México bajo los soles negros de la violencia
En México las noticias nos informan incesante, y a veces abrumadoramente de los horrores que pasan en el país ya hace años, pero a veces también tienen el efecto de volver normales cosas impensables: 1.000 muertos, 10.000 muertos, 100.000 muertos… 1.000 desaparecidos, 10.000 desaparecidos, 100.000 desaparecidos… Las víctimas pierden el rostro y se convierten en estadísticas, en números sin cara y sin historia. Es allí dónde los documentales juegan un papel clave en devolverle la humanidad y la tragedia a algunas de esas personas, tan reales y tan humanas como tú y como yo, con una vida, con una historia, con una cotidianeidad que de pronto se ve invadida por el horror.
Desde hace 14 años los actores Gael García Bernal y Diego Luna, junto con Elena Fortes lanzaron el Festival de Documental Ambulante, que ha sido una ventana para documentales internacionales, pero también una plataforma crucial de lanzamiento para trabajos sobre la realidad nacional, trabajos de investigación y de denuncia que nos recuerdan que vivimos en un país en el que existen guerras no declaradas de todo tipo, que tienen casi las dimensiones de las plagas bíblicas o de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.
Este año no es la excepción y el Festival incluyó, entre muchos otros, tres excelentes documentales sobre la realidad mexicana, que esperemos logren trascendencia internacional.
La primera película, y una de las mas impactantes es Soles Negros del canadiense Julien Elie. ¿Por qué Soles Negros? El mismo documentalista nos dice que en el mundo a México se le asocia con el sol, con la playa, y es en lo que muchos extranjeros piensan cuando piensan en nuestro país. Sin embargo, nosotros sabemos que detrás de esa imagen también habita un México que ha sido invadido por la oscuridad, de allí el título Soles Negros. ¿Cuáles son esos Soles Negros bajo los que habitan los mexicanos? ¿En dónde ocurren esos fenómenos que condenan a los habitantes a vivir en un país que pareciera maldito? Ciudad Juárez, Veracruz, Guadalajara, Ayotzinapa o la misma Ciudad de México son algunas de las ciudades que este impactante documental recorre y que se convierte en una cartografía de la violencia, en una investigación sobre la epidemia de violencia.
¿Cuáles fueron las víctimas cero que detonaron la epidemia de violencia? El director comienza por lo que en los noventas era un foco aislado de horror, las muertas de Juárez y de allí va descubriéndonos como en tan sólo 20 años una situación que parecía de una película de horror y limitada a una ciudad fronteriza se ha ido expandiendo volviéndose la normalidad para muchos mexicanos. Estas mujeres que trabajan en maquiladoras y que se convirtieron en víctimas de crímenes aterradores y sin culpables, generando todo tipo de teorías, desde asesinatos por placer, un posible serial killer, o las películas snuff. Como las mujeres eran pobres, nunca ha habido culpables.
Como una gangrena, la violencia, el crimen y la impunidad se extienden. Sí, ya lo sabemos, ya ha habido reportajes, películas de ficción y documentales sobre el tema, pero la aportación de Soles Negros es la mirada sistemática a manera de un documento histórico de la explosión de la violencia en México en sus distintas formas.
Uno de los logros más grande, conmovedor y rotundo de Soles Negros es mostrarnos a los héroes que hacen frente a esos horrores. Hay crímenes y hay violencia, pero en todas y cada uno de esos lugares bajo un sol negro, hay personas, mexicanos y extranjeros, que buscan que se haga justicia, que luchan contra la violencia, que quieren que México cambie. Ojo, no es una narrativa hollywoodiense en que el héroe se enfrenta al sistema y sale adelante, pero es una narrativa de verdadero heroísmo en la que abogados de derechos humanos, familiares de las víctimas, periodistas no se rinden y pelean. En un mundo en el que están de moda los súper héroes que resuelven todo a golpes, estos son los verdaderos héroes, vulnerables y valientes, que en realidad se enfrentan al mal. Soles Negros es una película indispensable.
Con otro tratamiento totalmente distinto y una historia más acotada, pero no por ello menos poderosa, nos encontramos con Cuando Cierro los Ojos dirigido por el español Sergio Blanco Martín y la mexicana Michelle Ibaven, y con la tragedia de los mexicanos de origen indígena que no hablan español y que van a la cárcel por falta de traductores en las cortes mexicanas. ¿Por qué? Porque el sistema mexicano no tiene la capacidad, y no le importa tenerla, de proveer a uno de los sectores más desprotegidos de la población (los indígenas) de las herramientas mínimas para defenderse de crímenes de los que muchas veces ni siquiera son responsables. La película sigue a dos indígenas, Adela, una mujer madre de familia, injustamente acusada de asesinar a su cuñado y a Marcelino, hablante de mixteco encerrado por uno homicidio que no cometió, con una condena de treinta años. Ambos son víctimas de este sistema y Cuando Cierro los Ojos documenta la lucha de ambos por probar su inocencia ante un sistema no sólo indiferente, sino en ocasiones activamente criminal en encontrar chivos expiatorios para crímenes cometidos por otros más poderosos o con más influencias. Al final del documental, las estadísticas son impactantes: el 80% de los indígenas presos en las cárceles de nuestro país no contaron con un interprete durante su proceso legal y nos hacemos conciencia nuevamente de los abismos que separan a los privilegiados de los que no tienen nada.
Una experiencia totalmente diferente, pero igualmente conmovedora y emotiva, es el documental de Luna Marán, Tío Yim, en el que aborda su complicada relación con su padre, el Tío Yim, un intelectual, activista por los pueblos indígenas y un músico casi legendario en su natal Oaxaca. Nuevamente, al ver Tío Yim nos adentramos en el México sin voz, y sentimos que redescubrimos México, sus movimientos, sus luchas. Sabemos muy poco unos de otros, y hay algunos que luchan por alcanzar siquiera con los que muchos nacemos: una calle pavimentada, luz, agua, una voz en el sistema legal. El Tío Yim se convierte en una figura legendaria en Oaxaca primero cantando canciones infantiles y luego cantando canciones de todo tipo que abordaban la situación de las comunidades locales, incluso creando una radio local para la comunidad. Sin embargo la lucha social y la fama del Tío Yim son a costo de marginar a la familia y Tío Yim es una ambigua exploración de la hija sobre el legado de su padre, el legado social y el legado familiar. El gran poder de la narrativa de Tío Yim reside en esta ambigüedad, en la que, a diferencia de una historia de melodrama con final feliz, aquí no hay respuestas, no hay disculpas, y las heridas cicatrizan pero no desaparecen nunca.
En fin, el lado salvaje de México, de un México que a pesar de casi doscientos años de independencia no logra resolver sus problemas, sus desigualdades y sus injusticias, y al que una disculpa de España por la Conquista no va a ayudarle en nada (a pesar de lo que piense nuestro presidente). Hemos tenido doscientos años para resolver los problemas del país, y cuando parece que nos acercamos, el abismo se abre de nuevo. Estas historias verdaderas son un réquiem por aquellos devorados por estos abismos.
Recientemente se anunció que en el primer trimestre de 2019 se alcanzó un récord de violencia en México con 8.943 asesinatos tan sólo en estos tres meses. Y vamos empezando. Esperemos que por el bien de todos los mexicanos, nuestro nuevo presidente pueda reducir estas cifras como lo prometió en su campaña y como lo promete ahora.