Micky, el hombre de goma escribe sus memorias

Micky, el hombre de goma escribe sus memorias

Miguel Ángel Carreño Schmelter, el hijo de un diplomático que llegaría a ser uno de los cantantes españoles más populares en los sesenta y setenta.

Miguel Ángel Carreño Schmelter.Youtube.

Al entrar en uno de los estudios de la RCA en Nueva York Andreas Cornelis van Kuijk, más conocido como el Coronel Parker,  se encontró con tres españoles que estaban trabajando en la vesión en inglés de una canción que había alcanzado un gran éxito en España, El chico de la armónica. Parker saludó a Fernado Arbex, el autor, y a Camilo Sesto y se quedó escuchando atentamente la voz de Micky. Antes de despedirse, le anunció que Elvis Presley, el Rey del rock, también grabaría Armonica boy.

Este episodio formará parte de las memorias que en estos momentos prepara Micky (Miguel Ángel Carreño Schmelter, Madrid, 1943), el hijo de un diplomático que llegaría a ser uno de los cantantes españoles más populares en los sesenta y setenta. Los diferentes destinos de su padre le habían proporcionado un contacto muy directo con el rock and roll, un género casi desconocido  en la Piel de Toro a finales de los cincuenta.

Volví con la lección muy bien aprendida -recuerda-, en el Líbano, el rock and roll era un fenómeno emergente. Además, vivíamos en Ammán, una ciudad esponja que absorbía todo el rock del mundo. Curiosamente, Sobredo, el padre de Cecilia, fue uno de los sucesores del mío en la embajada. Yo llegué a Madrid en el 59, con dieciséis años, y no tardé en ponerme en contacto con los yeyés, con los poperos, con los rocanroleros del momento. Y hasta ahora. ” 

Una fiesta en el colegio Santiago Apóstol le brinda la primera oportunidad de subirse a un escenario y de trabar amistad con Fernando Argenta, Tony del Corral, Juan Fuster y Enrique Modolell, que tocaban en las Cuevas de Sésamo.

“Fui a verlos y empezaron a contar conmigo en los ensayos. Ojo, antes los ensayos se hacían en casas y los vecinos protestaban. Eran melodías muy bonitas, muy simples. En aquella época éramos versioneros. Fernando Argenta siempre fue muy selectivo a la hora de elegir los temas, él no comulgaba con las horteradas. En eso surgió la oportunidad de presentarnos en el primer concierto del Cinco Prince. Estábamos actuando como grupo base en el Castellana Hilton, apareció Miguel Ángel Nieto con el proyecto. Nos apuntamos. No pagaban nada, sólo los desplazamientos. Había que montar el equipo de noche, después de la sesión del circo, donde estaban Pinito del Oro y los elefantes.”

A Micky empieza se le empieza a conocer como El hombre de goma, un apodo que le ha acompañado toda su carrera: “Y mucha honra -subraya-, no pasa nada. Sentía el ritmo a base de saltos y de espasmos, de contorsiones. Yo había visto en Beirut y en Amman  películas de Elvis o de Bill Halley y se me fue pegando.  No imitaba a nadie. Siempre he sido una persona que me he expresado a borbotones y de una forma muy natural. Eso es lo que no supieron descifrar los profesionales del medio. “Éste es como un hombre de goma”, dijeron. Con ese apelativo me quedé. A lo largo de mi carrera he sido siempre un artista con adjetivos: el hombre de goma, el chico de la armónica, el hombre del caracol etc.”

Gracias al padre de Fernando, el director Ataúlfo Argenta, les abren las puertas de la discográfica Zafiro, que ha creado un subsello, Novola, especializado en música pop. Los éxitos de Micky y los Tonys se suceden. La popularidad lleva al grupo a TVE, a las pantallas de cine con Megatón ye-ye y a todo tipo de escenarios.

“En Valladolid, Nati Mistral nos contrató como teloneros. Hubo un mosqueo general entre la gente que había ido a verla, se formó un poco de alboroto. El empresario, que era argentino, zanjó el incidente. “Ni lamentaciones ni discusiones, ¿viste?” Nos pagó y nos fuimos a casa con la pasta en el bolsillo.”

A finales de los sesenta, el grupo se disuelve. Tony acepta una suculenta oferta de Julio Iglesias como guitarrista, Enrique trabaja con Massiel. Micky intenta iniciar una carrera en solitario. Graba algunas canciones con Juan Carlos Calderón sin ningún éxito. Hasta que un amigo le llama para avisarle de que Fernando Arbex quiere verlo porque tiene una composición que quizás le vaya bien, El chico de la armónica.

