"Me impactó el odio", "nos llaman asesinos", "el Gobierno nos dejó solos", "tiran clavos en la casa cuartel"
Las confesiones de policías y guardias civiles en Barcelona
"Nos llaman perros asquerosos", "nos tiran clavos en los cuarteles", "te gritan 'hijo de puta", "lo que vi el domingo no lo he visto nunca, era odio, me impactó", "se nos ha utilizado como cabezas de turco", "el Gobierno nos dejó solos", "cumplimos escrupulosamente y estrictamente un mandato judicial", "el único apoyo era de familiares y amigos", "el domingo supuso un antes y un después en nuestra relación con los Mossos".
Estos son los sentimientos, las sensaciones, las reflexiones y las confesiones que hacen en Barcelona varios efectivos de la Guardia Civil y de la Policía en conversaciones con El HuffPost, bajo la condición de anonimato. Unos han sido desplazados para estos días y duermen en los barcos en el puerto, algunos llevan años viviendo en casas cuarteles en esta comunidad y otros son catalanes de nacimiento.
Son días duros, en los que les duele que se les llame "asesinos" durante las concentraciones. Defienden que hicieron su trabajo, que cumplían las órdenes de una jueza, pero a la vez cunde la sensación de que el Gobierno los dejó a los pies de los caballos, para apagar un fuego que ya estaba descontrolado. Están expectantes a todo, ninguno sabe qué pasará, ni cuándo volverán a su casas. Y una de las cosas que más les duele es cuando se meten e insultan a sus familias.
"ME PREOCUPA, NO HE VISTO NADA IGUAL"
"Llevo dos semanas trasladado aquí", cuenta un efectivo policial que duerme en uno de los cruceros atracados en el puerto de Barcelona. "La situación no puedo decir que sea mala, las condiciones son buenas, nos están atendiendo correctamente. No seré yo el que hable mal del barco, aunque a todos nos gustaría estar en otras condiciones. Personalmente, si me tengo que ir a una litera, me iré. Esto es una situación excepcional. Si me dicen que tengo que estar un mes, estaré. Lo que no vamos a hacer es irnos a mitad de todo", confiesa.
¿Qué sintió este policía el domingo pasado en las calles de Barcelona? Su respuesta: "Llevo casi diez años en esto. Y lo que vi no lo había visto nunca. Un odio que está muy metido en la gente y que fue lo que me impactó. Y eso que estoy acostumbrado a que me tiren piedras y a que me insulten. Pero ese odio es lo que más me preocupa". Y continúa: "No era solo contra la Policía sino a lo que representábamos de España". Repite: "No he visto nada igual en gente que considero mis paisanos".
Las cargas policiales han marcado ese día y han provocado masivas manifestaciones en toda Cataluña. Este policía trasladado defiende que la actuación policial "fue de manual". "Aguantamos lo que en condiciones normales no hubiéramos aguantado, solo se actuó cuando no quedó más remedio. La actuación fue al límite y no hubo un golpe mal dado", argumenta. "En los medios se están echando las manos a la cabeza por la actuación. Siendo sinceros, siempre hay alguno que lo puede hacer mal, pero en general la actuación fue de libro", insiste para concluir: "La gente que estuvo conmigo no hizo nada que no tuviera que hacer. Nadie de aquí somos asesinos".
El día después, el lunes, salió con algunos compañeros del barco a una lavandería para lavar la ropa. "Nos increparon porque nos reconocen. Pero yo no tengo nada que esconder, voy como cualquier persona".
¿Y cómo pasan el tiempo? Pues, revela, hacen algo de deporte, leen, ven la tele, charlan. "Es una situación excepcional", insiste.
El 2-O fue un día bastante complicado para ellos. "Nos sentimos solos, el único apoyo era de familiares y amigos. Con los días ha venido el ministro. Son cosas de los políticos, tenían que haber hecho algo para darnos aliento".
Ninguno sabe qué va a pasar a partir de ahora. Una guardia civil que lleva más de veinte años en Cataluña se sincera: "Si hace un mes me dices lo que está pasando, te digo que no me lo creo. Es increíble la deriva que ha tomado esto en tres semanas. Se ha puesto en el disparadero a la Policía y la Guardia Civil. Nosotros hemos cumplido las órdenes del juzgado. Aquí ni se ha matado a nadie ni hemos venido a un guerra. Es increíble, lo de los hoteles echando a la Guardia Civil, los escraches, nuestros niños pasándolo mal...".
"Nos gritan asesinos, perros asquerosos, hijos de puta. Los vecinos de enfrente nos tiran naranjas, huevos. Esto está pasando, es real como la vida misma", relata.
¿Y las imágenes del domingo de cargas? "Estábamos cumpliendo órdenes judiciales, cuando vas a desalojar una urna, los que están sentados y agarrando no están votando. Ahí empiezan los tirones y se lía. Nadie va a pegar gratuitamente a nadie", explica.
En todas las conversaciones entre ellos también sale el papel de los Mossos. Este guardia civil lo resume así: "Hemos sentido vergüenza e indignación... También hay Mossos que me han llamado y me han dicho que están barajando dejar esto, que no lo aguantan. Un amigo me ha dicho que lleva dos días sin comer", cuenta.
