Madrileñismo, el arma identitaria de Isabel Díaz Ayuso
La presidenta regional juega con un 'nacionalismo' blando para confrontar con Pedro Sánchez y con los socios del Gobierno.
El estudioso del nacionalismo Benedict Anderson dijo que para construir una nación basta con imaginarla y que los individuos que forman parte de ella se adscriben a un sentimiento de pertenencia que no es real. Quizá haya madrileños que empiecen a sentir palpitaciones cuando ven la bandera roja de las siete estrellas, la de su Comunidad. Incluso ya hay quienes la ondean por la calle. A ello contribuye la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, quien incide cada vez que puede en que “ser madrileño es una forma de ser”, “una actitud” única en España.
Los teóricos políticos sostienen que una de las mejores armas para construir un sentimiento de pertenencia es crear un enemigo, un ‘otro’ al que echar la culpa de los males de una comunidad. Igual que ocurrió en Cuba, donde la confrontación de los patricios con las autoridades coloniales sentó las bases para la formación del patriotismo blanco, el pulso de Díaz Ayuso con el Gobierno de Pedro Sánchez, a quien considera culpable de la asfixia económica de la región, está generando madrileños orgullosos.
“Llevo la bandera de Madrid porque soy de Madrid a mucha honra. Yo sí defiendo Madrid, ahora que la quieren destrozar”, contó a este diario un joven que paseó la bandera regional el 12-O por las calles de la capital, gesto impropio el día de la fiesta nacional y reflejo del “Madrid es España dentro de España” que lanzó Díaz Ayuso. Entre los políticos regionales, sin embargo, hay división. ¿Se está incubando en Madrid un tipo de nacionalismo?
“Díaz Ayuso habla de Madrid casi como si fuera una nación. Hace una fusión respecto a las identidades. Para ella, Madrid es Madrid. Pero olvida que Madrid es muy plural”, apunta el portavoz socialista en la Asamblea de Madrid, José Cepeda, para quien la presidenta madrileña “está pasando de ser una Trump castiza a una Puigdemont madrileña”. Su colega de Podemos, Jacinto Morano, no lo ve tan claro. “No creo que en Madrid haya nacionalismo, casi nunca se ve a nadie con la bandera, pero sí es cierto que Díaz Ayuso está tirando por la identidad como arma”, cuenta.
La identidad madrileña es, según explica la diputada popular Paloma Adrados, exalcaldesa de Pozuelo de Alarcón, “libertad”. Y, sobre todo, “no preguntar a nadie de dónde es, ni de dónde viene si lo que hace en la Comunidad es generar riqueza con su esfuerzo y trabajo diario”. “No se está azuzando el nacionalismo, pero se está poniendo en valor esa identidad”, zanja.
El PP lleva casi tres décadas al frente del Gobierno autonómico y, en todo este tiempo, ha construido una hegemonía gracias al discurso libertario que ha calado en una parte de los madrileños. “Esa libertad de elegir escuela, de elegir colegios, la libertad de elegir hospital, de elegir médico, de elegir horario en el quiero comprar y en el que quiero vender, pues ha sido para Madrid una de las palancas que la han convertido en la número uno de las comunidades autónomas de España”, opina la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre.
La pandemia de coronavirus, no obstante, está siendo el punto de inflexión para la eclosión en la Comunidad de algo parecido al nacionalismo y que comparte un rasgo con el resto de nacionalismos periféricos de España: el victimismo frente al Gobierno central. “El Gobierno quiere demonizar Madrid”, apuntó el líder del PP, Pablo Casado, para arropar a Díaz Ayuso, su apuesta personal en las últimas elecciones. Cámbiese Madrid por Cataluña y el mensaje podría haberlo lanzado Carles Puigdemont.
La gran diferencia entre el uso político de la identidad que hacen el Gobierno madrileño y el catalán la apunta el politólogo Ángel Rivero, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid y experto en nacionalismos. “El nacionalismo se refiere, por una parte, al apego a una identidad colectiva en lo cultural o en lo artístico y, por otra, en el sentido político. Es decir, al programa dirigido a la creación de un nuevo Estado. En este segundo sentido, el nacionalismo debe entenderse como una ideología que sostiene que la humanidad está dividida naturalmente en naciones, y que el orden político artificial tiene que acomodarse al orden natural. Llevar a cabo este proyecto es lo que se llama nacionalismo: hacer congruente algo que se presenta como pre-político, la nación, con algo que es resultado de una convención, el orden político, el Estado. ¿Quienes defienden algo así en España? El PNV, Bildu, los independentistas catalanes y hasta ahora nadie más”.
Por eso, no se puede hablar de nacionalismo madrileño porque, por el momento, no parece que entre en los planes de Díaz Ayuso esté hacer de Madrid un nuevo Estado, aunque su encuentro con Sánchez plagado de banderas en la Puerta del Sol fuera digno de una cumbre internacional.
“En medios catalanes comentan que en Madrid se dedican al procesismo y en Valencia su presidente dice que Madrid ens roba! Todo esto es prueba del bajísimo nivel de nuestros políticos que, a falta de mejor idea, están dispuestos a movilizar el viejo cazurrismo contra la capital para tapar su incompetencia gestionando la crisis sanitaria y económica. No creo que la cosa tenga mayor recorrido, porque nadie ha dicho que Madrid tenga que ser reconocida como nación, ni que tenga derechos anteriores a la Constitución, ni que las balanzas fiscales señalen que salen varios hospitales o escuelas cada semana de Madrid por el dinero madrileño que se va a otras regiones, ni ninguna de las barbaridades propias del nacionalismo”, opina Rivero, para quien el único nacionalismo que vive en el sistema Madrid es el español.
“Lo que sí tiene representación en Madrid es un nacionalismo no madrileño, sino español, que ha mordido el anzuelo de las políticas identitarias y que tiene su manifestación testosterónica y emocional, es decir, nacionalista, en Vox”, zanja el especialista en teoría del nacionalismo. No es de extrañar, por tanto, que la capital sea uno de los lugares donde más fuerza tienen los homenajes de la ultraderecha a los símbolos y ritos que configuran la nación española en el imaginario: bandera, himno...
El madrileñismo, no obstante, no solo complementa al nacionalismo español. También se alimenta del pulso político con Moncloa. El rechazo generalizado del resto de autonomías de España a que los ciudadanos de la Comunidad salgan de la región por la alta incidencia del coronavirus y el temor a que propaguen la covid-19 también tiene un efecto que se ha notado con fuerza en las redes sociales. Los montajes sobre las expresiones y dejes típicos de la capital circulan a la misma velocidad que los mensajes de Díaz Ayuso sacando pecho por la forma de ser de Madrid. Mazo Madrid.