Qué funciona y qué no para solucionar los malos olores del cuerpo
Aunque el desodorante puede ser suficiente para mantener el olor a raya, hay muchas más opciones en el mercado.
El sudor abunda en verano, y si te descuidas, el mal olor, también.
Pero no tiene por qué ser así, y aunque el desodorante puede ser suficiente para mantener el olor a raya, hay muchas más opciones en el mercado, desde los antitranspirantes tradicionales hasta los desodorantes naturales e incluso los desodorantes ácidos.
¿Pero qué pasa con el resto del cuerpo, donde también pueden aparecer olores fuertes? ¿Cómo afecta lo que comemos a nuestro olor? ¿Podemos realmente beber clorofila para oler bien, como te hacen creer en TikTok?
En primer lugar, es necesario entender de dónde viene el mal olor. “Las glándulas sudoríparas y las bacterias son las principales causas del olor corporal. El número de glándulas sudoríparas y la actividad de cada persona son diferentes: cuantas más glándulas y actividad haya, mayor será el olor corporal”, explica la dermatóloga Geeta Yadav.
¿Qué podemos hacer para no oler mal?
Aunque a veces la gente los utiliza indistintamente, los desodorantes y los antitranspirantes no son lo mismo. Los antitranspirantes impiden que salga el sudor, lo que significa que las axilas no serán un entorno ideal para que prosperen las bacterias, por lo que no habrá sudor ni olor. Los desodorantes no impiden la sudoración, pero hacen que huelas mejor, ya sea cubriendo el olor corporal o ayudando a inhibirlo. Está comprobado que ambos ayudan a mantener las axilas con un olor fresco.
Incluso los llamados desodorantes naturales, a menudo criticados por su incapacidad para prevenir el mal olor corporal, pueden enmascarar los malos olores siempre que tengas unas expectativas realistas: vas a seguir sudando, y al cambiar a un desodorante natural puedes encontrarte con unas semanas de mayor olor en las axilas mientras la piel se “desintoxica” antes de que empiece a funcionar. Conviene buscar los que tienen ingredientes antibacterianos como el aceite de coco y el bicarbonato de sodio para reducir la humedad.
Desde hace unos años, los antitranspirantes que utilizan compuestos a base de aluminio han sido objeto de críticas por su supuesta contribución a ciertas enfermedades, aunque las pruebas no son concluyentes y la mayoría de los expertos siguen diciendo que son seguros. “Los estudios no muestran una correlación entre los antitranspirantes a base de aluminio y enfermedades como el cáncer de mama y el Alzheimer, pero si usar una fórmula sin aluminio te da más tranquilidad, hazlo sin problema”, comenta Yadav.
Chris Callewaert, investigador postdoctoral de la Universidad de Gante y experto en olor corporal (incluso utiliza el apodo de Dr. Armpit [Dr. Axila] en Internet), apoya la tendencia a abandonar los antitranspirantes de aluminio, pero no por los rumores sobre sus efectos en la salud. Lo hace porque su investigación ha descubierto que los antitranspirantes tienen un impacto negativo en el microbioma de la axila. Esta alteración puede, en realidad, aumentar las bacterias causantes del mal olor. “No utilices antitranspirantes si el mal olor es ligero, ya que podrías empeorar las cosas a largo plazo”, advierte.
“Sudar es un fenómeno natural y no debes bloquear ese sudor si no es necesario”, añade. A no ser que padezcas hiperhidrosis, una enfermedad por la que las axilas sudan en exceso, recomienda el uso moderado de un desodorante normal.
Para los entusiastas de los desodorantes ácidos, elaborados con ingredientes como el ácido láctico y el ácido mandélico, que suelen usarse para exfoliar el rostro y suavizar la piel, hay una buena noticia: Callewaert le da el visto bueno. Como su nombre indica, estos productos son ácidos, igual que el pH natural de la axila. Los desodorantes típicos tienden a ser más alcalinos, por lo que al mantener la axila en equilibrio, consigues un microbioma sano y menos olor. La naturaleza exfoliante de los desodorantes ácidos también ayuda a mantener las axilas limpias, ya que eliminan el sudor y las moléculas olorosas mejor que el agua por sí sola.
Aunque el foco de atención del olor corporal suele estar en las axilas, no es la única zona donde se acumula el olor: las mismas glándulas productoras de olor que se encuentran en las axilas pueden encontrarse también en las ingles. Aun así, es mejor guardar el desodorante para usarlo solo en las axilas.
