Merkel necesitará una coalición para gobernar... Y estas son las opciones que tiene
No hay ninguna duda de que la canciller volverá a ganar, pero la gran incógnita es junto a quién gobernará.
"Mutti" [mamá] Merkel volverá a ganar este domingo en Alemania. De eso no hay ninguna duda. Otra historia es con quién va a gobernar, porque a la política alemana le está pasando lo mismo que a la europea: el bipartidismo ya no vale. Está caduco. No convence y, en su lugar, han aparecido nuevas opciones, otras han regresado a primera división. Por eso ahora mismo sólo hay algo seguro: que Angela Merkel ganará. Lo noticioso sería lo contrario.
Desde la Segunda Guerra Mundial, todos los gobiernos de Alemania del Oeste y luego alemanes han sido dirigidos bien por el partido democristiano (CDU), bien por los socialdemócratas del SPD. Los dos bandos rivales incluso han sido socios durante tres "grandes coaliciones", dos de ellas dirigidas por Angela Merkel, en 2005-2009 y desde 2013. Pero eso es historia para siempre.
Prueba de cómo está mutando el escenario político alemán es que, a días de la cita con las urnas, los sondeos arrojan unos resultados impensables hace años. El bloque conservador de Merkel sigue manteniendo una abultada ventaja con un 36% en intención de voto frente al 22% de los socialdemócratas de Martin Schulz. La gran sorpresa la darían los ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD), que aspiran a consolidarse como tercera fuerza con un 11% de los votos y a ser el primer partido de ultraderecha de la historia que accede al Bundestag (Cámara Baja).
La AfD no tiene garantizado el tercer puesto: ahí es donde está el único punto de tensión de estas elecciones tan previsibles. Por quedar terceros compiten también los liberales del FDP, que no consiguieron el 5% necesario para entrar en el Bundestag en las elecciones de 2013; La Izquierda (Die Linke) y Los Verdes.
Este panorama no se le escapa a Merkel quien, hasta ahora, está jugando a lo mismo que el resto: a no mencionar posibles coaliciones, pese a que es evidente que sólo piensa en ello. Lo único que sí han dejado claro los distintos partidos es que la AfD no es una opción para hacerse con el gobierno. Claro que la extrema derecha dice por activa y por pasiva que gobernar no es su objetivo. Al menos por ahora. La actual canciller también ha anticipado que no quiere saber nada de unirse a La Izquierda.
Estas son las opciones que se plantean tras la cita con las urnas del domingo.
Todos los sondeos apuntan a que, por primera vez en la historia de la República Federal de Alemania, una formación de ese espectro romperá el blindaje con el que se dotó el sistema electoral nacional para repeler a las formaciones extremistas o residuales.
Para obtener escaños es necesario superar el listón mínimo del 5% de los votos y los sondeos pronostican entre un 8 y un 12% para AfD. Las últimas encuestas dan, por tanto, opciones de ser la tercera fuerza a este partido, con lo que si se forma otro gobierno de gran coalición como el que ha liderado esta legislatura la canciller Merkel, sería el primer partido de la oposición.
El mero hecho de acceder al Bundestag será festejado como un hito por la ultraderecha, que de su posición de extraparlamentaria pasará a estar en todas las comisiones de la cámara —incluida la de secretos oficiales— y verá acrecentada su financiación pública.
Tal y como apunta Sebastian Christ, del HuffPost Alemania, este partido se ha beneficiado del hecho de que no están luchando realmente por la victoria, y muchos votantes que quieren un cambio (aunque saben perfectamente que no se va a producir) encuentran atractivas sus propuestas como protesta.
Ciñéndose a meros cálculos matemáticos es, sin duda, la suma más fácil. Con esta tradicional coalición se logra una mayoría que daría lugar, como sucede en la actualidad, a un gobierno estable. Pero reeditarla no parece un camino de rosas. Ninguno de los dos grandes partidos quieren repetirla: las bases se han manifestado en contra pese a que es evidente que comparten puntos clave en su programa. De hecho muchas voces en el país critican que entre los dos partidos solo hay "diferencias de matiz".
