Cómo Melania Trump ha utilizado su armario como arma política
La primera dama manda mensajes a través de su ropa... pero sólo ella sabe cuáles.
Melania Trump está lista para batallar. Lo dejó claro con el conjunto de inspiración militar que eligió para intervenir en la Convención Nacional Republicana. La primera dama es un enigma para casi todos. Apenas habla y es difícil descifrar qué pasa por su cabeza hasta para su círculo cercano.
Lo que ha quedado claro es que Trump sabe lo que quiere, que mide cada una de sus acciones al milímetro y que no es necesario un movimiento #FreeMelania. La exmodelo no quiere pasar desapercibida y su vestidor es prueba de ello. Para muestra el vestido verde lima de Valentino que llevó el pasado agosto en la última jornada de la Convención Nacional Republicana. En un mar de trajes oscuros y colores discretos, Melania destacaba sobre todos los presentes, se la veía desde cualquier ángulo y era fácil identificarla en cualquier foto, los ojos se iban a ese vestido verde.
En los últimos cuatro años se han diseccionado las prendas que viste hasta la extenuación porque, en palabras de la directora de moda de The New York Times, Vanessa Friedman, es la persona que menos habla en la Casa Blanca, al menos en público. En privado es otro cantar y las grabaciones filtradas por su exasesora Stephanie Winston Wolkoff lo demuestran. Los audios confirman que Melania “hace lo que le da la gana” y que detrás de sus prendas no hay decisiones triviales.
En una de las grabaciones la primera dama habla de la chaqueta de Zara que llevó a la frontera con México para visitar a los niños migrantes separados de sus padres. La parte trasera de la prenda llevaba escrita una frase de todo menos apropiada para el momento: “En realidad no me importa, ¿y a ti?”. La polémica estaba servida y su marido intentó salir al paso diciendo que no se refería a los niños sino a los periodistas. Su portavoz dijo que no había ningún “mensaje oculto”.
Según su exasesora la chaqueta fue “una maniobra publicitaria” y una manera de hacerse con el protagonismo. En palabras de la propia Melania, fue una forma de confundir a los liberales: “Estoy volviendo locos a los liberares, está claro. Y se lo merecen”. Efectivamente, Melania estaba troleando a medio mundo.
La polémica de la chaqueta no ha sido la única a la que ha tenido que enfrentarse. A Melania le gusta el lujo, y no precisamente el discreto, por eso muchos le han echado en cara los altísimos precios de su armario. También ha sido duramente criticada por no saber vestirse para cada ocasión. “Melania viste para lo que sería un editorial de moda del evento al que asiste”, Robin Givham, la jefa de moda del Washington Post, sobre el estilo de la primera dama.
¿Mensajes a su marido?
No queda muy claro si Trump quiere reírse de su marido o separa sus posiciones, lo cierto es que ha aprovechado el debate en torno a su armario y las opiniones negativas le dan bastante igual.
En octubre de 2016, cuando faltaba poco más de un mes para las elecciones salió a la luz un vídeo en el que Donald Trump hablaba de manera denigrante sobre las mujeres. “Cuando eres una estrella te dejan hacer cualquier cosa. Agarrarlas por el coño”, decía el ahora presidente. Dos días después de que el vídeo se hiciera público, Melania lució una blusa pussy (coño en inglés) bow de Gucci en el debate presidencial.
Ella, que por entonces no decía ni mu, daba su opinión sobre el comportamiento de su marido. Si lo estaba avergonzando en público o si simplemente se estaba riendo de la polémica sólo lo sabe ella.
En enero de 2018, durante el debate del estado de la unión la primera dama vistió un traje blanco de Dior. La elección podría ser casualidad, pero teniendo en cuenta que Hillary Clinton en campaña y las demócratas en el Congreso han hecho del conjunto un homenaje a las sufragistas, no lo es. Menos todavía sabiendo que fue la primera aparición pública de Melania después de que la actriz porno Stormy Daniels asegurara haber tenido una relación con el presidente. Aquel gesto se tomó como una forma de protesta silenciosa de la eslovena.
El sombrero colonizador y los taconazos para visitar una zona catastrófica
África fue el continente elegido por la primera dama para una de sus grandes giras, y no salió muy bien parada tras la experiencia. En su visita a Nairobi (Kenia) Melania se plantó un sombrero salacot, un símbolo del colonialismo blanco en África. Trump fue acusada de no tener ni idea de la historia del continente y de faltar al respeto a los africanos.
Su falta de sensibilidad entonces fue portada, igual que cuando se calzó unos stilettos para visitar una zona devastada por el huracán Harvey. El matrimonio Trump viajó en agosto de 2017 a Texas para conocer de primera mano la situación, y el look de Melania dejó a los estadounidenses pasmados: taconazos de vértigo, gafas de aviador, chaqueta bomber y pantalones capri. La primera dama fue criticada por vivir alejada de la realidad social, la llamaron Barbie al rescate y la acusaron de parecer salida del set de Top Gun. Una vez más, demostró que los comentarios negativos sobre ella le daban igual.
Más es más
En el universo Melania no existe eso de ‘menos es más’. La primera dama lo lleva todo al exceso y su puesta en escena es extravagante de los pies en la cabeza. Tanto que le han echado en cara que parezca una estrella de Hollywood más que una primera dama. De hecho, durante una visita a Reino Unido se vistió literalmente de princesa Disney, en concreto de Bella.
En otra visita oficial, en este caso en Italia, Melania fue fiel a su estilo barroco y se enfundó un abrigo de bordados florales de más de 50.000 dólares que escandalizó a sus conciudadanos. La prenda de era de Dolce&Gabbana, una marca que no vive su mejor momento por sus comentarios machistas, homófobos y racistas. Trump la ha vestido en infinidad de ocasiones, igual que otras firmas de lujo europeas que pueblan su armario. Ella, al contrario que Michelle Obama o Brigitte Macron, no ha utilizado su posición a modo de plataforma para diseñadores nacionales o emergentes.
Esa sensación de estar fuera de lugar no sólo la transmite en actos oficiales, también en momentos cotidianos. Melania ha colocado la decoración navideña de la Casa Blanca con el abrigo sobre los hombros y trabajado en el jardín con tacones de 13 centímetros. Si el matrimonio Trump sigue en la Casa Blanca, la discreción seguirá brillando por su ausencia. Y Melania seguirá riéndose de todos, armario mediante.