Miki Núñez: "Cuando salí de 'OT 2018' estaba tan abajo no veía ni la luz del sol"
El extriunfito saca su primer libro de relatos, 'Dime tres palabras'.
Al pronunciar el nombre de Miki Núñez, a la mayoría le vendrá a la cabeza la canción La Venda con la que representó a España en Eurovisión 2019 —la última antes del parón de la pandemia— o el programa Operación Triunfo 2018.
Ahora, el joven de Terrassa saca libro, Dime tres palabras (Montena), con el que da a conocer una faceta desconocida, hasta ahora, la de la escritura. Sin embargo, lejos de lo que pudiera pensar el lector, no se trata de un libro hecho a posteriori. Según el cantante, muchos de los relatos que en él se incluyen son anteriores a su paso por la Academia y, de hecho, los llama pre-canciones.
El título hace referencia a la forma de salir del miedo cuando era pequeño. “Mi mamá venía a la habitación y me decía ‘dime tres palabras’, y entonces me explicaba un cuento. Entonces yo, durante toda mi vida, lo que he ido haciendo ha sido preguntarle a la gente tres palabras cuando estaba mal”, explica en la sinopsis.
Admite que su reciente éxito —sus temas Celébrate y Me Vale acumulan cerca de 20 millones de reproducciones en Spotify— le da cierto vértigo, aunque como él mismo dice “sarna con gusto no pica”. No tiene pudor a hablar de sus bajones y de que cuando salió de OT tenía tal nivel de ansiedad que creía que “no podía respirar”, ahora se siente más seguro, pero sigue teniendo esas tres palabras y la ayuda de su psicólogo para salir de las malas situaciones.
¿Qué fue primero el Miki cantante o el escritor?
El escritor. En la escuela había una cosa que eran los jocs florals, que se hacía por Sant Jordi y en el que cada uno podía escribir un cuento, un poema o lo que sea y leerlo delante de toda la escuela el día del libro en Sant Jordi. Yo siempre lo hacía y me daban una rosa y un libro aparte. Muchos de los cuentos que están en el libro llevan muchísimo tiempo por eso los hay que son más infantiles, otros más actuales... He intentado guardar la esencia de lo que escribí en el momento de contar la historia.
Todo ayuda, sería hipócrita decir que si no fuera Miki Nuñez, si no fuera famoso, no hubiera podido sacar el libro de esta manera. Lo hubiera podido hacer igual autoeditado o después de haberlo presentado a cincuenta mil editoriales. Pero lo que es cierto es que he escrito toda mi vida, aunque no me considere escritor. Es algo que llevo haciendo siempre y que he tenido ahora esta oportunidad y una buena manera de culminarlo.
Cada relato son un nombre y tres palabras, ¿por qué? ¿quiénes son?
Son mis amigos, mis colegas. Son palabras preguntadas a ellos raros o chungos de su vida, incluso algunos de llamar a alguien y decirle: “Oye, dime tres palabras”. Y que me diga “vale, muchas gracias, adiós, ya te contaré”. Lo he hecho en momentos chungos cuando esa persona necesitaba evadirse y escuchar esos cuentos, que es lo que a mí me funcionaba, como en momentos en los que quería que esa persona me dijera las palabras para hacer el relato.
¿Has tenido miedo a que se te juzgara con el prejuicio que hubo con el libro de poemas que publicó Alfred tras salir de OT?
Por supuesto. Pero no es diferente al que tengo cuando saco una canción, cuando la saco me preparo para recibir críticas positivas y negativas. Con el libro pasa igual, quizás al ser la primera vez que saco algo de lo que escribo va a tener más opiniones, pero es lo mismo. Sé que cuando salga habrá a quien no le guste, otros me van a decir que es una mierda y que he sacado el libro porque soy yo. Otros que no lo he escrito yo. No estoy dispuesto a todo, pero lo estoy frente a lo que puedan decir. Luego no, luego me pongo a llorar y necesito ir al psicólogo y 20.000 cosas, pero lo intento.
Precisamente, has visibilizado mucho la salud mental y has normalizado ir al psicólogo, ¿notaste algún bajón cuando saliste de OT?
Joder, un bajón dices… Yo no veía ni la luz. Estaba tan abajo no veía ni la luz del sol. Estaba fatal. Cuando salí de Operación Triunfo, le pregunté a mis padres que por qué no podía respirar, ellos me dijeron “sí puedes porque estás vivo” y les decía “no, no a mí no me entra aire en los pulmones, no tengo esa sensación”. Y me dijeron “hijo mío, es ansiedad y por este cambio tan grande”. Les pregunté que qué pastilla me tomaba, rollo un ibuprofeno, un paracetamol y me estuvieron contando que tardaba un poco más y que necesitaba un psicólogo y ahí estoy.
