Marruecos: ¿con la guardia baja?
Las claves para entender el repunte en la llegada de migrantes a España desde el vecino norteafricano.
Cada uno tiene sus sueños, sus fantasmas, sus historias de mafia y sufrimiento. Cada cual toma un camino, pero todos acaban en un sitio: Marruecos, la antesala del salto a España, a Europa. Los migrantes económicos y los refugiados que están llegando a nuestro país se embarcan en la costa norteafricana tras meses, incluso años, de travesía. En los últimos tiempos el repunte es claro, con la ruta del Estrecho de Gibraltar superando la del Mediterráneo central hacia Italia en llegadas por mar. Claro, sí, pero de casi 24.000 inmigrantes en lo que va de año, no "millones", como dice el PP, y siguiendo la tendencia al alza desde 2016.
Esta subida no se da sólo porque haya un desplazamiento de las rutas de la inmigración hacia el oeste o porque haya llegado el buen tiempo. La causa está, también, en que Marruecos ha relajado el control. Lo ha constatado la Unión Europea. Ahora se aceleran las partidas, las promesas y los halagos para que Rabat se aplique con más afán a su tarea de blindaje.
Las autoridades españolas alaban la cooperación "excepcional", "intensa" y "leal" de Marruecos en materia no sólo de inmigración, sino de lucha antiterrorista y narcotráfico. En público no hay reproches. Sin embargo, fuentes de la comandancia central de la IV Zona de la Guardia Civil -que abarca Andalucía, Ceuta y Melilla- confirman que, según sus informaciones, "el celo que se aplica en estas semanas es algo menor" a la hora de controlar las pateras y lanchas que salen de su territorio. "Nuestros compañeros del otro lado son profesionales, no los ponemos en duda y el trabajo con ellos es bueno. Pero ha habido menos efectivos en lugares necesarios, zonas de sombra por las que es más sencillo salir. Faltan medios", añaden estas fuentes.
Según ha informado el diario El País, la UE ha redactado varios informes internos en los que se constata esta bajada del control fronterizo. El diario cita además documentos de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) que alertan de "disfunciones". En su dossier de previsiones para este 2018, este organismo ya afirmaba: "Cuestiones internas en Marruecos, el principal país de tránsito hacia España, han creado una brecha que permite más salidas, particularmente en la costa occidental" del país.
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¿Por qué hay más o menos celo?
Estas fuentes de la Benemérita insisten: "Marruecos no ha dejado de vigilar. No ha dicho: 'Que España o Europa se apañen'. Creemos que su postura, como en otros momentos complicados internamente, es más de advertencia, de dar un aviso, de demostrar que cualquier alteración es de una enorme sensibilidad". ¿Sobre qué? "Eso son cuestiones políticas", zanjan.
Son varias cosas las que podrían estar molestando al vecino africano. La primera es que se le prometió más dinero para atender el fenómeno migratorio y no ha llegado aún. Si Bruselas le ha dado 3.000 millones a Turquía para bloquear su flanco oriental tras la crisis de los refugiados de 2015 y ha pagado una cuantía nunca publicada pero no inferior a 200 millones más a Libia para controlar la vía del Mediterráneo central, Marruecos sigue esperando. Hasta ahora: este miércoles, la Comisión Europea (CE) desbloqueó más de 55 millones de euros del Fondo Fiduciario para el Norte de África, su gran apuesta para la contención de los flujos migratorios. Esos millones ya lograron el visto bueno inicial en la cumbre informal de junio sobre la materia.
