Maite Carranza: “Los jóvenes deben ser conscientes de que una guerra puede surgir por falta de información”
La escritora de novela juvenil publica 'Una bala para el recuerdo' sobre la Guerra Civil desde la mirada de un niño de trece años
Por Camila Pinzón Mendoza
Tras las bombas y los disparos de cuatro años, todo ha quedado sembrado de dolor, miedo y hambre en España. Un día Miguel, de trece años, recibe la noticia de que su padre, un minero republicano, sigue con vida en un campo de prisioneros en Asturias. Aunque ya era un niño-adulto superviviente de la Guerra Civil es a partir de ese momento cuando emprende el viaje definitivo hacia la madurez y la verdad de la vida.
Esta travesía basada en un hecho real de un episodio oscuro de España es contado a los jóvenes y adultos por Maite Carranza(Barcelona, 1958) en Una bala para el recuerdo (Loqueleo). Un libro que es mucho más que una novela de aprendizaje. Es la continuación del compromiso de esta antropóloga y exitosa escritora por contar a niños y jóvenes realidades tristes y duras del mundo, narrarles la verdad con sensibilidad para armarlos ante la vida.
Muchos de esos niños y jóvenes, y ya adultos, conocen a Carranza. Es una de las escritoras de literatura infantil y juvenil más prolíficas de España. Con 40 libros traducidos a más de treinta lenguas, publica desde 1987 uno o más títulos por año. Su trilogía fantástica La Guerra de las Brujas, editada en 2005 por Edebé, la consagró al vender más de 100.000 ejemplares y ser traducida a 25 idiomas. Con ese reconocimiento nacional e internacional Carranza no intentó repetir una fórmula sino que le dio ánimos para adentrarse en una literatura más comprometida: se inspiró en el drama de la niña austriaca Natasha Campus secuestrada por un hombre para hablar de los abusos sexuales en Palabras envenenadas, Premio Nacional de literatura juvenil en 2011, o los refugiados de la guerra en Caminos de libertad (ambos en Edebé).
La historia del niño Miguel que va en busca de su padre en la posguerra civil española está inspirada en una historia que Carranza le escuchó a su marido. Él le explicó un relato que acababa de leer sobre una historia verídica de un niño de Barruelo de Santullán que recorrió un largo camino para ir a salvar a su padre que estaba en un campo de prisioneros en Asturias, cerca de Oviedo. "La historia tenía una estructura dramática tan perfecta y el tema era tan emotivo y explicaba tan bien lo que era el sentir de la posguerra, que dije: me la guardo", cuenta la escritora.
Camila Pinzón: Fue en busca de la historia real.
Maite Carranza: El testimonio de esta historia ya ha desaparecido. Fue contada oralmente por un barbero de Barruelo de Santullán a un historiador en los años cincuenta o sesenta. Lo que hice fue inventar una historia a partir de este hecho real. Claro, leyendo mucho y procurando que todo fuera lo más cerca de la realidad posible.
C. Pinzón: La Guerra Civil es uno de los temas más tratados por la literatura española en los últimos años, pero poco desde una mirada infantil...
M. Carranza: Sí. Cuando publiqué Caminos de libertad, en el 2016, en el que hacía referencia a otro periodo inmediatamente posterior, que fue el de los exiliados de la Segunda Guerra Mundial que pasaban a través del Pirineo y escapaban por España, me di cuenta de que no sabían nada sobre la Guerra Civil española y que sabían mucho más sobre la Segunda Guerra. Hay muy poca literatura, ficción cinematográfica o referencias que los chavales puedan conocer, aunque sea un juego, sobre la Guerra Civil española.
C. Pinzón: Miguel, el protagonista de Una bala para el recuerdo, tiene que vivir, a sus trece años, las atrocidades de la guerra y sus consecuencias... ¿Qué mensaje quiere dejar en el joven lector?
M. Carranza: Ojalá cierre el libro y piense: "Qué afortunado soy, voy a hacer todo lo posible para que esto no suceda en mi país". Porque los jóvenes que están leyendo este libro en un momento determinado serán los políticos del país, los responsables del poder económico y legislativo, y deben ser conscientes de que una guerra puede surgir por falta precisamente de conciencia e información. Nadie creía que pudiese haber otra guerra en Europa después de la Segunda Guerra Mundial y la tuvimos, la guerra de los Balcanes, con centenares de miles de muertos. Sí que es posible, por desgracia.
