'Mis funciones secretas': entrevista a Micha Lewinksy
La nueva comedia del director suizo nos hace reír y reflexionar con un nuevo enfoque para lo vivido en 1989 alrededor del escándalo de los archivos.
“¡Espero que funcione!” El director suizo Micha Lewinksy bromea sobre el tono humorístico su nueva película: Mis funciones secretas, basada en la historia de vigilancia extrema que supuso “el escándalo de los archivos” que el propio guionista vivió. Aunque él mismo explica que siempre cuenta “las cosas de forma cálida y con risas, incluso las serias”, no hace falta que lo asegure, al concederme la entrevista reclinado en su hamaca de tela y con la cara parcialmente asomada a la cámara frontal de su smartphone.
Hacer humor del absurdo siempre ha sido un buen recurso. Y es que, que el director de la obra de teatro Noche de Reyes reparta textos de teoría política para intentar sacarle el lado socialista a Shakespeare, posiblemente no es lo más habitual. Pero que, a finales de los años 80, la policía suiza espiase a 700.000 personas sospechosas de tener convicciones políticas de izquierdas, tampoco. Es ahí donde surgen Mis funciones secretas, las de Viktor (Philippe Graber) un policía de incógnito que se infiltra como figurante en los ensayos en el Schauspielhaus por órdenes de Marogg (Mike Müller), su superior.
Viktor tendrá que hacerse pasar por un exmarine con un enorme odio hacia las centrales nucleares para investigar a un elenco formado, supuestamente, por “anarquistas peligrosos”. Los problemas llegarán cuando conoce–y se enamora– de su compañera de reparto, Odile (Miriam Stein), hija de un alto cargo de la policía suiza (Michael Maertens).
El anteriormente galardonado director asegura que lo más complicado fue encontrar “el tono correcto, la sintonía entre la historia de vigilancia y el humor”. Posiblemente lo haya logrado, al menos en Suiza, donde ha obtenido 3 nominaciones en los Premios de Cine Suizo y el Premio a Mejor Actriz para Miriam Stein.
Aunque llevas trabajando como guionista desde el año 2000, en 2005 decidiste probar como director ¿Por qué este salto?
El trabajo como guionista es muy solitario, te pierdes la parte divertida ¡y yo quería un poco! Estás siempre rodeado de un montón de personas.
Pero también hay más estrés.
Es más estresante cuando tienes algo que escribir y solo puedes resolverlo tú con el ordenador. En cambio, en el set, si tienes un problema hay otras cincuenta personas que están en el mismo barco que tú para ayudarte.
Eres guionista desde hace más de 20 años, ¿siempre tuviste en tus planes escribir una historia sobre policías infiltrados?
No especialmente, pero siempre quise escribir sobre mentirosos y gente fingiendo ser quien no es.
El largometraje muestra la caída del Muro de Berlín, ¿cómo viviste ese momento?
Era muy joven. No me acuerdo demasiado, recuerdo más la vigilancia. Cuando tenia 10 años di una exposición en clase sobre el tren transiberiano. No tenía demasiada idea así que llamé a la embajada rusa. Diez años después descubrí que había estado siendo investigado por ello. Fue una época intensa. Casi no puedo recordarlo, era adolescente y nunca había estado en Berlin. Sin embargo, el affair de la historia, lo de los ciudadanos suizos espiados, eso me vino muy de cerca. Recuerdo que nos preguntaron que si queríamos ser un país sin Ejército. Hubo una gran pelea política y nos dimos cuenta de que todos habíamos estado siendo espiados.
¿La vigilancia se ha reducido desde entonces?
No, solo ha cambiado. Hoy en día damos toda la información que necesitan, gratis en las redes sociales.
¿No era tu intención directa tratar este tema ?
Es un tema sobre el que tenemos que seguir reflexionando hoy en día. Ahora mismo todos los países pueden conseguir información sobre ti, aunque supuestamente vivamos en una sociedad democrática y libre.
La estética y los colores nos ayudan a hacernos una idea de la época. ¿Fue un trabajo de postproducción ?
Solo es el efecto que escogimos. Set designs y vestuario hicieron un gran trabajo. También buscar las localizaciones con la estética que queríamos… ¡Todos nos quedamos sorprendidos por lo feo que era todo!
¿El trabajo de vestuario y ambientación fue una de las partes más complicadas?
No para. Mi (risas) es un departamento diferente con el que fue un placer trabajar. Fue algo enorme para ellos, no solo ambientar los looks sino también vestir a los investigadores.
¿Cuál fue la parte más difícil de la producción?
Encontrar el tono correcto, la sintonía entre la historia de vigilancia y el humor. Yo siempre cuento las cosas de forma cálida y con risas, incluso con las cosas serias, así que pienso que esta combinación en la película también puede que sea complicada ¡Espero que funcione!
Ese humor se refleja en una toma muy especial, cuando todos los actores están haciendo sus ejercicios antes de actuar.
Me alegra que me lo menciones porque es una de mis tomas favoritas, con la cámara desplazándose por los lentamente. Pero todo grabado muy clásico.
Otra escena llamativa es cuando Odile tiene que desnudarse para el director ¿has vivido alguna vez un momento así?
Yo no, pero los guionistas con los que he trabajado vienen del teatro y han visto mucho. Para ellos fue muy personal contar estas historias privadas. Era importante para mí que a ambos lados de la cortina.
¿Dirigirás alguna vez un teatro, además de éste?
Me encantaría pero nunca he encontrado la pieza correcta. La idea de trabajar con actores y una historia, pero sin todo el rollo técnico de las películas, que tarde incluso dos años y más con la covid. En el teatro en cambio ensayas ocho semanas y ya sales a escena. De verdad que me encantaría.
Una entrevista de Marta Martínez publicada en White Paper By.