Un nuevo ‘Me Too’ inunda las redes: “Me pegó una paliza hasta dejarme inconsciente al grito de maricón”
“Contad vuestras historias, si tenéis fuerza, y que se entere el mundo entero de la opresión que sufre el colectivo LGTBI día a día”.
El asesinato del joven Samuel Luiz por una brutal paliza en A Coruña mientras le gritaban “maricón” ha sacado a la superficie una avalancha de agresiones LGTBIfóbicas que sufre el colectivo.
Este lunes hubo concentraciones en numerosos municipios del país para condenar el asesinato, pedir justicia para Samuel y denunciar lo que tantas personas de la comunidad LGTBI tienen que soportar a diario. Las calles se llenaron de proclamas y denuncias, pero también las redes sociales.
En Twitter, el despacho de abogados Olympe Abogados, que se define como “adaptado a las necesidades sociales actuales”, feministas y LGTBQI+, pidió a la comunidad que se abriera y contara sus experiencias como víctimas del odio. “Contad vuestras historias, si tenéis fuerza, y que se entere el mundo entero de la opresión que sufre el colectivo LGTBI día a día”, escribieron junto al hashtag #YoSoySamuel.
Ellos mismos empezaron contando lo que sufrió su director jurídico, Isaac Guijarro González, a quien intentaron tirar de su moto mientras le gritaban “maricón” y “chupapollas”. “Isaac se encaró, le intentaron pegar y robar el móvil”, explican, pero todo ocurrió a plena luz del día y los agresores decidieron irse. “De ser de noche, ¿habría acabado igual?”, plantean.
El tuit ha recibido más de un centenar de respuestas, en las que los usuarios cuentan su propia historia de LGTBIfobia. Como la de Álex, que recuerda “cinco años de acoso escolar, de insultos, risas y golpes”, “días sin dormir por la taquicardia y el miedo de ir al colegio”, e insultos hasta de familiares.
También está la historia de Juli, que un día se encontró en la puerta de su casa un grafiti que ponía “Juli maricón”, y que todavía no se habla con su padre porque este no lo acepta como homosexual.
Y la de Valentina, que sufrió una agresión tránsfoba porque sí. Le escupieron, le gritaron “hijo de puta” y le pegaron una “hostia” en la cara que le dejó hasta dolor de cuello.
También escribe Javier Igea Arisqueta, que reconoce que algunas agresiones le podían “haber llevado al otro barrio”, pero prefiere contar una anécdota más ‘divertida’, cuando en Roma, con su exmarido, una señora se puso a gritarles ‘satánicos’ en una iglesia. “Recordándolo me río mucho, pero en el momento fue bastante terrorífico”, admite.
Las experiencias de agresiones LGTBIfóbicas han trascendido las respuestas a este tuit, y la gente ha ‘vomitado’ en redes lo que ha vivido sólo por ser quien es.
La editora Carme Riera ha contado que siempre ha respondido atacando cuando le han insultado por pasear de la mano con una chica o por besar a una chica. “Cuando me vuelva a pasar no sé lo que haré. Y eso es terrible”, reconoce.
Y el poeta Rodrigo García Marina ha contado alto y claro que, hace cuatro años, Fran Delgado le pegó una paliza hasta dejarle inconsciente en una fiesta de la facultad, mientras le gritaba “maricón” y se reía por cómo iba vestido.
El agresor fue condenado por un delito de lesiones leves, pero no por delito de odio, cuenta García Marina. “Golpead, gritad, denunciad, señalad bien alto a los agresores”, pide el poeta. “Esta gentuza nos quiere muertos”.