Consciente de la situación, el candidato del SPD, Martin Schulz, ya ha anticipado que tiene intención de consultar a la militancia sobre futuras coaliciones. Seguirá la fórmula de 2013, momento en el que el entonces número uno del SPD, Sigmar Gabriel, tras las elecciones legislativas también preguntó a los más de 470.000 militantes del partido si estaban de acuerdo en firmar una coalición de Gobierno con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel.
A Schulz no se le escapa una realidad: que el SPD sufre el síndrome del socio minoritario. A día de hoy, ya supone bastante problema para su partido el haber formado parte del gobierno en 15 de los últimos 19 años. Estar gobernando con Merkel conlleva poca visibilidad y, por norma, pérdida de votos. Ahí están los resultados que lo prueban: tras cuatro años de gran coalición con el bloque conservador de la canciller, los últimos sondeos sitúan al SPD con el peor resultado de su historia reciente, muy lejos de las proyecciones de febrero y marzo, cuando la inesperada elección de Schulz como candidato parecía lanzar a esa formación política a la victoria.
El SPD está, por tanto, en plena crisis existencial. El partido más antiguo de Alemania sale exhausto de su alianza con Merkel, para quien fueron los "tontos útiles" al imponer ideas —como el salario mínimo— por las que la canciller se lleva hoy los laureles, señala Die Zeit.
Desde el HuffPost Alemania sentencian que pasar a la oposición es lo mejor que podría hacer el SPD. Muchos expertos ya lo tenían claro desde 2013. Sigmar Gabriel, ministro alemán de Asuntos Exteriores, fue rotundo: Merkel tiene parte de culpa del auge de los extremistas del AfD.
Los alemanes —el 28% del electorado— aspiran en su mayoría a una alianza entre los conservadores y los liberales del Partido Democrático Libre (FDP), según el instituto Insa. ¿Pero cuál es el problema? Que el pequeño partido liberal apenas tiene un 8% de intención de voto, y gobernar con su jefe, el fotogénico Christian Lindner, podría ser conflictivo.
Lindner pide que se levanten las sanciones contra Rusia adoptadas desde la anexión de Crimea y rechaza categóricamente las propuestas francesas de reforma de la zona euro, en particular la de un presupuesto europeo, que ve como un intento de mutualizar las deudas de los países de la región. Y ahí choca claramente con Merkel, fiel aliada de la Francia de Emmanuel Macron.
Por muy raro que parezca, no es una coalición descabellada. Eso sí, sólo cuenta con el respaldo del 5% de los alemanes, según Insa. No es descabellada porque es una fórmula que ya se da en Hamburgo, Hesse y Baden-Württemberg. Se desconoce cómo funcionaría a nivel federal, pero el partido de Merkel nunca ha ocultado su sensibilidad a los temas medioambientales. Por su parte, Los Verdes quieren acabar con sus doce años que llevan en la oposición, por lo que no hay que descartar que ambas partes se muestren más que dispuestas a alcanzar un acuerdo.
Angela Merkel ha dicho abiertamente que no excluye dar espacio a Los Verdes para una coalición tripartita, junto con los liberales, algo inédito a nivel nacional. Una coalición bautizada "Jamaica" por los tres colores de los partidos.
Desde el HuffPost Alemania, esta alianza alternativa es "esperanzadora", pero es muy improbable que se produzca, ya que Merkel tendría que conseguir reunir a Christian Lindner (FDP) y Jürgen Trittin (Verdes) en una misma mesa de negociación. "Esta alianza sería lo mejor que le podría pasar a Alemania ahora mismo. Los Verdes y el FDP ejercerían una influencia moderadora el uno con el otro y el SPD podría así regenerarse en la oposición. Tendrían ahí la ocasión que necesitan de mejorar su imagen enfrentándose al AfD", sostienen desde la edición alemana.
Para sacar a la CDU de Merkel del Gobierno, el Partido Socialdemócrata (SPD), necesitaría contar con el apoyo del partido de extrema izquierda Die Linke y el ambientalista Greens. Esta alianza no tiene precedentes a nivel nacional.
Para que se diera esta opción tendría que suceder algo evidente: el resto de opciones con el partido de Merkel tendría que haber fracasado ya que son ellos, al haber ganado las elecciones, los que tienen prioridad a la hora de iniciar cualquier negociación.