C. Pinzón: En sus libros, los personajes más sensatos parecen ser los niños y los jóvenes, mientras a los adultos se les percibe más inseguros, a veces hasta ridículos...
M. Carranza: Mi primer héroe fue Guillermo Brown, un niño rebelde e inadaptado. Sus padres ingleses tan elegantes y exquisitos se avergonzaban de él. Evidentemente yo estaba del lado de Guillermo, no del lado de sus estirados padres tan quisquillosos, cargados de manías y complejos, mientras él era un niño libre y desenvuelto. Él me contagió esa idea de que el mundo de los adultos es muy "perfecto" e intenta que los niños entren en ese mundo, cuando el mundo de los niños es más libre y transparente.
C. Pinzón: Además de la Guerra Civil, en sus libros también habla sobre el abuso sexual infantil, la mutilación genital femenina, el cambio climático...
M. Carranza: Además de escribir libros, escribo guiones para televisión. Estos temas de compromiso, de denuncia, de contacto con la realidad y los problemas sociales los recogía en un principio en mis guiones. A partir de un determinado momento dejé de hacerlo para televisión y esos proyectos los traspasé a la escritura de novelas.
C. Pinzón: ¿Cómo es el proceso de investigación de estos temas?
M. Carranza: Procuro dar más énfasis a los testimonios y las historias de vida, a las entrevistas y conversaciones, y pisar el terreno con mis propios pies y ver con mis propios ojos antes que leer muchos tratados eruditos. Lo que pretendo es crear emociones y transmitir a los lectores cómo viven, sufren y sobreviven personajes que están en situaciones que solamente vemos en estadísticas. Yo soy antropóloga de formación y, a pesar de que nunca he ejercido, aprendí que el trabajo de campo es muy importante, conocer de lo que queremos hablar.
C. Pinzón: Casi un trabajo periodístico...
M. Carranza: Para Palabras envenenadas, sobre el abuso sexual infantil, trabajé con la fundación Vicki Bernadet para entender cómo son las víctimas, cómo se comportan, cuál es el entorno, cuál es su discurso. Para El fruto del baobab, sobre la mutilación genital femenina, primero hice el trabajo de campo en El Maresme, entrevisté a todo tipo de personal sanitario y viajé a Gambia. Para Sin invierno hice la ruta de mi personaje por Mauritania, en un tren en medio del desierto.
C. Pinzón: Y va entrando la ficción...
M. Carranza: Hasta un cierto punto todo es cierto, todo lo recojo de testigos, testimonios, pero en determinado momento me puedo dar el lujo, que no puede hacer un antropólogo ni un periodista, de inventar, de crear. Si no me gusta el final que me han contado, lo cambio. La realidad a veces es tan dura que tenemos que inventarla para que sea verosímil.
C. Pinzón: La libertad del escritor de usar como fuentes la realidad y la ficción en una misma historia...
M. Carranza: Creo que tiene más poder que si solamente lo inventase o si solo recogiera la verdad. A veces la verdad no está bien estructurada, bien ordenada. La ficción te permite darle una estructura narrativa, cambiar órdenes, datos, reacciones, reinventar el caos de la realidad y hacerla emocionante.
C. Pinzón: La trilogía La guerra de las brujas tuvo muchísimo éxito, ¿cuál es la fórmula para atrapar a los lectores jóvenes?
M. Carranza: Bueno, fue aquí donde me bauticé como antropóloga. Sobre las brujas tengo una investigación muy a fondo; hablo de toda la tradición mitológica de la brujería en España y en Cataluña, concretamente. Hice una gran tarea de verosimilitud. Tiene que ver con el hecho de que el mundo inventado que creé es sólido y convence porque se parece a la realidad.
Una historia para jóvenes requiere más acción, más movimiento, más agilidad. Debe tener por lo menos un personaje que se parezca a ellos, es decir que tiene que tener jóvenes, que de alguna forma compartan sus problemas, sus preocupaciones.
C. Pinzón: ¿Qué libros recomendaría como iniciación a la lectura?
M. Carranza: Me parece una maravilla, y creo que no ha caducado, Roald Dahl. James y el melocotón gigante para niños entre los 7 y 8 años, Charlie y la fábrica de chocolateentre los 9 y 10 años y Matilda entre los 11 y 12 años.
C. Pinzón: ¿Está trabajando en un nuevo libro?
M. Carranza: Estoy trabajando en un proyecto más largo y más ambicioso también sobre la Guerra Civil.
- Una bala para el recuerdo, de Maite Carranza. Editorial Loqueleo