’ eran el plato fuerte de la Cámara regional. La presidenta no puede con ella, apenas se hablan fuera de los focos, y la popular intenta atacarla diciendo que cobraba por ser diputada y médico a la vez.
A García no le gusta el tono faltón y chulesco de Ayuso. Siempre le pide que deje los insultos y que suba el nivel político. A pesar de su desconocimiento para el gran público, se está convirtiendo en la gran sorpresa y los madrileños le dan la segunda mejor nota de todos los aspirantes, según la encuesta flash del CIS, con un 5,3 (sólo la supera Ángel Gabilondo). Uno de los momentos más difíciles fue cuando Pablo Iglesias intentó el abrazo del oso ofreciéndole ir juntos en la lista. Ella lo tuvo claro: ‘no’. Y además le afeó ese intento de los hombres de decirle a las mujeres lo que tienen que hacer.
García ha instalado su cuartel general de campaña en el piso catorce de un céntrico edificio de la Gran Vía. Es un gran cubo de cristal desde el que se ve todo Madrid, esa ciudad que parece un pueblo a ratos y en la que se intuye al final la silueta de las cuatro torres. Ese Madrid en el que se ha criado esta vecina del barrio del Retiro, su lugar favorito. En el confinamiento, tras horas en el hospital, soñaba con el día en el que pudiera pasear con sus tres hijos por la rosaleda o el estanque. Y salir a correr para desestresar, esa sensación que la libera al sentir el aire en la cara. De pequeña fantaseaba con participar en unos Juegos Olímpicos.
Ahora está metida en esta espídica carrera llena de obstáculos. Una de las cosas que le “horroriza”, comenta estos días, es que Vox entre en un futuro Gobierno con Ayuso y que Rocío Monasterio se haga con la Consejería de Educación. ¿Y qué vende ella? En la propia carta que ha enviado a miles de electores estos días lo describe así: “Un Madrid con hospitales punteros y un proyecto verde e innovador para la economía del siglo XXI. Un Madrid en el que nuestros hijos e hijas tengan un futuro en igualdad de oportunidades. Un Madrid que se preocupe por lo que de verdad importa: trabajar menos para estar más sanos, respirar un aire más limpio, tener derecho a tener tiempo y una mejor salud mental”.
Detrás de la estrategia de García están también las ideas de Errejón, con debates que ha abierto en el Congreso como la semana de cuatro días laborales o un gran plan de salud mental. De hecho ella lo propone para el 4-M y lo llama “vete al médico”, en referencia al insulto que un diputado del PP profirió contra su colega de Más País en la Cámara Baja. Este partido está buscando un hueco en la izquierda para diferenciarse del PSOE y de UP, con muchas pinceladas ‘verdes’ europeas. Una formación de corte especialmente madrileño (ella misma se visitó con los colores de la bandera en el debate de Telemadrid), pero que no termina de cuajar a nivel nacional.
Son unos días en los que tiene puestos los ojos en el 19,6% de indecisos. Y es que uno de cada cinco madrileños todavía no sabe qué papeleta cogerá ese martes. Hay que movilizar y movilizar, piensan los suyos. Jornadas en las que ella tiene que luchar también contra sus principales carencias: es la candidata más desconocida y debe ganar en capacidad de oratoria frente a unos muy experimentados rivales. Hay que buscar más allá del público objetivo. Ella tiene más tirón entre las mujeres (que le dan un 5,5 en el CIS frente al 5,1 de los hombres) y conecta mucho más con los jóvenes menores de 34 años (en cambio la suspenden los mayores de 65 años). Sólo un 11,5% la prefiere como presidenta, pero gana en esta batalla a Pablo Iglesias.
Pero lo tiene claro: quiere un Gobierno progresista si dan los números y pactaría con UP a pesar de todas las guerras cainitas que han vivido en los últimos años. Su modelo es el pacto del Botánico en la Comunidad Valenciana (donde conviven PSOE, Compromís y Podemos), con la mirada puesta en el papel de Mònica Oltra. Es una de sus grandes referencias en política, como la exalcaldesa Manuela Carmena. En su lista de gente en la que mirarse está además Rudolf Virchow, padre de la sociomedicina.
Una campaña diferente, desde Más Madrid recuerdan que todavía se está en pandemia, por lo que han organizado actos pequeños, sin muchos público, con tomas de temperatura. “Es una campaña en la que se han traducido los dos años de trabajo. Ella sigue pateando los barrios y los municipios, pero no sólo para decir un speech, sino para seguir escuchando. Se ponen sobre la mesa propuestas apegadas a lo cotidiano, sobre las cosas que importan, como la vacunación”, dicen en el círculo de la candidata.
García está volcada en esto, pero tiene dos cosas sagradas: despertar a sus hijos y llevarlos al cole por la mañana y estar un rato con ellos por la noche y acostarlos. Por la mañana suele tener una actividad con un posterior ‘canutazo’ con los periodistas. Allí va a “pecho descubierto”, como dicen en su equipo, a responder cualquier pregunta. Por la tarde suele tener otra actividad, especialmente con colectivos.
Su principal hándicap era esa falta de conocimiento, pero en dos semanas ha notado el subidón de atención. Hace pocos días su hijo se le acercó en el Retiro mientras jugaba con sus amigos y le dijo: “Mamá, ¿es verdad que has salido en la televisión bailando twerking?”. “Su potencial mediático se ha disparado”, comentan fuentes de Más Madrid. Otra regla también durante estos días: no toma café porque dice que le “revoluciona”.
En esta aventura se ha rodeado de un núcleo duro que la ayuda y asesora. Muy cerca de ella están su jefe de campaña, Pablo Gómez Perpinyà, y la portavoz en el Ayuntamiento, Rita Maestre. Mucho feeling. Inseparable también es su responsable de prensa, María José Benavente. Con Errejón comparte también actos y análisis político, y tiene muy buena conexión con su ‘número tres’ en la papeleta, Manuela Bergerot. Con ellos hace piña para superar sus principales hándicaps de no ser tan conocida como sus rivales y de tener que haberse convertido en portavoz de todos los temas.
Ser política no entraba en sus planes precisamente cuando estudiaba el MIR hace años y reía con sus amigos viendo Roseanne. Ahora engulle muchas más televisión infantil con sus hijos, como Hilda. Para evadirse también de vez en cuando se engancha con una buena producción como The Crown o Big little lies. Le gusta también esa parte de sonrisas irónicas de la vida, como los textos que devora de Jardiel Poncela o Eduardo Mendoza, con especial predilección asimismo por autoras más intimistas como Arundhati Roy. Si llega al Gobierno regional, sus discursos sonarán un poco como su grupo predilecto, Racalmuto. Pero si le pides una canción, te dirá rápidamente Como yo te amo, en versión de los Niños Mutantes.
Ahora lo que suenan son los tambores de la batalla del 4-M, aunque en su mente siempre llevará el sonido de los aplausos durante el último año y un momento que le sigue emocionando: cuando llegaban los policías, con sus sirenas y sus luces, a las ocho a la puerta del Doce de Octubre para apoyar a los sanitarios. En la intimidad todavía se le humedecen los ojos.