'Memeizarse' o el empeño de la derecha por marcar la agenda
"Entras en Instagram y ahí está. Otro meme de Ayuso que vas a compartir”.
“Dos de mayo de 2021. Entras en Instagram y ahí está. Otro meme de Ayuso que vas a compartir”. Poco importa cuál sea el contexto o la polémica esta vez: es humor. Y en estos tiempos, un poco de banalidad para evadirnos del clima de crispación en el que vivimos viene bien a cualquiera. Pero... ¿es solo un meme? Es la pregunta que se hacen más de 30 creadores de contenido críticos, responsables de algunas de las cuentas más populares en Instagram y a la que, durante la campaña electoral del 4-M, decidieron dar forma a través de una iniciativa en redes sociales. Su objetivo: visibilizar un comportamiento consciente que acaba marcando la agenda política y “dejar de alimentar la maquinaria de propaganda”.
“Nosotros trabajamos principalmente con memes, pero utilizamos ese medio para hablar sobre temas algo más complejos dentro de la política o el feminismo”, explica a El HuffPost Álvaro López Pajares, uno de los participantes. “Al final, ciertas cuentas que compartimos el mismo espacio desde hace años hemos desarrollado lazos de amistad y colaboración, y desde esa posición nos decidimos a lanzar esta campaña sobre un tema en el que todos coincidíamos”, añade.
Para todos ellos, desde que Isabel Diaz Ayuso irrumpió en la política madrileña con su particular estilo de comunicación, la “memeización” de su imagen se ha convertido en algo cotidiano. Desde Twitter hasta Facebook: sus continuas salidas, gestos e intervenciones la han hecho protagonista en la capital y fuera de ella, llegando a copar incluso portadas internacionales.
“Personajes mediáticos casi burlescos”
El fin es claro y visto está que funciona. La polémica permanente le ha valido a la presidenta regional una mayoría amplia en las urnas. En concreto, 65 escaños en la Asamblea, a escasos cuatro de la mayoría absoluta.
“Sus instrucciones extravagantes con un ladrillo, o con las manos en el pecho y los ojos cerrados, no aspiran a la representación de ningún proyecto político consistente, sino más bien a la difusión de su imagen descontextualizada en los medios de comunicación”, advierten los creadores de la campaña ‘Es solo un meme’, mediante la cual, durante los días previos a los comicios, invitaban a denunciar esta sobreexposición en redes y a dejar de compartir y generar contenidos al respecto, enfatizando en lo que ha sido y es, precisamente, su principal estrategia desde el inicio.
“Las nuevas formaciones de ultraderecha disfrazan la vacuidad de su discurso generando personajes mediáticos casi burlescos. Así es como consiguen venderse a través de su caricatura, pues los memes, aunque parezcan burlas, terminan ayudando a fortalecer el personaje”, remarcan.
Para López, es la sensación constante de que los políticos de turno acaban marcando los tiempos, centrando la atención en ellos mismos y desviándola de otras cuestiones relevantes. “En Madrid hay más vida fuera del Congreso, por ejemplo en las zonas periféricas a las que no se presta mucha atención”, sostiene.
Competencia por la teatralidad y el escándalo
“El recurso es la atención”, sentencia Miguel del Fresno, Doctor en Sociología por la UNED. “Todo el mundo trata de capturarla y hay una competencia diaria por la teatralidad, por el escándalo y la notoriedad en sí misma”, añade.
“Lo que ocurre es que la sociedad genera tolerancia, ya no nos atrae lo que antes nos atraía y el nivel de escándalo continúa con ciclos cada vez mas cortos y con menos impacto”, advierte. “La clave ya no es el contenido, que un hecho sea sustantivo. Hay unos ciclos de retroalimentación que no solo son memes. Son cartas, invenciones, falsedades o desinformación, que contribuyen a una polarización que no deja de crecer y que, al final, lleva a que la gente sea cada vez más partisana”, reconoce.
“Se quiere menos espacio para el diálogo y se asume que esta posición ya no queda sólo en la red, sino que está en el día a día. Ya no hay diferencia entre lo offline y lo online porque uno extiende ya esta personalidad fuera de la pantalla para completar su identidad”, señala. “Todo lo que se polariza es útil políticamente. Todo lo que ha ocurrido desde 2016 ha sido una vorágine que no es extraño que acabe llegando a enfrentamientos físicos”, confiesa.
¿Debate o altavoz?
El papel que desempeñan los medios de comunicación en este contexto es clave, pero los límites no están claros. ¿Dar espacio a según qué argumentos dentro un debate que logre ser constructivo o convertirse en altavoz? ¿Expandir el mensaje o ignorarlo?
“Hasta ahora, tras lo ocurrido en el debate del 4-M en la Cadena SER, en España no se había llegado a plantear esto del mismo modo que en EEUU, cuando después de lo del Capitolio algunos de ellos dejaron de retransmitir a Donald Trump”, señala López. “Es muy importante que los medios intenten darse cuenta de que quizá en este momento ha de priorizarse la ética a la rentabilidad, el consumo al clickbait fácil y desacelerar la información”, recomienda.
“El problema de los medios ha sido pensar que había que dar necesariamente voz a dos opciones completamente diferentes para mantener la objetividad”, matiza del Fresno.“Pero la objetividad está en el compromiso con la verdad fáctica y no con las opiniones. Con cómo son los hechos, mientras que la desinformación o la mentira absoluta siguen siendo falsas”, asevera.
“Que le den espacio a un negacionista como Miguel Bosé es ridículo desde el punto de vista informativo porque sólo ayuda a expandir mensajes anticientíficos y reaccionarios, de ultraizquierda y de ultraderecha, y los medios deben trasmitir a la sociedad verdades fácticas para la convivencia y el bien común”, explica. “Lo demás siembra duda y establece un freno de aceptación social. Y, del mismo modo, los mensajes que difunden ciertos actores políticos”.