MAR, el estratega detrás de Ayuso
Así es Miguel Ángel Rodríguez, el polémico ‘aznarista’ que susurra al oído a la presidenta madrileña
A las 8 de la mañana ya está en el despacho en la Puerta del Sol. Sobre la mesa los periódicos y café. Miguel Ángel Rodríguez se reúne con los suyos analizando lo que dice la prensa, visualizando cómo irá el día, haciendo cambios de última hora y revisando algunos discursos. Pero no todo es a corto plazo: tiene la máxima de que hay que pensar con dos meses de antelación la jugada y los mensajes.
Sólo hay una persona que le gana a veces llegando más pronto: la propia presidenta Isabel Díaz Ayuso. Rodríguez (Valladolid, 1964) es la persona más cercana a ella, su jefe de gabinete, aquel con el que planeó la campaña electoral de mayo de 2019, cuando apenas nadie la conocía. Pero ellos sí se sabían sus nombres desde años atrás, cuando la política era una estudiante y le pidió ayuda para hacer un trabajo sobre la comunicación en el Gobierno de José María Aznar.
A Ayuso le fascina esa etapa del Gobierno del PP en La Moncloa, en la que precisamente Rodríguez era el portavoz del Ejecutivo (entre 1996 y 1998). Un hombre que dormía entonces con tres aparatos de radio en el dormitorio y que se levantaba a las dos de la madrugada para escuchar los boletines sintonizados de las tres principales cadenas en España. A las 7 ya estaba en La Moncloa, sabía por dónde iban los tiros y movilizaba a los ministros a los que les estaban dando cera para que a las 8 estuvieran contestando. O callando, porque él dice que en esto también son muy importantes los silencios.
Pero él de silencioso no tiene nada. Le gusta hablar, charlar, polemizar. A veces demasiado, como dice una persona entre risas que trabajó años en el PP con él. Varias fuentes de su entorno o que han colaborado con él en las últimas décadas coinciden en una serie de rasgos: es un trabajador infatigable, se pasa horas y horas pendiente de todo, se divierte con lo que hace y lo tiene todo muy bien pensado y calculado a pesar de la imagen que da a veces de decir la ocurrencia que se le ha pasado por la cabeza en ese momento.
Un hombre al que los suyos califican como “brillante”, pero cuyo nombre hace explotar los oídos a los antiguos socios de Ciudadanos en la Puerta del Sol. “Sólo lo escuchaba a él”, dicen fuentes naranjas que han sentido cómo la presidenta hacía mucho más caso a su consejero áulico que al que era su vicepresidente, Ignacio Aguado, que era ninguneado y despreciado.
Rodríguez siempre dice en público y en privado que a él no le tiene que hacer callar nadie y siempre critica que la izquierda se cree con mayor autoridad moral a la hora de hablar. De su boca y de sus tuits han salido momentos como cuando llamó “cocainómano” al Gran Wyoming o “tránsfuga de mierda” al expresidente Ángel Garrido. De Inés Arrimadas llegó a decir: “Es físicamente atractiva como hembra joven. Políticamente es inconsistente”. Tuvo en las redes también para Aguado: “el desleal”. Otra de sus obsesiones ha sido Telemadrid: “Hombre! El jefe de información del PSOE de Extremadura aterriza en Telemadrid!!! Ya estamos todas! Imparcialidad y objetividad y austeridad dándole un buen sueldito…”
Rodríguez acumuló también titulares cuando fue detenido en 2013 tras estampar su Mercedes contra tres vehículos aparcados en la zona de Retiro de madrugada cuadruplicando la tasa de alcohol. “Me lo he bebido todo”, confesaría a la Policía. Él mismo pidió perdón por su “mal ejemplo” durante esa noche a la sociedad y a los dueños de los otros vehículos.
Polémicas atrás, Rodríguez vive una segunda etapa de gloria en la comunicación política (con un sueldo anual de 93.855 euros). “Es el tío más brillante que he conocido en lo que se llama asesoría de políticos”, comenta un colaborador, que relata cómo es estar a su lado: “Ideas muy frescas, capacidad de improvisación muy grande, toma de decisiones inmediata. La diferencia entre aquel hombre de los años noventa y el de ahora es la serenidad”.
Muchos hablan de él como el Iván Redondo de Sol. Los dos se conocen, se respetan e, incluso, se temen a ratos. Tienen buena relación y prepararon aquella visita de Sánchez a la sede regional, con las 24 banderas incluidas. Estuvieron juntos en el despacho un rato y siguieron la comparecencia de los dos líderes al lado. Pero en el entorno de Rodríguez indican que hay diferencias: “Él tiene ideología, ideas liberales de entender la vida, piensa lo mismo que hace treinta años, ha trabajado en el mismo espectro político siempre. Eso le dota de un gran valor, ideología y experiencia”.
