Diez mujeres que cambiaron el deporte que hoy conocemos
El libro 'Más que olímpicas' de Paloma del Río y Juan Manuel Surroca repasa la historia, a veces olvidada, de grandes pioneras del deporte femenino.
Este no es un libro de deporte. O, al menos, “es mucho más que eso”, confiesa Paloma del Río. La voz olímpica por excelencia de RTVE publica junto a su colega periodista Juan Manuel Surroca la obra Más que olímpicas (Libros Cúpula), un repaso a algunas de las grandes figuras del deporte femenino de la era moderna.
Deportistas pioneras, protagonistas de una historia de superación personal y directivas que rompieron moldes también en los despachos en un mundo pensado por —y durante demasiado tiempo para— hombres.
La obra estudia la vida, obra (y en muchos casos, milagros) de figuras que cambiaron el deporte que hoy conocemos. Entre ellas, Alice Milliat, la ‘rival’ feminista de Pierre de Coubertin, para quien el olimpismo moderno solo podía sustentarse en hombres, Anita de Frantz, Merlene Ottey, pero también de iconos españoles como Miriam Blasco o Carmen Valero.
Alice Milliat (1884-1957), la gran impulsora del olimpismo femenino
Una adelantada a su tiempo y la verdadera impulsora de la entrada de las mujeres en los Juegos Olímpicos, muy a pesar del archiconocido Baron de Coubertin, con el que mantuvo un enconado pulso.
En 1921 Milliat, enojada con Comité Olímpico por rechazar a las mujeres, organizó la Primera Olimpiada Femenina, disputada en Mónaco y con la participación de cinco naciones. Un paso rupturista que tuvo continuidad en los siguientes años antes de que las grandes federaciones aceptasen la presencia de mujeres en sus competiciones.
Alice también fue silenciada durante décadas y murió en 1957 en el más absoluto olvido. Años después, la historia ha puesto en valor su formidable tarea. Ahora se le considera una de las grandes forjadoras del deporte femenino, y con su nombre se ha puesto en marcha la primera fundación europea que trabaja para el desarrollo y la difusión mediática de las mujeres en el deporte, cuyo principal objetivo es promover, organizar y financiar eventos deportivos.
Inger Frith (1909-1981), la primera presidenta de una federación internacional
En 1961, Inger Frith se convirtió en la primera mujer en presidir una federación deportiva internacional, la de tiro con arco. Bajo su presidencia logró el regreso olímpico de su disciplina, que se plasmaron con la vuelta en Munich 1972.
Mujer determinada y con carácter, según cuentan quienes la rodearon, la gestión de Frith contribuyó al crecimiento de su entidad hasta llegar a los cinco continentes. Fue reelegida en tres ocasiones, prolongando su presidencia hasta 1977, momento en que pasó a ser su presidenta honoraria hasta su fallecimiento en 1981.
Lis Hartel (1921-2009) de una silla de ruedas al podio
Lis no solo fue especial por ser la primera mujer y el primer civil que subía al podio en la historia de la hípica olímpica, sino también por las circunstancias especiales que la rodearon
La poliomielitis que acabó con Misáková, también asoló Dinamarca años atrás. Hartel sufrió sus efectos en brazos, piernas y manos, pero su voluntad para volver a montar a caballo la llevó a una exigente recuperación, mediante la cual fue recobrando buena parte del tono muscular, aunque sus piernas quedaron insensibles de rodilla para abajo.
En Helsinki 1952, a lomos de su caballo ‘Jubilee’, con el que formó un binomio excepcional, Lis se hizo con la medalla de plata. El sueco Henri Saint Gyr, ganador de la medalla de oro, ayudó a Lis a desmontar y la acompañó hasta el podio, donde, emocionada y orgullosa, no sin dificultades por su discapacidad, se mantuvo en pie para recibir los honores olímpicos.
Anita de Frantz (1952), la mujer más influyente del deporte
Analizando su trayectoria, se comprende por qué publicaciones de prestigio como Newsweek, Sports Illustrated o L’Équipe hay coincidido en considerar a Anita DeFrantz como una de las mujeres más influyentes en el mundo del deporte. De origen afroamericano y gran defensora de los derechos civiles, esta abogada, doctora en leyes por la Universidad de Pensilvania, EEUU, ha sido una de las grandes impulsoras del deporte femenino a la hora de alcanzar la práctica igualdad de género.
Llegó a ser la capitana del equipo de outrigger a ocho que logró la medalla de bronce en remo en Montreal 1976 y el subcampeonato mundial en 1978. Aún en activo, ingresó en el Comité Olímpico de EEUU y se convirtió en portavoz de su comisión de atletas. Fue una activa defensora de que los deportistas norteamericanos pudieran competir en Moscú 1980.
Finalizada su trayectoria como deportista, pasó a ser dirigente de la Federación de Remo, ocupó un destacado lugar como vicepresidenta del Comité Organizador de los JJOO de Los Ángeles 1984. Dentro del COI presidió durante dos décadas la Comisión Mujeres y Deporte y en 1997 se convirtió en la primera vicepresidenta del máximo organismo olímpico. En 2010 defendió que a Catar, Arabia Saudita y Brunéi no se les permitiera participar en Londres 2012 si no se incorporaba a mujeres en sus equipos.
