María Moliner: la labor titánica de una mujer para crear (sola) un diccionario
Y ni eso le valió para entrar en la RAE.
Aunque ella se empeñara en decir que había dedicado su vida a zurcir calcetines, María Moliner creó un diccionario "más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua y más de dos veces mejor", según Gabriel García Márquez.
Moliner, aragonesa hasta la médula, nació en 1900 y, después de media vida centrada en el estudio y en su trabajo como archivera y bibliotecaria, en torno a los 50 decidió que quería hacer algo más: escribir un diccionario, sola, a mano, en fichas, sin financiación. Y así comenzó una obra que en principio iba a llevarle dos años y que se alargó hasta más de 15. Ahora se cumplen 50 años de la publicación del Diccionario de uso del español y son muchas las voces que se unen para reivindicar "una figura poco conocida y reconocida para la gran labor que hizo".
Esa es la frase con la que Vicky Calavia presenta su documental María Moliner. Tendiendo palabras en el Centro Cultural Conde Duque, como parte del festival Ellas Crean. En el documental, personalidades como José Manuel Blecua, Soledad Puértolas o Carme Riera, junto con la biógrafa de María Moliner —Inmaculada de la Fuente— y la hija de ésta —Carmen Ramón Moliner— tratan de describir a la lexicógrafa y su obra. "Heroína quijotesca" y "trabajo hercúleo" son algunas de las expresiones que usan.
Más allá de eso, Moliner aparece retratada como una mujer con una profunda fe en el ser humano y, ante todo, en la educación. Por eso trabajó para las Misiones Pedagógicas de la República y fomentó una red de bibliotecas públicas rurales, ya que su objetivo era hacer accesible la cultura a todas las clases. "Cualquier lector, con cualquier obra, en cualquier lugar", decía.
Resistencia es otro de los términos que mejor definen a Moliner. Pese a que en 1939 la dictadura franquista la relegó a un escalafón 18 veces menor del que ocupaba, ella no se dejó pisotear y, en vez de exiliarse, decidió quedarse en España y exigió una remuneración semejante a la de los hombres.
Según relata su hija en el documental, María Moliner también reaccionó con optimismo cuando en 1972 la Real Academia Española no respaldó su candidatura para entrar a la RAE, cometiendo lo que muchos califican de error histórico. Al parecer, la misoginia estaba muy presente en las instituciones en esa época, cuando los académicos consideraron que una mujer no era la persona idónea para ocupar el sillón, y que el carecer de formación como lexicógrafa valía más que el hecho de haber creado un Diccionario de uso del español totalmente innovador y aclamado por escritores, traductores, aprendices e hispanistas.
Con todo, ella, incansable, siguió buscando nuevas palabras para incorporar a su diccionario y siguió recibiendo sugerencias que le mandaba la gente. Lo único que la detuvo fue la enfermedad, una arteriosclerosis cerebral por la que empezó a perder su bien más preciado: las palabras.
María Moliner murió en 1981, pero dejó su obra, acompañada de una dedicatoria que hace patente su amor, su generosidad, su humildad y el lugar que, como mujer, muchos creyeron que le correspondía: "A mi marido y a nuestros hijos les dedico esta obra terminada en restitución de la atención que por ella les he robado".
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