La mitad del dinero se destinará directamente a "paliar las circunstancias que se está produciendo en Marruecos", según explicó el ministro de Exteriores, Josep Borrell. O sea, no más de 25 ó 30 millones. Lo demás son medios para España. No es mucho y la promesa de ese dinero ya era, además, vieja de dos años. Por eso hay negociadores marroquíes que decían que, por el tiempo transcurrido, la remesa debería ser no inferior a 170 millones de euros. "Nosotros, como país, estamos haciendo en solitario grandes sacrificios con nuestras posibilidades. Las cifras que circulan sobre el apoyo [financiero de la UE] no llegan al nivel del volumen de nuestro esfuerzo y de los sacrificios que realizamos", declaró este jueves el portavoz del Ejecutivo marroquí, Mustafa Jalfi, en su rueda de prensa semanal.
Rabat mandó una lista de prioridades a la Comisión y ahora está por ver cuándo fluye el dinero y en qué se emplea exactamente. "Los recursos son limitados", recuerda el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker. Marruecos ya había recibido otros 80 millones para atención a migrantes, no para vigilancia de fronteras, recuerdan desde Bruselas.
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El Sáhara occidental, de por medio
Marruecos también puede estar mostrando su incomodidad por la decisión del Tribunal de Justicia de la UE de excluir los productos provenientes del Sáhara Occidental de los acuerdos sobre agricultura y pesca que se firmen entre la Unión y el país africano. Ese dictamen suponía, en la práctica, poner en duda que el Sáhara sea marroquí, algo que no gustó nada en Rabat.
Sólo hace dos semanas que se ha llegado a un acuerdo final, por el que se pueden explotar los recursos de esa zona en disputa pero añadiendo una leve referencia muy genérica sobre la posibilidad de que se celebre el referéndum por el que los saharahuis determinen el futuro estatus del territorio. Esta consulta lleva pendiente desde 1991 y hay hasta una misión de la ONU creada ex profeso para dicha convocatoria, sin avances. Los dos acuerdos finales de pesca y agricultura deben aún pasar por el Parlamento Europeo, a la vuelta del verano.
Más allá del Sáhara Occidental, el campo y la mar, siempre en disputa. En febrero de 2017, en declaraciones a la Agencia EFE, el ministro de Agricultura, Aziz Ajanuch, vinculó claramente estas materias con la inmigración: "¿Cómo queréis [los europeos] que hagamos el trabajo de bloquear la emigración africana y hasta la marroquí si hoy Europa no quiere trabajar con nosotros? ¿Por qué vamos a seguir haciendo de gendarmes y darles empleo [a los africanos establecidos en Marruecos]? ¿Para exportar adónde? El problema de la emigración es muy costoso para Marruecos y Europa debe apreciarlo en su justo valor". Toma y daca.
Otro enfado tiene Rabat con Bruselas: el anuncio de que se quieren levantar "plataformas de desembarco" para migrantes en el norte de África. Unas infraestructuras fuera de suelo UE en las que diferenciar con rapidez a quien es un migrante económico, a quien se puede deportar y a quien puede pedir asilo como refugiado. Marruecos, directamente, ha dicho que, en su suelo, no. Trata de convencer a la UE con argumentos como que ya no es tanto tierra de paso como de "acogida", que ha hecho dos procesos de regularización importantes, en 2013 y 2015, con unos 55.000 beneficiados.
Quejas a España
Entre los otros asuntos que molestan a Marruecos y que han podido influir en su laxitud de estos meses se encuentra también el hecho de que el presidente Pedro Sánchez no lo visitase en su primera salida como inquilino de Moncloa, como es costumbre. El socialista viajó antes a París, Bruselas, Berlín y Lisboa, capitales europeas en las que se jugaba, por ejemplo, un consenso esencial en materia migratoria. Además, fuentes diplomáticas españolas en Marruecos insisten en confirmar que, cuando Sánchez quiso ir a Rabat, el rey no se encontraba en el país, lo cual hizo imposible cuadrar las agendas. Ahora se trabaja en una visita rauda antes de que el 27 de este mes Sánchez se vaya a Latinoamérica de gira.