Flor Isava-Fonseca (1921-2020), la dama del olimpismo
“Soy una intelectual prestada al deporte y que este se olvidó devolver”. Así se definía Flor Isava-Fonseca, la escritora y periodista venezolana, primera mujer en ingresar en el COI. Cultivó casi todos los campos: estudió ballet, pintura y piano, cursó estudios de Literatura e Historia y también practicó la hípica y el hockey. Ya en su tierra avanzó en su trayectoria polideportiva: subcampeona de golf, tres veces campeona nacional de saltos hípicos y medalla de plata en tenis en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1946.
Una vez retirada, ingresó en el COI en 1981, gracias a Juan Antonio Samaranch, y en 1991 se convirtió en la primera mujer en llegar a la Comisión Ejecutiva; el gobierno olímpico. En 2016 la propia Isava-Fonseca lo valoraba en una carta publicada en la web de la ONU: “Si ya que se había abierto una puerta para las mujeres como miembros del Comité Olímpico, ¿por qué no abrir otra puerta? Me tomé mi trabajo muy en serio para alcanzar la meta de que hubiera suficiente representación de mujeres. Avanzar no fue fácil, el rol de las mujeres fue primordial, pero no estuvimos solas. Algunos hombres también apoyaron la causa y juntos cambiamos la jugada”, afirmó en especial referencia a Samaranch.
Eliška Misáková (1925-1948), la única campeona olímpica a título póstumo
Eliška, una de las grandes representantes del equipo de gimnasia de República Checa en los Juegos de Londres 1948, se sintió indispuesta con fiebre y dolores de cabeza y espalda poco antes de competir. En el hospital se diagnosticó que sufría poliomielitis y los tratamientos en los últimos días resultaron inútiles. Tuvo que ser reemplazada por otra gimnasta de la delegación checa.
Falleció el 14 de agosto de 1948, apenas horas antes de que su hermana mayor Milosevna, con la segunda mejor puntuación del equipo, lograra, junto con sus compañeras, la medalla de oro por equipos. El acto de entrega de la medalla tuvo una gran carga emocional para las gimnastas, que lucieron un lazo negro y lloraron la muerte de su compañera con la bandera checa izada a media asta en señal de duelo.
Trischa Zorn (1964) la más laureada paralímpica de la historia
La estadounidense Trischa Zorn posee un récord difícilmente igualable en la historia: siete Juegos Paralímpicos, desde Arnhem 1980 hasta Atenas 2004 y 55 medallas: 41 de oro, nueve de plata y cinco de bronce. Casi nada.
Nacida el 1964 en Orange (California), Trischa llegó al mundo ciega a causa de una aniridia congénita. A los diez años, empezó a nadar en Misión Viejo, una de las grandes canteras olímpicas de EEUU, y a los 17 ya debutó en los Juegos de Arnhem.
En reconocimiento a su gran carrera, en el año 2000 se instauró el Trischa Zorn Award, que anualmente distingue la labor de un nadador o un club de deportistas discapacitados. En el año 2012, Zorn, licenciada en Derecho, entró con todos los honores en el Hall of Fame del Comité Paralímpico Internacional. Una vez finalizada su carrera deportiva, se dedicó a la enseñanza de niños con capacidades especiales, desarrollando un proyecto educativo para facilitar su integración social.
Merlene Ottey (1960), la más grande atleta de los Juegos Olímpicos
Ottey, una institución en sí misma, es la única atleta de la historia olímpica que ha competido en siete ediciones de los Juegos Olímpicos y la que más medallas ha logrado en este deporte, tres de plata y seis de bronce. Sin embargo, la importancia de su figura trasciende semejante palmarés.
Con 48 años, nacionalizada eslovena por cuestiones sentimentales, rozó la marca mínima para competir en Pekín 2008, que hubieran sido sus octavos juegos. Pese a que se pidió su invitación, finalmente esta no llegó. Pero su carrera no había acabado. En 2010 Ottey asombró a todos, con 50 años, en el Europeo de Atletismo de Barcelona como parte del equipo esloveno de relevo de 4x100 metros, cuya más joven componente, Sabine Veits, era 25 años menor.
Su ejemplo prevalece como referente para las jóvenes generaciones que se preguntan cómo logró superar con creces la frontera de los 40 años, que la mayoría de los estudios científicos sitúan como límite para los velocistas de alto nivel.
Carmen Valero (1955), una atleta excepcional
La doble campeona del mundo de cross fue la primera atleta española en pisar un tartán olímpico, en Montreal 1976, aunque sin lograr la suerte que sí obtuvo en otras competiciones. Más allá de Montreal y de su doble campeonato del mundo, su talento deportivo le llevó a marcar un hito entre 1970 y 1980, con decenas de títulos nacionales.
Pero su legado va más allá de sus marcas. Gracias a una madurez impropia de su juventud, una independencia que incomodó a más de uno en la España del tardofranquismo y una constancia casi espartana en sus entrenamientos, que compaginaba con sus estudios sin beca alguna, Carmen Valero abrió el camino a futuras generaciones del atletismo femenino español.
Miriam Blasco (1963), la primera campeona olímpica española
Su nombre está ligado a la historia olímpica española, al conseguir el primer oro de una mujer, el 31 de julio de 1992 en Barcelona. La yudoca logró su conquista en una situación especialmente dura, ya que su entrenador, Sergio Cardell, había fallecido poco antes en un accidente de moto.
El valor de su victoria se engrandece cuando se observa que tres de las cuatro rivales con las que compitió también subieron al podio: la británica Nicola Fairbrother, que se hizo con la medalla de plata, la cubana González y la japonesa Tetero, que compartieron la de bronce. Dos años después de aquella final en la que Míriam y Nicola pelearon con todas sus fuerzas, ambas iniciaron una relación sentimental que en 2017 acabó en boda.