Mi gato acaba de quedarse ciego, ¿debo eutanasiarlo?
¿Qué ocurre cuando pierde de golpe la visión en ambos ojos? ¿Podrá adaptarse? ¿Llevará una buena vida?
Cuando un gato pierde totalmente la visión debido a un golpe, a un atropello o a una enfermedad degenerativa, los propietarios pueden tener serias dudas sobre la calidad de vida que le espera a su compañero: ¿podrá encontrar su comedero y su arenero? ¿cómo hará para orientarse por la casa? ¿para jugar, saltar y hacer vida normal sin chocarse con las paredes y los objetos?
Son preguntas que la mayoría de los propietarios se hacen en estos momentos y que, lamentablemente puede llevarlos a tomar una decisión equivocada y fatal si se dejan guiar por sus miedos, o por personas inexpertas que quizás aconsejen que lo mejor es eutanasiar al animal para evitarle un sufrimiento inútil.
Sin embargo, la realidad es que un gato que ha perdido la visión puede tener una vida completamente normal, plena y feliz.
Frank es un gato que acababa de ser atropellado. Su cuerpo no presentaba ninguna lesión, ya que recibió todo el impacto del golpe en la cabeza, causándole diversas fracturas en el cráneo, la nariz y la mandíbula.
Fue trasladado al hospital veterinario, donde quedó ingresado con muy mal pronóstico, pues este tipo de golpes en la cabeza suele ocasionar la muerte del animal en más del 90% de los casos. Sin embargo, pese a la gravedad de su estado, Frank no murió, y poco a poco se fue recuperando de todas las lesiones. Dos semanas más tarde fue dado de alta, quedándole una única secuela, la ceguera permanente en ambos ojos.
Muchos fueron los que aconsejaron su eutanasia, pero, desoyéndolos a todos, decidimos trasladarlo a una casa de acogida, aunque comprendíamos que el proceso de adaptación a su nuevo hogar posiblemente sería largo y tedioso.
Sin embargo, para nuestra sorpresa, Frank se adaptó rápidamente, casi desde el principio. Los primeros días caminaba lentamente, mientras aprendía la distribución de la casa, la situación de los diferentes objetos, los rincones… Cada vez caminaba con más soltura y enseguida fue capaz de orientarse sin ningún tipo de tropiezo y de acceder sin problemas al comedero, bebedero y arenero.
Unos días más tarde ya subía y bajaba de las camas, sofás y muebles con soltura; y jugaba con sus juguetes con normalidad. En menos de un mes, adquirió la habilidad de saltar y de abrir las puertas colgándose de sus manillas. Algo que sigue haciendo hoy día, por lo que se han tenido que cambiar por pomos redondos.
Como sucede con el resto de las especies animales, los gatos tienen los sentidos muy desarrollados. Tanto es así que, al perder uno, los demás se agudizan al máximo y entre todos suplen al que le falta. Un gato que pierde la visión desarrollará extraordinariamente sus sentidos del olfato, tacto y oído.
Un gato ciego tiene la capacidad de conocer con precisión su nuevo hogar y de hacerse un plano mental perfecto de la distribución de los espacios de la casa, los pasos necesarios para llegar de un sitio a otro, las curvas y esquinas, la ubicación de puertas y ventanas, de los muebles, el impulso necesario para subirse a ellos o la distancia a la que se encuentra el suelo a la hora de bajar; y por supuesto, el lugar en el que está situado su comedero, bebedero y arenero. Además, su excelente memoria le ayuda a recordar cada nuevo cambio que haya tenido lugar en su entorno y de orientarse en él rápidamente y con exactitud milimétrica.
Los bigotes de los gatos son una valiosa herramienta a la hora de orientarse. Recubiertos de terminaciones nerviosas, estos pelillos rígidos —presentes también en las cejas, barbilla y parte posterior de sus patas traseras— son capaces de recibir millones de estímulos del entorno y de analizarlos para construirse una imagen multidimensional de todo aquello que le rodea y del espacio en que habita.
Igual sucede con las almohadillas de sus patas, órganos dotados de enorme sensibilidad, que le permiten analizar al detalle las superficies por las que camina, reconocer su temperatura, el tipo de terreno que pisa, las vibraciones del suelo… Un gato caminando por un suelo de madera es capaz de localizar a un ratón que se haya escondido debajo, por las vibraciones que este desprende al respirar.
El olfato es otro potente recurso a la hora de detectar los olores procedentes de las diferentes áreas y objetos de la casa.
Hagamos que su orientación sea mas fácil acercándole a su cuna el bebedero y el comedero, golpeando este ultimo ligeramente cuando le pongamos la comida para que pueda localizarlo por el ruido.
Los primeros días, alimentarlo con comida húmeda, hasta que localice el bebedero, ya que el agua no desprende mucho olor, así la hidratación la hará por medio de la comida.
Apartemos cualquier objeto con el que pueda hacerse daño al moverse por la casa. Y sobretodo, seamos pacientes porque, con seguridad, en poco tiempo, nuestro fiel amigo se orientará casi tan bien como antes de perder la visión.
Para quien desee acompañar la lectura de este articulo con la música que sonaba de fondo mientras lo escribía, os dejo a continuación el enlace.