La cabeza de Margarita Robles no es pieza fácil de cobrar
La ministra de Defensa ha hecho honor a su cartera, desplegando todas las estrategias posibles ante los ataques de los partidos independentistas y de Podemos.
Lo que ha quedado claro esta mañana es que Margarita Robles va a vender cara su cabeza. La ministra de Defensa ha hecho honor a su cartera, desplegando todas las estrategias posibles ante los ataques de los partidos independentistas y de Podemos. Las apuestas en los pasillos del Congreso iban sobre si Sánchez la va a entregar o no. La mayoría cree que es difícil que haga con ella lo mismo que con González Laya.
“La ministra Robles está tratando de boicotear a este Gobierno, está diciendo burradas como que no sabe qué medio es The New Yorker -revista americana que ha destapado el caso de las escuchas a políticos independentistas con el informe de Citizen Lab-. Es gravísimo lo que está pasando, no se puede tapar” decía Gabriel Rufián en la puerta del hemiciclo, con una calma tensa para lo que es él, mientras insistía en la constitución de una comisión de secretos oficiales en el Congreso, como primer paso para apoyar mañana el decreto de medidas urgentes en respuesta a las consecuencias económicas de la guerra de Putin que incluye la limitación del precio del gas.
La ministra favorita de la derecha para abrir grietas entre los socios del Ejecutivo, no se ha dejado utilizar cuando Inés Arrimadas la ha halagado. “No haga usted una disociación entre el Gobierno y yo, yo soy parte de este Gobierno” ha respondido. Tampoco se ha cortado con Aitor Esteban con quien mantiene una relación siempre cordial. “¿Dónde está la juez progresista? Usted se ha convertido en una mera aplaudidora de las Fuerzas de Seguridad”. A lo que ha respondido que sigue siendo esa juez progresista y por eso respeta la ley.
Robles ha explicado que mientras los portavoces de otros grupos pueden decir lo que les parezca, ella está sujeta a cumplir la ley de secretos oficiales y no les puede contestar. Justo Esteban lleva años pidiendo que se cambie la ley de secretos oficiales para poder establecer un límite temporal en la desclasificación de documentos oficiales, como sucede con los GAL, la Transición o la Monarquía. “He ido a muchas comisiones de secretos oficiales y nunca se ha contado un solo secreto” según el portavoz del PNV.
La de Defensa, bregada en grandes batallas y con conocimiento en las cañerías -fue secretaria de Estado de Interior en los duros tiempos de los GAL y Juan Alberto Belloch- no es pieza fácil de cazar. No es González Laya, ni es preciso que la envíen a París, ella tiene profesión, pasado e información. Aunque para Sánchez ya no pesará que la jueza fuese el único peso pesado que se quedó con él cuando su propio partido le echó, a este Gobierno solo le faltaba ahora tener que afrontar la salida de la mujer a la que más respeta el Ejército. La guerra de Putin se libra en Europa.
Por todo esto, Robles se ha mantenido firme. No solo en la tribuna sino también después en los pasillos, donde se ha declarado tranquila y deseando que se constituya esa comisión para esclarecer los hechos. “En cuanto venga la directora del CNI, los presentes en esa comisión que tanto están pidiendo, se van a llevar una sorpresa cuando salgan esas informaciones”, en palabras de la ministra.
La portavoz de Junts, Míriam Nogueras ha acusado a Robles de amenazarla hasta en cuatro ocasiones durante la sesión de control con las informaciones que puedan desvelarse en esa comisión. En el aire queda la cuestión que ya denunció el jefe de Asuntos Internos de la Policía en 2017, Marcelino Martín Blas, de la venta a la policía patriótica del ministro de interior de Rajoy, Jorge Fernández Díaz, y también de la supuesta compra de un sistema similar por parte de los Mossos d’Esquadra catalanes. El hedor de Pegasus puede apestar a todos. Y todo esto, Defensa, Interior y Moncloa lo tienen muy presente cada día.
Eso puede ser lo que haya fortalecido esta mañana a Robles, que se ha mantenido como una roca en todo momento. Dejando claro lo que costaría echarla. Algo de lo que es consciente el propio Sánchez. Hoy no se ha ido nada más responder sus preguntas como es habitual, sino que se ha quedado hasta que la titular de Defensa ha terminado. Un gesto desacostumbrado en él.
Claro que la jueza tampoco es que lo necesitara aparentemente, porque venía con las pilas puestas dispuesta a leer la cartilla a todo el que se la pusiera por delante. Por eso no ha dudado en responder a la amenaza de Rufián -“El único idioma que entiende el Gobierno es tumbarle las leyes”- de no votar mañana el decreto, porque sino lo hacen “tendrán que asumir sus responsabilidades ante los ciudadanos”.
Tanto en el Gobierno como en el PSOE parece haber unanimidad con que la creación de la comisión contribuirá a aplacar los ánimos. Debe ser porque de jugar un papel en el Estado paralelo no se libra nadie. Mañana se verá en una votación crucial, pero los malos olores no se van a acabar ahí.