Miguel Ángel Blanco, el secuestro y asesinato que inició el final de ETA

Miguel Ángel Blanco, el secuestro y asesinato que inició el final de ETA

El asesinato del concejal del PP provocó una oleada de indignación en toda España, dio lugar al Espíritu de Ermua y quitó a ETA buena parte de su apoyo.

AFP

El secuestro hace veinte años del joven concejal Miguel Ángel Blanco y su asesinato dos días después por parte de ETA provocó una enorme movilización en la sociedad española e hizo perder a la banda parte del apoyo social que tenía en el País Vasco.

Desde que en la tarde del 10 de julio de 1997 se supo que ETA había secuestrado al concejal del conservador PP, de 29 años, hasta que apareció su cuerpo 48 horas después, maniatado y con dos disparos en la cabeza, su familia y, y los españoles en general, vivieron una auténtica pesadilla, con un dramático final.

En esos dos días, cientos de policías y guardias civiles se movilizaron para localizar al secuestrado y cientos de miles de personas salieron a las calles de toda España para exigir su liberación. Los terroristas exigían el acercamiento de los presos etarras al País Vasco y daban al Gobierno dos días para cumplir su exigencia, antes de matar a Blanco.

  Entierro de Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997.AFP

EL ESPÍRITU DE ERMUA

En esas 48 horas se produjo una enorme movilización en toda España, y de manera muy destacada en el País Vasco, donde hasta entonces, su población se había mostrado remisa a expresar en público su rechazo a la banda terrorista.

Especial relevancia tuvieron las manifestaciones en su pueblo natal, Ermua, una pequeña localidad vasca, que dio nombre al llamado 'espíritu de Ermua', como se conoció a la movilización ciudadana contra la banda terrorista.

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, que ha participado este lunes en un homenaje a Miguel Ángel Blanco, ha subrayado que el espíritu de Ermua supuso "un cambio muy importante" en la visión que se empezó a tener de las víctimas y en la lucha contra ETA.

Si alguna conclusión se puede sacar de cara al futuro, añadió, es que las víctimas del terrorismo merecen todo el "apoyo y el esfuerzo" y "pueden convertirse en uno de los argumentos más importantes" en la lucha contra el terrorismo.

  Las manos blancas contra ETA, en una manifestación del 25 de julio de 1997, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco.AFP

LAS MANOS BLANCAS EN ALTO

Tras conocer la muerte del concejal, millones de ciudadanos salieron a las calles con gritos como "sin pistolas no sois nadie" o "ETA kamporá" (ETA fuera) y en el País Vasco los manifestantes intentaban atacar las sedes de Herri Batasuna, el brazo político de la banda.

De esos días quedan las imágenes de los lazos azules que simbolizaron la petición de libertad de Miguel Ángel Blanco y las miles de manos blancas en alto, en señal de paz, que habían aparecido un año antes tras el asesinato del expresidente del Tribunal Constitucional, Francisco Tomás y Valiente.

La hermana de Miguel Ángel, Mari Mar Blanco, actual presidenta de de la Fundación Víctimas del Terrorismo, declara en una entrevista con Efe que en sus recuerdos tiene grabada aquella "marea humana" que invadía las calles, la imagen del País Vasco gritando "libertad".

  Miles de personas marchan contra ETA en Ermua para pedir la libertad de Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997EFE

EL FINAL DEL MIEDO

Marimar recuerda "el cariño y la solidaridad, el hartazgo y cómo la gente se quitó ese velo de miedo que invadía a los ciudadanos y les impedía dar la cara para defender la libertad, la paz y la convivencia democrática" y resume con el grito de "aquí tienes mi nuca" que coreaba la gente en una interpelación a ETA como el final de ese miedo.

Para ella fue lo "positivo" de la tragedia "tan terrible" que vivió su familia, encerrada durante casi dos días en su casa de Ermua, que se llenó de policías y guardias civiles, mientras la calle se llenaba de decenas de vecinos y periodistas.

El ejecutivo de entonces, presidido por José María Aznar, no cedió y el 12 de julio apareció el cuerpo del joven político maniatado y con dos disparos mortales en la cabeza que lo dejaron clínicamente muerto, aunque su fallecimiento se produjo en la madrugada del 13 de julio.

El secuestro de Miguel Ángel Blanco se produjo en una época muy dura del terrorismo etarra. Solo nueve días antes había sido liberado por la Guardia Civil el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, después de 532 días secuestrado en un pequeño habitáculo.

Aquí puedes ver el programa de La Sexta Columna: Miguel Ángel Blanco: esto pasaba con ETA

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