En la izquierda y en el centro naranja siempre se repite que Ayuso le hace caso en todo, que es una especie de marioneta de Rodríguez. Esto lo niegan tajantemente en Sol y en el PP. Lo mismo se proyectaba en su etapa en Moncloa. “Aznar se reía mucho con esto, cuando se decía que era Miguel Ángel el que mandaba”, sostiene una persona que estuvo en La Moncloa en esa época, que subraya: “Ni llevó al Gobierno a Aznar, ni ha llevado a Ayuso, ni es el que gobierna”. Para añadir: “Si la pregunta es si tiene influencia, evidentemente. ¿Con Aznar? Evidentemente. ¿Con Ayuso? Evidentemente. Pero cualquiera que piense que puede determinar la manera de hacer, de pensar y de decidir de Ayuso es que no la conoce”. Pone un ejemplo: la presidenta madrileña no permite que se envíe una carta firmada por ella sin haberla visto, aunque sea una convocatoria menor. “Es alguien que cuida todo lo que hace”, dicen fuentes de la Comunidad.
“Isabel no es una marioneta de Miguel Ángel, tampoco él necesita eso. Isabel no es una persona dócil”, confiesa otra fuente popular, que ha trabajado durante años con Rodríguez. Subraya a la vez que la estrategia de los dos les ha salido bien: “Es lo bueno que tiene él. Hizo de Aznar un personaje. Pero los jefes de prensa empaquetan el objeto, le ponen el lazo, la etiqueta, los colores… pero si no hay personaje debajo, olvídate. Ella es una mujer complicada, tiene carácter, no la llevas como un guante, pero confía en él”.
Esta parte de asesoría le divierte mucho a Rodríguez, confiesa, para recalcar: “Es incapaz de hacer algo que no tenga sentido Con toda su retranca, con su buen humor, aunque es un tipo muy duro también”. ¿No rehúye la polémica? “A veces le gusta un poquito de más, a veces hay que contenerle”, dice entre risas una antigua colaboradora, que dibuja: “A las siete de la mañana estaba allí en Moncloa, trabaja muchísimo, lo llevaba todo muy pensado y calculado”.
Se ha escrito mucho estos días sobre la tensión entre Génova y Sol, las tiranteces por la campaña y por la inclusión de Toni Cantó en la lista. La relación de Rodríguez con el equipo de Casado, dicen en su entorno, es “absolutamente cordial”. No habla con ellos a diario, inciden, porque él se dedica a la Comunidad de Madrid, pero “todo fluye con más normalidad de lo que se escribe”.
Además, en Sol recuerdan que la relación entre Ayuso y Casado es “estrechísima”: “Son amigos personales”. Ante esos fantasmas de que la presidenta mira a La Moncloa en el futuro, en la sede regional destacan que ella no piensa en eso y que “tiene una cosa muy importante: sentido de la lealtad, es algo que dice y piensa de verdad”. “No permitiría jamás que alguien interfiriera en esa relación con Casado, a Miguel Ángel ni se le ha ocurrido”, añaden, para decir que eso no significa que en momentos puntuales pueda haber disparidad de criterios. “Pero de ahí a que haya una guerra soterrada entre Rodríguez y el PP…”, señalan.
Ahora están Ayuso, Rodríguez y los suyos afanados en la precampaña electoral. Su intención, recalcan fuentes cercanas, es “sumar, sumar, sumar y sumar”. Buscan una mayoría “amplia y suficiente” para gobernar “con tranquilidad”, algo que a su juicio no pudieron hacer en la anterior etapa: “Era un Gobierno con dificultades, no todas las decisiones eran tuyas”. Estos días lamentan la “violencia personal” contra Ayuso y en su equipo señalan que les recuerda a la época del “dóberman” del PSOE contra Aznar.
Aznar fue el que primero se fijó en él, mucho antes de llegar a La Moncloa, Rodríguez era periodista de El Norte de Castilla. Fue un flechazo y con apenas 22 años lo nombró como portavoz de la Junta de Castilla y León. Pero no todo ha sido vida pública, tras dejar el Gobierno en 1998, se zambulló en la empresa privada. Siempre confiesa que ha visto más puñaladas en el universo de los grandes empresarios que en el de la política. Sería presidente de la multinacional Carat, hasta 2006, y recibiría la llamada del Real Madrid para ser el responsable de los actos del centenario del club. Sin olvidar sus queridas tertulias: de 59 segundos a La Noria pasando por El cascabel al gato o Herrera en la onda.
En su estilo comunicativo, siempre tiene una primera máxima: creer en uno mismo. Algo que ha repetido en entrevistas y libros sobre comunicación política. El segundo consejo que siempre da es el de “no mentir”: “Tienes que contar tu verdad, pero no manipular”. Y siempre recomienda a los que se quieran dedicar a esto: “Haz alguna locura”. Su idea es que las personas reciben 17.000 impactos publicitarios al día, por lo tanto hay que ser “original” para que se queden con el tuyo. En la mente tiene grabado: “Comunicar es meterte en las entrañas de alguien al que no conoces de nada y convencerle”, “si no lo cuentas, ganarán los de enfrente”.
Pasión por la comunicación, por la política, por la estrategia. Pero su verdadera vocación, confiesan en su entorno, es la literatura. Su sueño es ser un gran escritor. Por el momento ha publicado hasta siete novelas, que han pasado con más pena que gloria. Pero los suyos lo ven sentado escribiendo todo el rato cuando abandone este mundo. Siempre tiene el ordenador listo. Eso sí, no se perdería ningún partido de su amado Real Madrid y sacaría tiempo para su otra gran afición, la cocina. Lo hace bien, comentan los que han probado sus platos. Con la trepidante vida ahora en la Comunidad, sólo puede hacerlo los fines de semana. ¿Cómo le saldrá la receta del 4-M?