“Yo no recomendaría usarlo en otras zonas, ya que afectará al microbioma y puede empeorar el olor”, dijo Callewaert.
En vez de eso, puedes utilizar perfumes o aceites esenciales, ya que tienen un menor impacto en el microbioma y tienen un efecto más duradero.
“Yo recomendaría utilizar toallitas en vez de un desodorante tradicional. No son antitranspirantes, pero ayudarán a refrescar y a combatir el olor”, afirma Yadav.
También hay otra alternativa: los espráis, cremas y jabones corporales que contienen prebióticos y probióticos para prevenir el mal olor corporal. Los prebióticos y los probióticos interactúan directamente con el microbioma de tu piel. Si tienes un microbioma sano (al que contribuyen estas bacterias) producirás menos olor.
Pero no sirve cualquier probiótico. “Los lactobacilos y bacilos que se utilizan ahora no se desarrollan de forma natural en la piel, y desde luego no en grandes cantidades”, explica Callewaert. “Así que solo estarán presentes de forma temporal cuando los apliques”. Los probióticos también tienen que estar vivos para ser eficaces, lo que no suele ocurrir en muchos desodorantes o jabones.
El olor corporal no solo depende de los productos que te pones sobre el cuerpo, sino también de lo que comes. “Los alimentos pueden tener una gran influencia en el microbioma de la piel y en el desarrollo del olor”, afirma Callewaert. De hecho, sus investigaciones demuestran que muchas enfermedades de la piel están relacionadas con el intestino.
“No es una sorpresa que el consumo diario de verduras provoque una mejoría del olor corporal, un olor menos rancio, menos agrio y menos desagradable, así como un número mucho mayor de bacterias no olorosas en las axilas”, asegura Callewaert.
“Beber mucha agua, comer alimentos hidratantes como el pepino y la sandía e incluso comer cítricos puede ayudar a eliminar esos malos olores”, recomienda Yadav.
Los alimentos equivocados tienen el efecto contrario. “Algunos alimentos contienen compuestos que el cuerpo no puede descomponer, lo que significa que se expulsan a través del sudor”, explica Yadav. Yadav menciona la cebolla, el ajo y el alcohol como los culpables más comunes.
La investigación de Callewaert demuestra que el consumo frecuente de carne y de comida rápida empeora el olor de las axilas y provoca “una mayor abundancia de bacterias asociadas al mal olor”.
Aunque en TikTok hay influencers que afirman que la clorofila ayuda a prevenir el olor corporal, Callewaert admite que no lo ha estudiado. Sin embargo, tiene serias dudas de que un solo ingrediente pueda marcar tanta diferencia. “En mi opinión, el conjunto de lo que comemos es lo que supone el mayor impacto en el microbioma de la piel y el olor. El consumo de un ingrediente en bajas concentraciones, como la clorofila, como mucho tendrá un efecto marginal”, comenta. Algunos estudios antiguos analizaron los efectos desodorizantes de la clorofila, y los resultados fueron, en el mejor de los casos, dudosos.
Algunas de las formas más efectivas de acabar con el sudor excesivo (y con el olor que conlleva) son tratamientos que deben ser realizados por un profesional. El primero es el bótox. El mismo tratamiento que se utiliza para reducir y prevenir las arrugas puede inyectarse en las axilas para paralizar la sudoración durante cuatro a seis meses. “Los tratamientos contra la hiperhidrosis, como el bótox, que paraliza temporalmente la actividad de las glándulas sudoríparas, o MiraDry, que destruye permanentemente las glándulas sudoríparas, pueden reducir el sudor y, por tanto, el olor corporal”, explica Yadav.
MiraDry es un tratamiento más novedoso que, aunque es más costoso que el bótox, dura mucho más tiempo. Además, no requiere agujas. Funciona destruyendo las glándulas sudoríparas mediante ondas de energía.
Aunque es más fácil decirlo que hacerlo, mantener el estrés a raya también ayuda. “El estrés influye en el desarrollo del olor: el estrés libera adrenalina, que afecta directamente a las glándulas sudoríparas apocrinas. Estas son las precursoras del olor corporal. El microbioma de la piel descompone el sudor apocrino y provoca brotes de mal olor”, explica Callewaert.
Mantenerte libre de malos olores corporales no tiene por qué ser complicado, pero si ves que hueles más de lo que te gustaría, seguir alguno de estos consejos puede marcar la diferencia.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.