“Arbex componía muy bien a la guitarra y al piano. Tenía muchas canciones guardadas. No sé por qué se acordó de mi. Era muy listo. Pensó: voy a sorprender a todos los seguidores de Micky con una balada. Al oírla por primera vez le dije: “Fernando, ésto no es lo mío, yo soy rockero, el hombre de goma. Déjate de rollos.” Poco a poco lo fui madurando. Cuando estábamos grabando, sentí un pellizco en el corazón. Esto no está tan mal, pensé. El éxito de El chico se debió también a la duración, cinco minutos casi seis. Al disc-jockey le daba tiempo a ir a tomar una cerveza, a cambiar el agua al pajarito, a darle un achuchón a la novia. Así, en 1972 El hombre de goma terminó por convertirse en el yerno deseado de todas las madres españolas.”

La emotiva historia cantada por Micky no tarda en alcanzar los primeros puestos en las listas de ventas de España e Hispanoamérica, se edita una versión en inglés y artistas como Vicky Leandros la incorporan a su repertorio. Tras la entrevista con el coronel Parker en la RCA, Elvis graba una demo-tape, aunque nunca llegó a editarse como disco.

“Ni lo dudes, le dije a Fernando en el estudio de la RCA, que nos ponen en América, macho. Regálasela, haz lo que quieras. Parker dijo que sí, que la grabarían. Años más tarde, en una reunión de fanáticos de Elvis en la FNAC pregunté a los especialistas si me podían confirmar que existía la maqueta. Uno de ellos respondió muy seguro: yes. Me entró tal alegría -bromea- que me fui a Lhardy a tomarme unos cuantos vinitos a la salud del Rey.”

Apenas tres años más tarde, media Europa tararea otro éxito de Arbex en la voz de Micky, Bye, bye, Fräulain. Los turistas alemanes hacen la mejor promoción al llevarse en sus maletas un disco que, en algunas tiendas de Mallorca, se vende de diez en diez. Los ejecutivos de TVE creen que una canción de ese corte sería idónea para representar a España en el festival de Eurovisión de 1977. Además, de la dirección de la orquesta en Wembley podría encargase otro músico popular en Europa, Waldo de los Rios, pero su suicidio dio al traste con la idea.

“Preparé una puesta en escena con Sandra Lebrocq, Robert Jeantal y Jesús del Pozo y nos fuimos para Inglaterra. Al principio no nos daban mucha credibilidad pero al vernos sobre del escenario dijeron: Ojo con el representante español que tiene los zapatos gastados. Por desgracia, ni Francia ni Portugal solían votarnos entonces. Si nos llegan a dar algo, me quedo entre los seis primeros. Sin embargo, la canción cosechó tal éxito que a Fernando le llegaban liquidaciones de veintitantos millones de pesetas. Eso era dinero. En el cincuenta aniversario de Eurovisión hicieron una selección muy seria: Congratulations, ABBA, Massiel, Salomé y…  ¡mi canción! ¡Es alucinante! Eso demuestra que el tema era perfectamente compresible para el festival y que le gustó bastante a toda Europa.”

Micky pondría de moda otro estribillo en los años de la Transición, “en el rollo está la solución”, antes de iniciar una etapa más personal. En los noventa, junto a artistas como Jeanette, Lorenzo Santamaría, Karina o Tony Ronald rindió homenaje a la música de su juventud en Mágicos 60. Con el nuevo siglo, se embarcó en La cuenta atrás o Desmontando a Micky

“De retirada, nada. Le debo todo a la música. Pude trabajar en una compañía aérea, como en mi  juventud, o en un hotel pero surgió la música y fue acaparando mis sentimientos, mi forma de ser. El hombre de goma no envejece. Aunque con los años la goma pierda un poco de elasticidad, sigue estando ahí.”

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Miguel Fernández (Granada, 1962) ejerce el periodismo desde hace más de treinta y cinco años. Con 'Yestergay' (2003), obtuvo el Premio Odisea de novela. Patricio Población, el protagonista de esta historia, reaparecería en Nunca le cuentes nada a nadie (2005). Es también autor de 'La vida es el precio, el libro de memorias de Amparo Muñoz', de las colecciones de relatos 'Trátame bien' (2000), 'La pereza de los días' (2005) y 'Todas las promesas de mi amor se irán contigo', y de distintos libros de gastronomía, como 'Buen provecho' (1999) o '¿A qué sabe el amor?' (2007).