'Mamá, quiero un móvil'. ¿Soy mejor madre si NO se lo consiento?

'Mamá, quiero un móvil'. ¿Soy mejor madre si NO se lo consiento?

Dos expertas analizan cuál es edad la ideal para que los niños tengan su 'smartphone'.

Soy madre de un niño de 9 años que lleva desde los 7 preguntando cuándo podrá tener un móvil. “Mamá, ¿a los 11 como mi primo?”. Mi respuesta siempre es la misma, aún sabiendo que no es cierto lo que digo: “Por lo menos, hasta los 15” . 

Un estudio elaborado hace unos meses por la empresa Puntronic revelaba que en España un 70% de los niños de 15 años tiene un smartphone. Algo lógico teniendo en cuenta que ese mismo estudio afirmaba que España es uno de los países con más móviles por habitante de todo el mundo: hay más de 54 millones de líneas móviles en nuestro país para 46.600.000 habitantes. 

Es verdad que hace dos años, cuando mi retoño aún empezaba a dominar la lectura y la escritura, no pensaba la respuesta y ni siquiera me planteaba que llegaría el día. De momento, tenía la tablet para hacer puzzles, descubrir sus primeros videojuegos o ver su serie de dibujos preferida y, de vez en cuando, se entretenía con los móviles de mamá y papá que terminó manejando mejor que nosotros. Pero ahora sí, ahora toca analizarlo y, de momento, no he llegado a ninguna conclusión. 

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Soy consciente de que la ansiedad o el deseo constante de mi hijo por tener su propio smartphone no es cosa suya; eso lo sé. Y que estas navidades miles de niños de la edad de mi hijo —tres años arriba, tres años abajo— pedirán a los Reyes Magos un teléfono. Y serán muchos los que lo reciban, pasando a engrosar el dato del Instituto Nacional de Estadística que asegura que el 66% de los niños españoles de 10 a 15 años tiene móvil propio.

Entre el miedo y el qué dirán

No me creo una madre superprotectora, pero entregarle un teléfono a mi hijo para que lo use libremente me produce ciertos escalofríos. Le resultará muy fácil acceder a contenidos que no considero propios de su edad. Me refiero, claro, a pornografía o a vídeos violentos. Empezará a abrirse cuentas en redes sociales… y no me apetece que traspase la fina línea entre la vida pública y privada, y que luego se pueda arrepentir. Y tampoco quiero que algún enfermo entre en contacto con él sin que yo me entere. Además, tener su propio teléfono significa un gasto, no nos olvidemos.  

Pero entonces, ¿cuál es la edad ideal para que un niño o una niña tenga móvil? ¿10, 12, 15 o 16 años, como he leído a algún psicólogo?

“No existe una edad ideal porque no todos los niños son iguales, porque no son iguales ni en el contexto de una familia con varios hermanos, ni todas las familias somos iguales… Ni en general, ni en nuestra relación con la tecnología”, afirma María Zabala, experta en Alfabetización y Ciudadanía digitales y miembro de The Digital Citizenship Institute (EEUU), con quien ha elaborado el I Decálogo XPLORA sobre niños y móviles. 

Creo que la pregunta debería ser: ¿cuál es la edad y cuál la manera de ir introduciendo al niño en una convivencia con pantalla?
María Zabala

“Creo que la pregunta debería ser: ¿cuál es la edad y cuál la manera de ir introduciendo al niño en una convivencia con pantalla? Nos preocupa el móvil porque ese dispositivo implica una mayor autonomía: salen con él y tienen acceso a muchas cosas. La cuestión es que hay que invertir más en una tecnología previa que permita un acceso gradual y una autonomía progresiva. Me refiero a la tablet, a una smart TV, al ordenador, al móvil de papá y mamá, a asistentes virtuales... En general, a cualquier dispositivo que haya en casa y a cómo se gestiona la relación del niño con ese dispositivo”, aclara Zabala.

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Completamente de acuerdo se muestra Gabriela Paoli, psicóloga y experta en adicciones tecnológicas. Para ella, cada niño es un caso diferente y la decisión tiene que ser muy meditada por los padres. “Si es un niño responsable, con un alto nivel de autonomía, que tiene otras aficiones fuera de los dispositivos electrónicos, etcétera es probable que pueda ser el momento”, asegura.

Esos bebés digitales

Desde que nacen, nuestros bebés están en permanente contacto con el mundo digital: los padres usamos el teléfono para todo, en casa hay una televisión que es el centro de la vida cuando llega la noche y al bebé, casi desde los primeros días de vida, se le ponen en la tablet series de estimulación temprana y luego dibujos. Además, como afirma María Zabala, utilizamos la tecnología como si fuera nuestra niñera, conducta quizá criticable pero muy humana.