"Y hemos criticado mucho al Gobierno -prosigue- porque no sabíamos nada de él, ni hablaban, como si no fuera un problema de ellos. Nos hemos sentido abandonados. Al final ha venido el ministro y parece que ha cambiado el rumbo", añade.
Lo que dice con dolor es que todo esto no había pasado nunca antes en Cataluña con la Guardia Civil. "Siento rabia, impotencia, te insultan por la calle, me dicen hijo de puta al llegar al cuartel. Y a las mujeres las señalan con el dedo y cuelgan fotos en las redes. Todo es un sinsentido. Jamás se nos había puesto en el disparadero de una parte de la sociedad", remarca. Y da una información: parejas de guardias civiles se están marchando estos días a sus provincias ante el clima que hay.
"YO, COMO PADRE, ME VOY A IR DE AQUÍ"
Otro guardia civil relata su situación. "Estoy viviendo en el cuartel, por las noches escuchas las caceroladas, tienes que aparcar el coche lejos para que que no sepan que eres guardia civil. Los compañeros están con las armas largas protegiendo 24 horas el cuartel".
Pero lo que más duele, dice, es cuando increpan a su familia. "A mi mujer le preguntaron el día antes si iba a ir a la huelga y ella dijo que no. A partir de esa tarde empezaron a darle más trabajo. No le avisaron que cerrarían al día siguiente a las once y solo pudo trabajar una hora". "Nos tiran hasta clavos en el cuartel para pinchar las ruedas", comenta.
Todos miran al futuro sin información. "No lo sabemos, no nos dicen nada, no sabemos las medidas del Gobierno". Él es catalán de nacimiento, pero se abre y desvela: "Yo, como padre, me voy a ir de aquí. No puedo dejar que mi hija crezca en este ambiente de odio, más si su padre es guardia civil". "Esto nunca había pasado, había buen ambiente de trabajo, estábamos tranquilos, pero desde el 1-O todo ha ido a peor", agrega, al mismo tiempo que dice que también se han acercado personas al cuartel para agradecerles su labor.
Tampoco se olvida de la actuación del Gobierno central. "Nos han utilizado como cabezas de turco, nos dejaron en plan 'id a por las urnas', sin coordinación, y los Mossos no actuaron. Somos los malos de la película. Nos hemos sentido solos por el lado del Gobierno y de los Mossos", dice, afectado.
Retoma el hilo y manifiesta que el 1-O supone un "antes y un después con los Mossos". "La relación es casi nula" pero reconoce que hay efectivos autonómicos que no están a favor de lo que hace el Govern y están "entre la espada y la pared". De las cargas, relata que solo "salen secuencias". "A lo mejor los agentes se tiraron horas diciéndoles que salieran. Hay imágenes de cómo los guardias civiles pedían a un padre que sacara a su niño de la manifestación", apostilla.
"Esperemos que en pleno siglo XXI se sienten a hablar, a acercar posturas y soluciones. Esto tiene mala pinta", insiste. Y siempre le viene a su mente su hija: "Es lo que más pesa, que mi hija pueda sufrir bullying o amenazas porque su padre sea guardia".
"MUY TRISTE, NOSOTROS SEGUIMOS EL MANDATO JUDICIAL"
Los recuerdos se agolpan. Una agente de la policía rememora así el domingo: "Fue muy intenso y desesperante. Se vio como se vulneraba la ley y se nos puso a los pies de los caballos a policías y guardias civiles, intentando que apagáramos un fuego ya desbordado. Muy triste".
Lleva casi veinte años en Barcelona y su familia política es de aquí. Le duele escuchar los gritos de "asesinos". "Que me digan cuántos muertos hay. Yo he visto en 2012 el dispositivo de los Mossos en la huelga general y el desalojo del 15-M en Plaza Catalunya en el que perdió un ojo Ester Quintana. Ahora se utilizan esas fotos como si fueran del 1 de octubre, pero es fácil desmentirlo con las nuevas tecnologías".
¿Pero y la cargas? ¿Las imágenes que se vieron? Esta policía explica que, desde el principio, se tenía que haber evitado que los colegios abrieran. "Esa función estaba encomendada a los Mossos bajo mandamiento judicial y no veo que nadie llame asesina a la jueza que hizo el auto. Nosotros seguimos estricta y escrupulosamente el mandato judicial".
Agrega: "Cuando se da un voto de confianza a los Mossos, nadie aparece y luego se nos dice que hay que actuar bajo mandato judicial. Fe un error para mí porque supuso echar a los antidisturbios a los pies de los caballos. Una vergüenza". Se queja: "En muchas ocasiones hay información sesgada, no se ve cómo se violenta a la policía, se le tiran piedras y vallas, se les escupe y se les dan patadas por debajo".
"Estoy orgullosísima de pertenecer al cuerpo en el que estoy, estamos preparados para estas situaciones. No es que te levantes por la mañana a dar palos. Somos sumamente profesionales y, además, reconocidos mundialmente", concluye.
Confesiones, sensaciones, sentimientos. Barcelona, 5 de octubre.