Miyake: el fenómeno que puede acabar con la civilización en solo 72 horas si no lo impedimos
Diversos científicos e ingenieros analizan el evento que puede devolver a la humanidad a antes del medievo y provocar cientos de millones de muertos: "Básicamente volveremos a la Edad de Piedra".
La carrera espacial y los avances científicos han demostrado la capacidad del ser humano de dar grandes saltos tecnológicos en un período de tiempo relativamente corto. Si la idea de desplazar la órbita de un asteroide podría parecer hace unos años un planteamiento reducido únicamente a la ficción de la gran pantalla, la NASA probó que puede ser real lanzando la sonda DART contra Dimorphos para desviarlo en el primer ensayo de defensa planetaria. Sin embargo, ¿es esta la única amenaza a la que puede enfrentarse la Tierra? Existe una que podría acabar con la humanidad tal y como la conocemos en solo 72 horas.
Se trata de una posibilidad que ha sido analizada por diversos científicos e ingenieros cuyos testimonios se plasman en la serie documental Control Z (en referencia al comando de ordenador que deshace una acción), un proyecto que recoge “seis posibles futuros distópicos que amenazan a la humanidad y cómo deshacerlos antes de que ocurran”.
En su primer episodio, se aborda el fenómeno denominado como ‘La gran tormenta’, pero no se trata de una al uso. Se trata de la más grande de las tormentas solares, un evento que podría devolver a la humanidad a una situación previa a la Edad Media, con la consecuente muerte de incontables personas a lo largo de todo el mundo. ¿Cómo? Con el mayor apagón tecnológico posible que inutilizaría desde la red eléctrica e Internet a cualquier aparato electrónico, inutilizando los datos almacenados digitalmente.
¿Qué es una tormenta solar y cómo funciona?
Se trata de una perturbación temporal de la magnetósfera terrestre que puede ser causada por una onda de choque de viento solar y/o una eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés) que interactúa con el campo magnético terrestre. El incremento en la presión del viento solar inicialmente comprime la magnetósfera.
El campo magnético del viento solar interactúa con el campo magnético de la Tierra y transfiere la energía a la magnetosfera. Ambas interacciones causan un incremento en el movimiento del plasma a través de la magnetósfera (conducido por campos eléctricos incrementados dentro de la magnetósfera) y un incremento en la corriente eléctrica en la magnetosfera e ionosfera. La presión del viento solar sobre la magnetosfera aumentará o disminuirá en función de la actividad solar.
Para comprender la magnitud de este tipo de tormenta producida por erupciones solares hay que remontarse a 1859, cuando el denominado como evento Carrington acabó destruyendo redes telegráficas de todo el planeta. Según recoge en su análisis El Confidencial, la doctora Holly Gilbert, responsable del High Altitude Observatory del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de EEUU, estas tormentas cuentan con tres fases.
Primero se produce una erupción de una radiación de alta energía que puede afectar a nuestra ionosfera en ocho minutos porque viaja a la velocidad de la luz. Después, durante la propia erupción solar, se libera esa ingente cantidad de radiación electromagnética en todo el espectro que choca con nuestro planeta en unos ocho minutos. Finalmente, se produce esa eyección de masa coronal que en dirección a la Tierra puede inutilizar desde satélites a telecomunicaciones y transformadores eléctricos.
Muertes masivas y vuelta a la Edad de Piedra
Los testimonios recogidos no dejan lugar a dudas de que es un asunto a tener muy en cuenta. Si no se toman medidas y la próxima tormenta solar apunta hacia a la Tierra las consecuencias podrían ser devastadoras. “Cada mil años vamos a tener un evento que es 10 o 20 veces más fuerte que el evento Carrington. No es una cuestión de si lo vamos a sufrir o no. Es solo una cuesión de cuándo va a pasar”, señala la doctora Gilbert.
¿De qué estamos hablando exactamente? De un fenómeno que si tiene escala planetaria acabaría con la red de cables de internet submarinos y sus centros repetidores, pero también de la infraestructura eléctrica. Esto en un contexto marcado por la globalización, la interdependencia de todos los países en cuestiones como la producción industrial o el comercio de materias primas, pero también por la cruda realidad. Todos los servicios, desde un hospital a un banco funcionan con electricidad e internet.
“Si no tenemos eso, básicamente volveremos a la Edad de Piedra. Especialmente con el tipo de densidad de población que tenemos en las grandes ciudades. Ni siquiera puedo imaginar lo que pasaría si ocurriera un evento a gran escala”, expresa en la mencionada información la doctora Sangeetha Abdu Jyothi, docente en la Universidad de California.
“Claramente habría desastres de salud pública, desastres de servicios públicos, desastres en la cadena de distribución de alimentos, desastres de la industria farmacéutica, inutilización de los hospitales, de los sistemas de pago... Todo caerá una vez que sufres un impacto en la más importante de todas la infraestructura, la red eléctrica”, explicó al citado medio John Kappenman, un ingeniero estadounidense con décadas de experiencia en la industria eléctrica norteamericana.
El evento Miyake: diez veces más potente
Lo ocurrido en 1859 no es, ni de lejos, el mayor peligro que afronta la Tierra en cuanto a posibles tormentas solares. Lo explica a El Confidencial el astrofísico Ethan Siegel a la hora de explicar el que se cree que ha sido la gran erupción solar que se ha producido, el evento Miyake. Con todo, existen diversos indicios que apuntan a que aún habrían existido mayores erupciones que esta última.
“Fue un evento más de 10 veces más poderoso que el evento Carrington. De hecho, puede que ni siquiera sea el evento más fuerte que jamás haya ocurrido. Porque si vamos y miramos en núcleos de hielo de hace 9.200 años, hubo una tormenta aún más poderosa que el evento de 774 a 775, que fue un evento Miyake”, subraya el experto.
Según John Kappenman la humanidad tardaría como mínimo una década en recuperarse de esta catástrofe, si es que llega a hacerlo. Recoge El Confidencial, que en los primeros días, todas las personas cuya supervivencia dependiera de respiración asistida o cualquier otro sistema eléctrico morirían sin remedio. En los meses siguientes, sería cientos de millones, principalmente personas que habiten en núcleos urbanos, los que fallecerían por infecciones y hambrunas regionales.