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El anuncio del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de que se van a retirar las cuchillas o concertinas situadas en las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla con Marruecos no hizo mucha gracia al otro lado. Por dos razones: la idea se lanzó sin consultar previamente a Rabat, que tiene en su territorio más concertinas que España, y además, según su gobierno, funcionan y no hay necesidad de cambiarlas. Pero ya está todo hablado entre los ministros: Madrid está elaborando un informe para buscar soluciones y se incluirán los puntos de vista marroquíes. Grande-Marlaska también ha viajado estos días a Mauritania, de donde llegan vía Sahel gran parte de los migrantes que acaban en Marruecos, otro guiño. Estamos trabajando en ello.
Eso se habla en los despachos enmoquetados y silenciosos. Nada más. El ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Nasser Bourita, está en constante contacto con su homólogo español, Josep Borrell, al que ha informado de que "no hay cambio de actitud ni intención deliberada de dejar que el flujo de inmigrantes aumente por descuido o inadvertencia de su parte", según declaró el jefe de la diplomacia española en una rueda de prensa. La embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, aprovechó también el acto del 19º aniversario de la subida al trono de Mohamed VI para referirse a esta crisis. "La lucha contra la inmigración ilegal se seguirá reforzando, a pesar de los momentos difíciles", aseguró la representante marroquí. Para la diplomática la clave está en el cambio de la ruta migratoria y en la labor de las "mafias que explotan" a las personas.
En los últimos días, con motivo de esta celebración, también han estado en Marruecos con el rey el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y el exministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, dos socialistas que de seguro han ayudado como correa de transmisión de mensajes entre los dos gobiernos. En su agenda, la inmigración y la futura visita de Sánchez.
La cuestión interna
Que se haya bajado la guardia en la costa de Marruecos también tiene que ver con su política interna. Desde finales de 2016, un buen número de fuerzas de seguridad de todo el país han tenido que ser desplazadas a la zona del Rif, donde se produjeron importantes manifestaciones para pedir una mejora en sus condiciones de vida. Con distinta intensidad, ha habido repuntes hasta esta primavera.
También se han llevado agentes a la frontera con Argelia, en la zona de Jerada, igualmente por protestas ciudadanas, sofocadas con mano dura.
Cómo están ahora las cosas
En los últimos días la llegada de pateras ha bajado sensiblemente, lo que ha hecho que ya no se tengan que habilitar ni cubiertas de barcos ni polideportivos en Andalucía para darles la atención mínima a las personas que llegan. A ello se suma la apertura de un nuevo centro de atención en San Roque (Cádiz).
Según fuentes de Interior, siguen concentrándose en la sierra de Nador más migrantes y refugiados, subsaharianos en su mayoría, como viene sucediendo desde hace años. La Guardia Civil constata que en los últimos meses se ha incrementado el número de personas que esperan allá, malviviendo en el monte Gurugú, pero se niegan a dar una cifra aproximada, cuántos pueden ser.
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Llegan desde el oeste y desde el este, desde Nigeria, Senegal, Somalia y Eritrea, rutas que acaban cruzando el Sahel, una zona terrible en la que conviven conflictos tribales, grupos de delincuencia organizada y yihadistas. Su viaje depende del dinero que lleven y lo que les dure, las mafias que los muevan y el control que encuentren luego para embarcarse o saltar las vallas. Unos 450 también han llegado en lo que va de año a Canarias, un repunte que todavía no va a mayores.
Hay una novedad importante en los últimos tiempos: vuelven a venir marroquíes en las pateras. Según datos de Cruz Roja en Tarifa, son entre el 17 y el 19% de los que llegan en cada barca, cuando una cierta mejora económica y más estabilidad en su país les había hecho olvidar la peligrosa aventura del Mediterráneo. Entre Madrid y Rabat hay un acuerdo de repatriación muy claro, desde 2012, por lo que si son interceptados regresan pronto a su país. Según datos de EFE, el número de irregulares marroquíes en España asciende ya a 250.000, a los que hay que añadir unos 773.000 empadronados que les pueden servir de red.