Había ido antes alguna vez por trastorno alimentario al psicólogo de la Seguridad Social, que el psicólogo de la Seguridad Social es como el amigo que te dice que está a cinco minutos de tu casa y está saliendo de la ducha. Sí, te damos hora, dentro de cinco meses. Si me rompo un brazo, me dais hora mañana. Pues igual. La salud mental debería tratarse igual o con más seriedad que la salud física.
¿Con qué prejuicios te encontraste al salir de OT?
Con todos, todos los prejuicios habidos y por haber. Luego, puede sonar muy chulesco, pero todas las personas que tienen ese prejuicio vienen a un concierto mío y me dicen, “me cago en la hostia, pues no está tan mal”. Por ejemplo, el primer concierto después de OT y de Eurovisión fue en la fiesta mayor de Barcelona en la Mercé, 70.000 u 80.000 personas.
No teníamos gira porque no nos quería contratar nadie y decían que quién narices era este de OT y de Eurovisión. Y cuando hicimos el concierto empezaron a salir reviews de revistas, diarios, de gente en Instagram… Y entonces, nos confirmaron una gira de 50 y pico conciertos, muchos con todo vendido. Así que suena chulesco, pero todos tenemos prejuicio. A mí la etiqueta de triunfito, Eurovisión y tal no me molesta nada. Me molesta que se la relacione con algo malo.
¿Qué es lo que peor llevas de la fama?
La gestión de Twitter. En un principio quería gustar a todo el mundo, no quería tener a nadie enfadado. Necesito que la gente de mi alrededor esté bien y si yo tengo que estar mal para eso, lo estoy. De verdad, soy así de imbécil. Al principio no entendía nada, decía “pero si yo no he hecho nada, solo estoy sacando mi música y respondiendo a las preguntas que me hacen y dando mi opinión intentando respetar a todo el mundo, ¿por qué me sucede esto?”. Ahora ya sé que diga lo que diga, puede haber alguien que no esté conforme y que me critique y que soy imbécil. Me gustaría que lo hicieran desde el respeto, porque yo respeto a todo el mundo, a unos más que otros, pero estamos expuestos a eso.
Tuviste un problema con Vox, que te cagaste en ellos y te criticaron.
Sí, se lió pardísima. Además en una entrevista que fue maravillosa, duró una hora y media y en los últimos dos minutos me arrancaron de la boca algún titular porque todo lo que hablaba era de música y tuvieron que arrancármelo de alguna manera. Es verdad que siempre digo que hay que tratar con respeto a todo el mundo y en ese momento se lo falté.
Perdóname si no le tengo el mismo respeto a unas personas que les gustaría que mi primo que es gay no pudiera adoptar un niño igual que una pareja hetero o que no pudiera casarse, o que les parece bien que mi tío abuelo siga en una cuneta y no tengamos ni idea de dónde está. Permíteme que les tenga un poco menos de respeto, que no serán todos los que voten a Vox, estoy generalizando.
A partir de eso, ¿te autocensuras?
No, la verdad que no. Fue un desliz de decir las cosas mal, podría haber dicho lo mismo sin que fuera tan violento. Es lo que siempre defiendo, no digas que mi música te parece una mierda y que ojalá me muera, dime que no vas a escuchar más mi música porque no va contigo y que ojalá desaparezca de tu vista. Es lo mismo, pero de otra manera. Siempre defiendo decirlo de manera bien.
¿Crees que los artistas tenéis que mojaros política y socialmente por ese altavoz que tenéis?
No es que tengamos un altavoz figurado, es que tenemos 25.000 en cada concierto. Tenemos miles de seguidores en redes sociales, no hace falta ser abanderado de todas las causas, obviamente, pero sí cuando algo te toca la nariz y creas que es injusto lo digas.
El relato ‘Papá. gafas, explosión, superhéroe’ planteas precisamente una oda a la diversidad, protagonizada por la hija de dos papás ve que en el mundo aparece un villano que está en contra de todo lo diferente. Viene muy al caso con esta oleada de odio.
Este lo escribí un día cuando hacía prácticas de Magisterio, de la que estudié solo dos años, para explicárselo a los niños. Por eso es muy infantil, no es nada rebuscado, la metáfora es superfácil. Pero tiene un mensaje, pero era para explicárselo a mi casa.
La historia de Iaia, que habla de las injusticias sociales y laborales, es la única que cuentas como basada en hechos reales, ¿en qué se basa?