“Nuestros hijos piden pantalla porque es lo que ven alrededor, lo ven como algo natural. No piden ver vídeos o tener redes sociales por fastidiarnos, ni porque son una generación perdida que no sabe aburrirse… Es lo que ven a diario por todas partes. Lo que sí ha de haber es un ejercicio por parte de los padres que no tiene que ser de contención absoluta, ni de barra libre. El niño no tiene criterio, ni autocontrol, ni capacidad para tomar las mejores decisiones y nosotros tenemos que formar parte de esa relación progresiva con las pantallas para que entienda que no siempre es el momento para ver vídeos o chatear, pero que también depende de lo que vaya a hacer para que le dejes o no. ¿Por qué no va a poder utilizar la tablet para hacer una presentación del cole o repasar los países de Europa?”.  

Desde luego, si cuando han sido pequeños hemos tirado de la tablet para entretenerlos, les hemos descubierto YouTube, les hemos permitido cacharrear con nuestros móviles, ¿por qué ahora nos llevamos la manos a la cabeza y nos dejamos llevar por el miedo cuando llega el momento de hacerles dueños y señores de un móvil? Además, añade la experta, “no hay que olvidar que la sociedad nos dice ‘resiste y serás mejor padre’. Y si te rindes, ’eres peor padre”. 

Escuchando a Zabala no puedo hacer otra cosa que darle la razón y entender que la mayoría de los padres estamos tomando decisiones desde dos perspectivas ajenas a nosotros: el miedo y el qué dirán. 

Miedo, claro, ese sentimiento que nos ha angustiado desde que llegaron al mundo. Estamos permanentemente buscando garantías y en este caso no es diferente. ¿Qué hago para que no le pase nada en internet? ¿A qué edad le dejo que tengas redes sociales? ¿Cómo hago para que no le hagan nada a mi hijo? 

“Y en este punto tenemos que tener claro que lo que no puedes argumentar es ‘no, porque no’. Porque es adictivo, porque es para mayores, porque es violento… No hablamos de tecnología con ellos y nos cuesta mucho hacerlo desde la calma y lo hacemos, casi siempre, desde el sermón: no sabéis aburriros, sois esclavos del like…  Y ellos lo que necesitan es que alguien les diga esto está bien o mal, esto es carente de valores… Y la única manera de ganar tiempo para que ellos aprendan a relacionarse bien con la tecnología es que sea gradual. El problema es que hay muchos niños con diez años, con móvil o con tablet, con acceso a internet, tomando ellos las decisiones de cómo lo utilizan. Al final lo que ponemos en sus manos es una responsabilidad enorme y esta autonomía no se la damos en ningún aspecto de su vida”, añade Zabala.

La responsabilidad es nuestra

Creo tener claro que mi hijo es aún pequeño e inmaduro tecnológicamente para hacerle entrega de un teléfono, pero la conversación con las especialistas me lleva a plantearme otras muchas dudas. El día que decidimos ceder a ese deseo, ¿tenemos los padres que controlar todo lo que hagan los niños con sus teléfonos?

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Paoli considera necesario elegir bien el móvil que va a utilizar, así como controlar el consumo de datos y bajarse con él las aplicaciones que quiere tener.  Tiene que quedar muy claro que el niño tiene su móvil, pero no es privado: “Los padres somos responsables legales y debemos tener acceso al teléfono, porque las responsabilidades del mal uso que haga de él van a repercutir en nosotros”, afirma. 

Los padres somos responsables legales y debemos tener acceso al teléfono, porque las responsabilidades del mal uso que haga de él van a repercutir en nosotros
Grabiela Paoli

¿Estamos autorizados entonces a mirar todo lo que tienen en el móvil? “A ver… Yo no leo todas las conversaciones que mi hija tiene. Yo lo veo en diagonal con ella, pero lo hemos configurado según unas normas. A partir de ahí, si ella coge mi móvil para ver fotos, yo también puedo hacerlo. Pero también sus notas, sus chats… El control parental en general es algo que no sirve de mucho si lo hacemos para regañarlos. Si es para conocerlos mejor, saber sus gustos… entonces funciona”, advierte María Zabala.  

Para ella también son muy importantes las oportunidades que para todos, como usuarios, ofrece la tecnología: “Presenta un montón de retos y un sinfín de oportunidades. Creemos que una pantalla sirve para mirar cosas. Pero la tecnología les permite ser creativos, estar más cerca de ti, compartir aficiones con sus amigos… Se habla de que la tecnología separa a las familias porque ya no hablamos, sacamos el móvil en la cena… Pero la tecnología también puede unir a las familias, obviamente, porque cuando estamos separados podemos vernos. Pero es que también podemos utilizarla para hacer cosas juntos, especialmente cuando son pequeños: hacer vídeos, crear listas de Spotify, editar fotos... Y esa es la oportunidad que nos estamos dejando fuera”.

El último de los consejos está destinado a todos, a los padres y a los hijos. Hay que predicar con el ejemplo: tienen que existir momentos de desconexión digital en casa, fomentar los momentos familiares y practicar el “modo avión” para conectar con los que queremos.

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Mila Fernández es redactora de LIFE en 'El HuffPost' y editora de branded content. Antes, fue redactora de estilo de vida y gente en revistas femeninas —AR, LOVE y SMODA—, dirigió la revista Turismo Rural y trabajó delante del micro en Radio España. Puedes contactar con ella en mila.fernandez@huffpost.es