Mis hijos viven en un mundo donde no existe la comunidad LGBT
Atacaban al niño diciendo que seguramente era gay o que se había vuelto gay por culpa mía, pues desde pequeño lo expuse a convivir con personas LGBT.
Agresiones homofóbicas fueron la razón por la que nació el blog Madre Rebelde, el día después del PRIDE de 2017.
“Ese niño se ve totalmente gay”, “la madre lo está volviendo gay por llevarlo a esa marcha”, fueron algunos de los comentarios que internautas dejaron en un artículo en el que se publicaron las fotografías que mi hijo de 11 años había hecho en el PRIDE.
Hace tres años llevé a mi pequeño hijo a su primera marcha LGBT. Él estaba muy emocionado, porque iba a debutar como fotógrafo.
Esa mañana, mi hija, mi hijo -con cámara en mano- y yo llegamos al Ángel de la Independencia en la Ciudad de México, en punto de las 12:00 horas. El punto de salida del PRIDE estaba lleno de colores, euforia y tan impresionantes carros alegóricos que rápidamente olvidamos el calor que se sentía.
La marcha LGBT
En cuanto comenzamos a avanzar mis hijos se tomaron una fotografía con Aurora Wonders -una famosa drag mexicana-. Continuamos caminando y saludamos a algunos amigos y amigas de la comunidad y, entre tanto, mi hijo le solicitaba a algunos personajes que le permitieran hacerles una fotografía.
A lo largo de esa marcha, me di cuenta con mucha satisfacción que mi hijo se acercaba a las personas con total normalidad, les hacía fotografías porque le parecía increíble la manera en la que se habían caracterizado, por sus atuendos, por sus carros alegóricos, pero con total naturalidad.
Mis hijos viven en un mundo en el que la diversidad sexual es parte de su normalidad y no tienen ningún conflicto con eso. En ese momento me quedó muy claro que los enseñé a vivir sin barreras en sus cabezas. Entendí que el concepto ‘comunidad LGBT’ iba a ser un poco complicado de entender, porque para ellos el mundo se trata de seres humanos diversos.
¿Es posible un mundo en el que no exista la comunidad LGBT?
Por supuesto que sí. Y desde luego yo no soy una experta, pero les hablo desde mi experiencia como una madre que desde siempre ha tenido amistades LGBT con quienes mis hijos han estado en contacto.
Desde muy pequeños cuando empezaron a hacer preguntas les respondí con sinceridad y de manera muy natural. Siempre les hablé de la diversidad sexual, les expliqué el significado de los colores de la bandera LGBT, les hablé de las diferentes identidades y orientaciones sexuales, incluida la heterosexualidad.
-Entonces, solo creces y descubres qué color eres- me dijo un día mi hijo.
Y creo que yo no hubiera encontrado jamás una manera tan sencilla, amorosa y sensata de explicarlo.
-Así es- le contesté. Pero, además, para ponerme en mi actitud de súper madre rebelde le dije que pese al color que él eligiera yo lo seguiría amando.
-Y, ¿por qué no lo harías?- preguntó.
Me quedé desarmada y llorando de tristeza por toda la basura que la sociedad homófoba en la que vivo me había metido en la cabeza y de la que todavía no lograba librarme; pero, también lloraba de felicidad por el mundo en el que vive mi hijo en el que la comunidad LGBT no tendrá necesidad de existir.
-Por nada- respondí avergonzada.
La homofobia
La homofobia es un concepto que mis hijos definitivamente nunca podrán comprender, pero lamentablemente se enfrentaron a ella hace tres años, un día después del PRIDE.
Como ya les había comentado, este blog nació como una necesidad mía de responder a los homófobos que atacaron a mi hijo, una vez que sus fotografías se publicaron en El Huffpost México.
Muchas fueron las agresiones, pero principalmente las personas atacaban al niño diciendo que seguramente era gay o que se había vuelto gay por culpa mía, pues desde pequeño lo expuse a convivir con personas LGBT.
Mi hijo estaba muy emocionado por ver sus fotos publicadas, así que decidí permitir que viera el artículo y, que al final, los tres juntos íbamos a leer los comentarios y a discutirlos.
Desde luego en mi cabeza yo me sentía como una mala madre por no haberlos prevenido acerca de la homofobia. Comencé hablándoles acerca de las agresiones que sufre la comunidad LGBT en el día a día y, creo que fue en ese momento que les expliqué la importancia de que cada 28 de junio celebremos el Día del Orgullo. Les hablé de la lucha de la comunidad por sus derechos y enlisté algunas ideas sobre cómo podemos apoyar a nuestros amigos de la comunidad, incluso califiqué como ignorantes a todos aquellos que -según yo- habían ofendido a mi hijo llamándolo gay.
Cuando terminé de hablar, mis hijos se miraron entre ellos y me aseguraron: mamá, que te digan gay no es una ofensa.
Me quedé sin palabras. Ellos ya entienden este tema mucho mejor que yo.