En mi casa siempre hemos sido unos currantes del carajo, hemos tenido la suerte de que no nos ha faltado de nada. Pero es una suerte que nos hemos buscado, pero mis abuelos eran de una familia muy humilde que hacían sopa de zapato, literalmente. Tan humilde que mi abuela casi no puede caminar ahora por los palos que le dieron cuando estaba cogiendo aceitunas con siete años.
El médico nos lo dijo, esto no es normal, es de haberse dado un golpe muy fuerte, y mi madre dijo uno no, miles de golpes. Entonces, creo que es necesario no venderlo todo de color de rosa y mirar para atrás y saber de dónde venimos para querer saber dónde queremos ir a parar. Yo no puedo ser un tío racista cuando mis abuelos tuvieron que irse a Andalucía porque les pegaban o porque la familia de mi padre tuvo que irse a Francia porque eran republicanos o porque a mi tatarabuelo le fusilaron. Hay que saber el bagaje histórico y cultural que hay para hablar después y si puedo dar una experiencia de primera mano como esta para que la gente reflexione un poco, pues no me parece mal.
En tu libro pones que quieres que sea un “libro feliz porque tú eres una persona feliz”, ¿crees que vivimos en una sociedad que siempre nos exige la felicidad o que se vende como producto?
Eso me pasaba al principio con mis colegas. Les contaba que no podía respirar y me decían, pero “tío ahora que eres famoso, que has ido a OT, a Eurovisión, que puedes vivir de lo que te gusta que haces tu música, que la gente te conoce cómo vas a tener ansiedad”. Y yo decía es que para conseguir todo eso, he tenido que desgastarme muchísimo, y sigo haciéndolo, a gusto porque me gusta lo que hago, pero es ese puntito de no pasa nada por estar en la mierda un día, de hecho, hay que estarlo para que los demás sean de color de rosa.
¿Cómo viviste Eurovisión, fue más fuerte que OT?
Mucho más intenso. En OT yo no me enteraba de nada, estaba feliz con mis colegas, vivía ahí dentro feliz 24 horas al día haciendo música. Pero en Eurovisión estaba de 8 de la mañana a 8 de la tarde con la misma canción, algunos días contábamos hasta 70 veces. Luego decían “oye, por cierto, pasado mañana vamos a Rusia y en dos días a Londres”. Yo venía a mi casa los domingos a cambiar la maleta y me volvía a Madrid. Es el voluntariado más grande que he hecho en mi vida, no he hecho nunca algo altruista, bueno que te pagan en promo y con cosas como que te conozcan en Grecia y en todas partes, pero es muy duro y tan lejos de tu familia y demás.
¿Tenías la presión de que siempre quedamos últimos a ver en qué puesto quedabas [acabó 22º en el certamen]?
Lo de la posición, volví superorgulloso de mí mismo y la gente lo estaba, así que para mí fue ganar. A mí que me enviaran vídeos de las fiestas de los pueblos o las discotecas poniendo La venda, para mí eso era ganar. No es que tuviera suficiente, porque quieres quedar primero y te juro que todo el equipo quería eso con toda la fuerza de su corazón, pero no pudo ser. Volvimos con la cabeza bien alta y ya está.
¿Te hubiera gustado cantar en catalán? ¿Por qué crees que no se hace?
¿Por qué no? Sí, igual que voy a Madrid, a Sevilla o a Bilbao y la gente me pide que cante Escriurem o No m’ho esperava ¿por qué no? En una lengua cooficial del Estado, sería algo increíble. Incluso hacer un popurrí y meter en una canción todas las lenguas y que la gente no dijera, “ah, es que como es castellano, ah, como es inglés, ah, como Suecia canta en su idioma”. Vamos a meter todas las lenguas, a ver si alguien se queja. La gente se queja de todo. Si es negro porque es negro, si es blanco porque es blanco, si vas en castellano porque sí, si la escenografía es una locura o no… No lo digo por nada negativo, sino porque es real.
¿Pudiste hablar con Amaia y Alfred o con Blas Cantó antes de ir a Eurovisión?
Sí, sí. Sobre todo con Manel Navarro, porque éramos colegas de hace tiempo. Con Amaia porque vino un día a tocar a Peñíscola y fui a verla y hablamos un buen rato. Con Alfred tuve bastante tiempo para hablar y con Blas nos vimos dos veces solo y cuando coincidí con él y hablamos por Instagram intentaba decirle cosas bonitas, pero él me decía cosas más bonitas a mí y casi me emocioné, parecía que era yo el que se iba. Fue muy bonito lo de Blas, tuvimos una relación de mensajería por Instagram muy intensa, fue muy chulo.